¿Ser viejo en Japón es igual que serlo en los Estados Unidos?

Ser viejo en Japón es un asunto de perspectivas. La nación del sol naciente, a menudo es visualizada como el futuro demográfico de muchas naciones. Con una de las poblaciones más envejecidas del mundo, es un reflejo anticipado de lo que les espera a otros países, incluido Estados Unidos. Sin embargo, ¿cómo es realmente envejecer en Japón y cómo se compara con hacerlo en la tierra de Washington?

En regiones rurales y ciudades alejadas de la metrópolis de Tokio, las imágenes son, en ocasiones, desoladoras. Katori, por ejemplo, revela patios de juegos vacíos y escuelas primarias que apenas mantienen una fracción de los estudiantes que tenían hace generaciones.

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Por su parte, la región de Tohoku enfrenta la escasez de profesionales médicos capacitados tras el devastador terremoto de 2011. A medida que la población envejece, los jóvenes y adultos se encuentran abrumados por el cuidado de sus mayores. En algunos lugares, hasta las tumbas ancestrales carecen de descendientes que las cuiden.

Ser viejo en Japón

Por contraste, en Estados Unidos, aunque la población también está envejeciendo, todavía no se observa un declive demográfico tan pronunciado. Ser viejo en Japón es profundamente distinto, pero, pero es un escenario que puede repicarse en “América” en un futuro cercano. Según datos del Instituto de Estudios Gerontológicos de la Universidad de California, si bien el cuidado de los ancianos es una preocupación creciente, las áreas rurales aún no enfrentan el mismo grado de vacío generacional que en Japón.

Ser viejo en Japón
Estados Unidos está en camino de ser un país de viejos también. Ilustración MidJourney

No obstante, el desafío japonés ha propiciado soluciones creativas e inspiradoras. Satoko Fujioka, con su clínica de atención médica domiciliaria y centro comunitario en Karuizawa, es un testimonio de ello. En Hotch No Lodge, se promueve la idea revolucionaria de que las personas mayores no son simplemente receptores de atención, sino contribuyentes valiosos a la sociedad. Aquí, la tercera edad se empodera, participando activamente en actividades como cocinar y enseñar a las nuevas generaciones.

Los nipones reaccionan

Una iniciativa similar, aunque en una escala más macro, puede observarse en la ciudad de Toyama. Con el objetivo de revertir la migración y la dependencia del automóvil, la ciudad transformó sus viejas líneas de tren en un sistema de tren ligero innovador. El resultado: un incremento considerable en el uso del transporte público por parte de las personas mayores, permitiéndoles mantener un estilo de vida activo y social.

¿Existe algo similar en Estados Unidos? En algunas ciudades, sí. Portland, Oregon, por ejemplo, ha revitalizado su sistema de tranvía y ha promovido la accesibilidad para las personas mayores. Sin embargo, a nivel nacional, aún queda mucho por hacer en términos de infraestructura amigable con la tercera edad.

No es justo decir que ser viejo en Japón es exactamente igual que en los Estados Unidos. Mientras que Japón enfrenta desafíos demográficos únicos, también ha sido pionero en soluciones centradas en el respeto y la dignidad de sus ancianos. Estados Unidos, por otro lado, aunque con un panorama demográfico ligeramente diferente, podría tomar nota de estas innovaciones.

Ser viejo en Japón
Se requieren políticas para asegurar bienestar a los ancianos. Ilustración MidJourney

Conforme otras naciones, incluido Estados Unidos, se acercan a desafíos demográficos similares, mirar a Japón podría ofrecer valiosas lecciones. En la intersección de tradición y modernidad, Japón nos muestra que, con empatía y creatividad, el envejecimiento puede ser una etapa empoderadora y digna.

Lo ancestral tiene su peso

Más allá de la infraestructura y las innovaciones físicas, la verdadera lección de Japón radica en su enfoque cultural hacia el envejecimiento. En la cultura japonesa, hay un profundo respeto por el concepto de «iki», que se traduce aproximadamente como «vivir con propósito». Las personas mayores no son vistas como un lastre, sino como portadores de sabiduría, experiencia y, sobre todo, con un papel activo en la comunidad. Este enfoque, que contrasta con la tendencia occidental de idealizar la juventud, es crucial para entender cómo Japón enfrenta el desafío demográfico.

Por otro lado, Estados Unidos, con su mosaico de culturas y su espíritu pionero, tiene la oportunidad de redefinir lo que significa envejecer en el siglo XXI. Tienen el espejo de ser viejo en Japón para ayudarse. Si bien hay ejemplos inspiradores de comunidades centradas en los ancianos y programas destinados a la tercera edad, la percepción general del envejecimiento aún oscila entre la resistencia y la resignación. Sin embargo, con el crecimiento de la población mayor, se está gestando una revolución en términos de cómo se ve, se entiende y se vive la vejez. Las comunidades de jubilados activos, los programas universitarios para adultos mayores y el crecimiento de iniciativas de «envejecimiento en el lugar» son signos de este cambio en marcha.

El futuro del envejecimiento global es una página aún en blanco, donde naciones como Japón y Estados Unidos tienen la oportunidad de escribir sus propias narrativas. Si bien cada país enfrenta desafíos únicos, ambos tienen la oportunidad de aprender el uno del otro y de colaborar en soluciones. En un mundo donde el envejecimiento es una certeza, la colaboración, el respeto y la innovación serán esenciales para garantizar que la vejez sea una etapa plena y enriquecedora

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