En un mundo saturado de información y plagado de fake news, un revelador estudio encabezado por el prestigioso Manuel Martin-Loeches Garrido, Catedrático de Psicobiología de la Universidad Complutense de Madrid, sugiere que nuestro cerebro no está programado para buscar la verdad, “lo que busca es quedar bien». Este asombroso descubrimiento pone en jaque lo que creíamos entender sobre nuestra propia consciencia y el proceso de toma de decisiones, revelando un funcionamiento cerebral que privilegia la satisfacción subjetiva por encima de la veracidad objetiva.
Según Martin-Loeches Garrido, nuestro cerebro es un órgano extraordinario, una máquina biológica compleja que nos ha permitido alcanzar logros sin precedentes como la exploración espacial o las maravillas de la ingeniería moderna. Pero a su vez, es ese mismo cerebro el que elige ignorar racionalidades simples por supersticiones, como es el caso de los fabricantes de aviones que omiten el número 13 por considerarlo de mala suerte. Esto subraya una imperfección fundamental en el diseño de nuestra psique: la verdad es a menudo sacrificada en el altar de las comodidades emocionales.
Lo cerebral lo que busca es quedar bien
El estudio de Martin-Loeches Garrido aporta una comprensión más profunda sobre el ‘intérprete’ cerebral, término acuñado por el neurocientífico Michael Gazzaniga. A través de experimentos con pacientes con el cerebro escindido, Gazzaniga observó que nuestro cerebro tiene una tendencia innata a fabricar explicaciones satisfactorias, incluso si carecen de fundamento en la realidad. Esta predisposición a evitar la incertidumbre podría explicar por qué a menudo las personas defienden con vehemencia creencias infundadas o se resisten a cambiar de opinión a pesar de evidencias contrarias.
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La investigación remonta sus raíces a los experimentos del psicólogo Benjamin Libet en la década de 1970, quien descubrió que la acción del cerebro precede a la consciencia de querer realizar esa acción, cuestionando la noción del libre albedrío. Estos hallazgos sugieren que nuestras elecciones conscientes son en realidad un relato que construye el cerebro después de haber iniciado la acción de manera inconsciente. Esta secuencia en su actual ayuda a dar pie a la teoría de que el cerebro lo que busca es quedar bien, no la verdad.
Los opuestos que se unen
En los experimentos sobre el cerebro escindido, Gazzaniga demostró cómo el hemisferio derecho, no verbal, podía reconocer y reaccionar a estímulos sin que el hemisferio izquierdo, responsable del lenguaje, tuviera conocimiento de la razón. Pero al ser cuestionado, el hemisferio izquierdo invariablemente generaba una explicación, incorrecta pero convincente. La conclusión de estos estudios es que la mente humana detesta el vacío de la no explicación y prefiere fabricar una narrativa, por endeble que sea, a reconocer la ignorancia.
Esta tendencia que examina la elección del cerebro que» lo que busca es quedar bien», se manifiesta en cómo las personas justifican sus acciones, decisiones y creencias en la vida cotidiana. Frente a errores, decisiones equivocadas o comportamientos impulsivos, el cerebro busca tejer una historia coherente y aceptable socialmente que justifique lo ocurrido, en lugar de admitir fallos o desconocimiento. El mecanismo parece tener una función adaptativa: al crear una narrativa continua sobre nuestra vida y acciones, protegemos nuestra autoestima y mantenemos nuestra integridad psicológica frente a las incongruencias de nuestra conducta.
Muchas implicaciones
La investigación de Martin-Loeches Garrido no solo plantea preguntas sobre la integridad de nuestra percepción de la realidad y la autenticidad de nuestras elecciones, sino que también tiene implicaciones significativas en ámbitos tan diversos como la psicología, la filosofía, la jurisprudencia y la inteligencia artificial. Al entender que nuestro cerebro opta por narrativas reconfortantes sobre la verdad objetiva, podemos comenzar a cuestionar cómo nuestras estructuras sociales, desde la justicia hasta la política, pueden estar influidas por esta tendencia intrínseca.
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Este estudio nos insta a cuestionarnos: ¿Qué tanto de lo que consideramos nuestra voluntad consciente es una reconstrucción a posteriori? ¿Podemos realmente confiar en la autenticidad de nuestras propias narrativas? Mientras el conocimiento científico sobre la mente humana continúa expandiéndose, lo que queda claro es que la verdad, esa esquiva y a veces incómoda realidad, puede no ser el norte que guía nuestras brújulas internas, sino más bien un elemento más en la construcción de nuestra imagen ante nosotros mismos y ante los demás.
En última instancia, la investigación apunta a una verdad inquietante sobre la naturaleza humana: nuestra búsqueda de coherencia interna a menudo sobrepasa el deseo de precisión factual. En la esfera social, política o incluso personal, la psique se inclina hacia narrativas que nos posicionen en una luz favorable, enfatizando el mecanismo de autopreservación psicológica. La implicación de que «lo que busca es quedar bien» trasciende la mera curiosidad científica y penetra las capas más profundas de la conducta humana, desafiando nuestra percepción de la objetividad y la honestidad intelectual.