El Homo Sapiens del siglo XXI está desaprendiendo sus habilidades sociales

El Homo Sapiens del siglo XXI está haciendo cortocircuito social. En la era digital, donde las redes sociales dominan la comunicación humana, los algoritmos que impulsan estas plataformas están distorsionando sutilmente la forma en que las personas aprenden unas de otras.

Guillermo Brady, profesor asistente de Gestión y Organizaciones de la Northwestern University, sugiere que nuestra interacción creciente en entornos de redes sociales, controlados en gran medida por algoritmos, está afectando la naturaleza y calidad de la información social a la que estamos expuestos.

Homo Sapiens del siglo XXI

Los algoritmos en estas plataformas son, en esencia, filtros de información, destinados a maximizar el compromiso del usuario. La consecuencia no intencionada de esto es que tienden a amplificar la información que refuerza creencias preexistentes y emociones intensas. Brady y su equipo han etiquetado a este tipo de información como «PRIME» – una abreviatura de información prestigiosa, intragrupal, moral y emocional.

Homo Sapiens del siglo XXI
Las cámaras de eco nos eximen de aprender de personas exitosas. Ilustración MidJourney

Si bien este sesgo hacia la información PRIME podría haber sido una ventaja evolutiva en el pasado, permitiendo a nuestros ancestros aprender rápidamente de individuos exitosos y sancionar a quienes rompían normas morales, para el Homo Sapiens del siglo XXI, este sesgo puede ser problemático. Por ejemplo, aprender únicamente de individuos prestigiosos en un entorno virtual podría restringirnos a un conjunto limitado de perspectivas y valores.

Las comparaciones dañinas

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha expresado su preocupación sobre cómo estos algoritmos pueden afectar la salud mental de los jóvenes, exacerbando sentimientos de insuficiencia y alimentando comparaciones dañinas. Además, la UNESCO ha señalado que el hecho de que los algoritmos a menudo amplifiquen las voces más polémicas y extremas puede estar erosionando el tejido social global, alentando divisiones y conflictos.

Esta perspectiva es compartida por la historiadora Lena Hart, quien observa que, «A lo largo de la historia, el Homo Sapiens ha prosperado gracias a su habilidad para cooperar en grandes grupos y aprender colectivamente. Las redes sociales, si bien ofrecen una plataforma increíblemente poderosa para la comunicación global, parecen estar limitando nuestra exposición a un espectro diverso de ideas y creencias.»

Por su parte, el político Alexander Renard comenta un asunto pernicioso para el Homo Sapiens del siglo XXI: «Estamos viendo un aumento del tribalismo político y social. A medida que las personas se encierran en cámaras de eco ideológicas, impulsadas en parte por algoritmos de redes sociales, nuestra capacidad para dialogar y comprometernos con puntos de vista diferentes disminuye. Es una amenaza para la democracia y la cohesión social».

El tema según los datos

Los datos apoyan estas afirmaciones. Un informe del 2022 del Pew Research Center encontró que el 70% de los adultos en los Estados Unidos creen que las fake news y la información errónea en internet son un problema mayor que el racismo o el terrorismo. Un dato aún más alarmante, el 64% admitió que rara vez o nunca verifica la veracidad de lo que lee en línea.

Homo Sapiens del siglo XXI
La tecnología está minando nuestras bases sociales y de aprendizaje. Ilustración MidJourney

El reto ahora es cómo reequilibrar la escala para que el Homo Sapiens del sigo XXI no de un traspié evolutivo. Mientras que la regulación gubernamental de algoritmos es un tema de debate, la educación y la conciencia son esenciales. La Asociación de Psicólogos Americanos ha instado a las escuelas a incorporar la educación mediática en los currículos, ayudando a los estudiantes a navegar críticamente por el vasto paisaje digital.

Pero más allá de la educación y la regulación, hay una llamada a las plataformas de redes sociales mismas. Estas empresas, que han creado herramientas poderosas y omnipresentes, tienen la responsabilidad ética de considerar el impacto a largo plazo de sus algoritmos en la sociedad humana.

La evolución del Homo Sapiens ha sido impulsada por nuestra habilidad para comunicarnos, aprender y cooperar. En este siglo XXI, donde la tecnología digital juega un papel tan dominante en nuestra comunicación, es imperativo que trabajemos colectivamente para garantizar que estas herramientas nos sirvan y no al revés.

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