A nuestras espaldas, sin que lo advirtamos del todo, se desarrolla una colosal biblioteca digital que compila datos en una magnitud y velocidad inéditas en la historia de la humanidad. Luis Britto García, a través de su análisis en «La Biblioteca», alojado en Aporrea, explora cómo esta acumulación de datos no solo redefine el poder y el conocimiento, sino que también se convierte en el insumo de lo que él llama una «psicología» de las profundidades». Este fenómeno no solo afecta nuestra percepción del mundo, sino también la manera en que se manipulan nuestras emociones, creencias y decisiones desde el epicentro del poder global.
Luis Britto García, nacido en Caracas en 1940, es un prolífico escritor que ha dejado una marca indeleble en la literatura y el pensamiento crítico venezolano. Autor de más de 90 títulos, ha destacado en narrativa, teatro, ensayo y más. Sus obras incluyen «Rajatabla» y «Abrapalabra», ambas galardonadas con el Premio Casa de las Américas, además de títulos como «La máscara del poder» y «El Imperio contracultural: del Rock a la postmodernidad». Su reciente análisis, «La Biblioteca», presenta una reflexión inquietante sobre el impacto de la acumulación de datos en las dinámicas de poder contemporáneo y la transformación de la conciencia colectiva.
Psicología» de las profundidades
La obra de Britto García dibujó un panorama donde la psicología de las profundidades toma protagonismo al explorar la capacidad de los sistemas de datos para descifrar a los patrones más íntimos de nuestras vidas. A través de nueve episodios, argumenta que esta biblioteca digital universal no solo almacena información, sino que también constituye un arsenal de herramientas para modelar conductas humanas. Desde los petroglifos hasta los complejos sistemas informáticos actuales, la evolución del registro de información ha pasado de ser una expresión artística o espiritual a un recurso para ejercer control social y político. Lo más perturbador, según Britto García, es que participamos activamente en este proceso al entregar voluntariamente nuestros datos.

La entrega de información personal se ha convertido en una moneda de cambio inconsciente. Britto García explica cómo las antiguas bibliotecas de piedra simbolizaban el poder de la monumentalidad y la jerarquía, mientras que las actuales redes configuran una nueva estructura de poder donde cada clic, cada interacción digital, cada elección alimenta esta psicología de las profundidades. Los datos que compartimos son procesados para crear perfiles detallados que pueden predecir, y en algunos casos determinar, nuestras elecciones futuras. Es esta capacidad de predecir lo que transforma a la tecnología en una herramienta de gobernanza casi omnipotente.
Una espada de doble filo
En el corazón de este fenómeno, Britto García coloca a la obsolescencia tecnológica como una espada de doble filo. Por un lado, la información almacenada parece infinita y eterna, pero por otro, está sujeta a los caprichos de los avances tecnológicos y su inevitable caducidad. Reflexiona sobre cómo los registros en lenguajes y dispositivos antiguos, como las tarjetas perforadas o los discos de tres y media pulgadas, son ya ilegibles sin herramientas específicas. Este aspecto técnico no solo amenaza la preservación de la memoria colectiva, sino que también cuestiona la verdadera naturaleza de la acumulación de datos como recurso estratégico.
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En uno de los episodios más impactantes, Britto García aborda el papel de Edward Snowden y las revelaciones sobre la vigilancia masiva. Describe cómo la información recopilada por sistemas globales es utilizada para diseñar estrategias políticas, comerciales y militares, sin transparencia ni regulación adecuada. Este acceso privilegiado a los datos, concentrado en manos de unos pocos, genera una profunda desigualdad en términos de conocimiento y poder. Britto García califica esta dinámica como una psicología de las profundidades accesible solo a las élites, dejando al resto en un estado de ignorancia funcional.
Una forma de conciencia
A medida que la biblioteca digital crece, Britto García imagina un escenario donde la acumulación de información podría evolucionar hacia una forma de conciencia. Este concepto se inspira en sus propias obras de ficción, como «Rajatabla» y «Abrapalabra», donde se especula sobre inteligencias artificiales capaces de superar a sus creadores. Aunque esta idea pertenece al ámbito de la ciencia ficción, su análisis en «La Biblioteca» subraya que el impacto psicológico de los datos ya es palpable y afecta decisiones tan fundamentales como las elecciones democráticas y los hábitos de consumo.
Otro aspecto central de su reflexión es el carácter aparentemente irrefrenable de esta dinámica. La psicología de las profundidades se alimenta de la información que generamos, pero también perpetúa un ciclo donde el acceso desigual al conocimiento refuerza estructuras de poder preexistentes. Britto García plantea preguntas esenciales sobre la ética del manejo de datos y la necesidad de establecer límites claros que protejan los derechos individuales frente a la voracidad de los sistemas de recolección masiva.

Otra falsa democracia más
En «La Biblioteca», Luis Britto García no solo expone las implicaciones técnicas y éticas de la acumulación de datos, sino que también invita a una reflexión más profunda sobre el papel de la humanidad frente a esta marea tecnológica. Si bien la tecnología promete democratizar el acceso al conocimiento, su análisis revela que, en muchos casos, refuerza las desigualdades y centraliza el poder en manos de unos pocos. La relación entre la tecnología y la psicología de las profundidades se convierte, en este contexto, en un espejo de nuestras propias limitaciones y ambiciones.
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Luis Britto García concluye su análisis con una advertencia sobre la fragilidad de la información digital y el riesgo de una pérdida masiva de datos debido a fenómenos como los pulsos electromagnéticos. Este escenario, aunque hipotético, sirve como un recordatorio de que la dependencia de la tecnología no solo transforma nuestra sociedad, sino que también nos hace vulnerables. En última instancia, la psicología de las profundidades no es solo una herramienta para entendernos, sino también una ventana hacia las tensiones y contradicciones propias de nuestra era digital.