Lluvia y calor extremos se ha convertido en la nueva normalidad en 2023, con olas de temperaturas sofocantes y precipitaciones torrenciales que afectan a diversas partes del mundo. Este fenómeno, que parece ir más allá de las variaciones climáticas habituales, ha provocado una ola de preocupación y especulación entre la población y la comunidad científica. Michael Wysession, Profesor de Ciencias, Artes y Ciencias de la Tierra, Medio Ambiente y Planetarias en la Universidad de Washington en St. Louis, ha señalado que “entre el calor global sin precedentes y los aguaceros extremos, es difícil ignorar que algo inusual está sucediendo con el clima en 2023”. La pregunta que muchos se hacen es: ¿hasta qué punto el cambio climático inducido por el hombre está detrás de estos fenómenos extremos?
En junio de 2023, una intensa ola de calor azotó Texas, el suroeste de Estados Unidos y México, con temperaturas que superaron ampliamente los registros históricos. Según un estudio reciente, un evento de esta magnitud habría sido prácticamente imposible sin la influencia del calentamiento global antropogénico. Sin embargo, lo sorprendente es que los extremos climáticos de este año han superado incluso las expectativas más pesimistas relacionadas con el cambio climático.
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Lluvia y calor extremos
En septiembre, las temperaturas estuvieron alrededor de 3,1 grados Fahrenheit (1,75 grados Celsius) por encima del promedio preindustrial, un récord absoluto según los datos del programa de observación de la Tierra de la Unión Europea. Además, julio no se quedó atrás, ostentando el título del mes más caluroso registrado en la Tierra, con temperaturas globales promedio superando en más de medio grado Fahrenheit (un tercio de grado Celsius) al récord anterior establecido en 2019.
Es innegable que las actividades humanas han contribuido significativamente a la lluvia y calor extremos. El aumento de las temperaturas globales, con un promedio de aproximadamente 0,2 °F (0,1 °C) por década es un dato duro. No obstante, en 2023, tres factores naturales adicionales se han sumado a la ecuación, exacerbando la situación: El Niño, las fluctuaciones solares y una masiva erupción volcánica submarina. Estos elementos han actuado como catalizadores, intensificando los efectos del calentamiento global y llevando el clima a extremos nunca antes vistos.
Máxima adaptabilidad
Los impactos de estos fenómenos extremos son palpables y van más allá de las simples estadísticas. Las comunidades de todo el mundo están lidiando con las consecuencias, que incluyen sequías devastadoras, inundaciones catastróficas y olas de calor que amenazan la salud pública. Los sistemas ecológicos también están sintiendo la presión, con especies que luchan por adaptarse a los rápidos cambios en su hábitat. En la Amazonia de Brasil, la lluvia y calor extremos tienen en agonía al Río Negro y a todo el sistema rivereño.
Los gobiernos y las organizaciones internacionales están bajo presión para responder a esta crisis climática. Las políticas ambientales y las estrategias de mitigación están siendo revisadas y actualizadas en un intento de frenar las emisiones de gases de efecto invernadero y proteger a las comunidades vulnerables. Sin embargo, la magnitud del desafío es enorme y requiere una acción colectiva y decidida.
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2023: Punto de inflexión
A medida que avanzamos hacia el futuro, la incertidumbre acerca del clima persiste. Lo que está claro es que los eventos climáticos extremos de 2023 han marcado un punto de inflexión y han dejado una huella indeleble en la conciencia colectiva. La necesidad de actuar es más urgente que nunca, y la sociedad en su conjunto debe asumir la responsabilidad de proteger nuestro planeta para las generaciones futuras. El tiempo dirá si somos capaces de enfrentar este desafío monumental y mitigar los impactos del cambio climático antes de que sea demasiado tarde.
Los episodios de lluvia y calor extremos están perturbando comunidades globales, desafiando la adaptación y resiliencia tanto de ecosistemas como de sociedades humanas. Estas condiciones climáticas extremas, que alternan entre precipitaciones intensas y olas de calor severas, evidencian un cambio tangible en los patrones climáticos. La necesidad de estrategias de mitigación y adaptación se hace cada vez más imperante, ante la creciente frecuencia e intensidad de estos fenómenos de lluvia y calor extremos.