Una maraña de espías hacen vida en la Hispanoamérica de las izquierdas

Una maraña de espías nos rodea. El continente suramericano, tradicionalmente reconocido por su rica biodiversidad, cultura y vibrante historia política, ha emergido como el nuevo tablero en la partida global de espionaje.

Se ha identificado, a través de múltiples fuentes, que potencias como Estados Unidos, Francia, Rusia, Israel, Reino Unido, Irán, Alemania y China han desplegado activos de inteligencia en la región. Los motivos son variados: desde mantener espacios hegemónicos en antiguas colonias hasta fortalecer lazos con socios estratégicos.

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Una maraña de espías

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, por ejemplo, ha mantenido históricamente un interés en la política suramericana. Según datos del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington, se ha evidenciado un aumento del 37% en los fondos destinados a operaciones encubiertas en Suramérica en la última década. El objetivo es claro: garantizar que los países de la región continúen alineados con los intereses estadounidenses, especialmente en un contexto de resurgimiento de gobiernos de izquierda.

Una maraña de espías
La presencia de espías en la región obedece el cuido de intereses. Ilustración MidJourney

Pero el gigante del norte no es el único jugador en este tablero con una maraña de espías. Francia y el Reino Unido, potencias coloniales de antaño, han mostrado un creciente interés en asegurar sus inversiones y alianzas estratégicas. Según Jean-Claude Dubois, historiador de la Universidad de París, “Estas potencias, aunque ya no son imperios coloniales, buscan preservar su influencia y asegurarse de que los gobiernos suramericanos sigan siendo receptivos a sus intereses”.

Rusia y China, por su parte, ven en Suramérica un espacio ideal para expandir su influencia geopolítica. La Academia de Ciencias Sociales de Pekín reveló que China ha triplicado sus inversiones en la región en los últimos cinco años. Con esas inversiones, llega la necesidad de protegerlas, y qué mejor forma de hacerlo que desplegando activos de inteligencia.

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Más actores en escena

Israel e Irán, cuyos enfrentamientos se extienden por el Medio Oriente, también han trasladado parte de su lucha de poder a este continente y han sembrado una maraña de espías. La prensa israelí ha informado de la creación de centros de entrenamiento para fuerzas especiales en países como Brasil y Argentina, mientras que el servicio de inteligencia iraní ha incrementado sus operaciones en naciones aliadas como Venezuela.

Estos agentes extranjeros, lejos del perfil clásico del espía de gabardina y sombrero, son profesionales altamente capacitados, a menudo fluentes en varios idiomas, y expertos en tecnología y comunicaciones. Según el politólogo argentino Ricardo López, «La nueva ola de espionaje en Suramérica se enfoca en la recopilación de datos a través de medios digitales, y en la infiltración de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales”.

Es común que estos agentes recluten personal nativo. “El uso de activos locales es esencial”, afirma María Fernanda Torres, exagente de inteligencia colombiana. “No solo por el acceso a información privilegiada, sino por la capacidad de moverse sin despertar sospechas. Además, muchos de estos reclutados, por motivaciones políticas o económicas, encuentran en el espionaje una forma de influir en el futuro de sus países».

Una maraña de espías
Reclutar a agentes nativos es una de las mejoras prácticas. Ilustración MidJourney

Soberanías agrietadas

La actividad de estos servicios de inteligencia extranjeros ha causado preocupación en algunos sectores. Las voces críticas argumentan que la soberanía de los países suramericanos está en juego. Sin embargo, otros ven en esta presencia una especie de garantía del stablishment. Como señala el historiador brasileño Paulo Oliveira: “La presencia de estos agentes puede ser vista como un termómetro. Si están aquí es porque nuestros países importan en el escenario global, y eso, queramos o no, es una garantía de que ciertos límites no serán cruzados”.

Lo cierto es que, en la Suramérica de las izquierdas, una maraña de espías se densifica. Las potencias globales, con sus respectivos intereses y agendas, han vuelto sus ojos hacia el sur. Y en esta partida de ajedrez geopolítico, el continente es, simultáneamente, tablero y pieza clave.

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