Los humanos pasan un tercio de su vida durmiendo. Sin embargo, la pregunta inmediata que surge es: ¿Qué hacemos con el resto del tiempo? ¿Cómo distribuimos nuestras horas en el planeta que nos alberga? Según una reciente publicación de «Today in Science«, la mayoría del tiempo que no pasamos durmiendo se concentra en actividades centradas en nosotros mismos, como comer, arreglarnos, practicar deportes, ver televisión, entre otras.
Un dato aún más alarmante es que, en promedio, dedicamos escasos cinco minutos al día en actividades que impactan directamente en el medio ambiente y el cambio climático. Esta negligencia se refleja en una calificación reprobatoria en el más reciente boletín de calificaciones planetarias.
Los humanos autodestructivos
Los resultados alarmantes no terminan ahí. Los investigadores se han abocado a evaluar el estado actual de la Tierra en 35 «signos vitales planetarios» relacionados con el clima. Lo que descubrieron es que los humanos han alcanzado niveles extremos en 20 de esas mediciones. Variables como el producto interno bruto global, los subsidios a los combustibles fósiles, la contaminación anual por carbono y el adelgazamiento de los glaciares nos muestran que estamos fallando como especie al cuidar de nuestro hogar.
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De hecho, los subsidios gubernamentales a los combustibles fósiles alcanzaron cifras históricas en 2022, sobrepasando los 1,097 billones de dólares. Si no se efectúa un cambio urgente hacia las energías renovables, la concentración de dióxido de carbono seguirá incrementándose en la atmósfera, agravando la ya crítica situación climática.
Vida bajo asedio
Varios expertos en la materia han opinado sobre estos descubrimientos. Bill Ripple, ecólogo de la Universidad Estatal de Oregón, señala: “La vida en el planeta Tierra está bajo asedio. Ya sea que se miren los límites planetarios o nuestros signos vitales planetarios, se cuenta una historia similar en el sentido de que esto atraerá mayor atención por parte de la humanidad y generará grandes cambios”.
Historiadores y políticos también han levantado la voz. Los registros históricos muestran cómo los humanos de sociedades pasadas han caído por no cuidar sus recursos o adaptarse a los cambios medioambientales. Si bien las tecnologías y sociedades de hoy son diferentes, la lección fundamental sigue siendo la misma: un entorno degradado eventualmente desencadenará una catástrofe.
Verdes y medio verdes
Políticamente, hay divisiones. Mientras algunos gobiernos avanzan hacia una economía verde, invirtiendo en energías renovables y promoviendo prácticas sostenibles, otros todavía favorecen los combustibles fósiles, lo que contribuye a la crisis climática. Estas discrepancias complican la toma de medidas coordinadas a nivel global.
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Sin embargo, organismos especializados como la ONU han instado a los gobiernos a actuar con urgencia. Las metas del Acuerdo de París, por ejemplo, buscan limitar el calentamiento global a menos de 2°C, preferiblemente a 1.5°C, en comparación con los niveles preindustriales. Pero para lograrlo, se requiere una acción global y coordinada.
El mensaje es claro. Mientras os humanos contienen centrando sus actividades en sí mismos, el planeta sufrirá las consecuencias. Nuestros hábitos diarios, las políticas gubernamentales y la inacción colectiva están empujando a la Tierra al borde de un precipicio. Es esencial que comencemos a redistribuir cómo pasamos nuestro tiempo y recursos, dando prioridad a la protección y restauración del medio ambiente. Es una responsabilidad compartida, y el tiempo para actuar es ahora.