Europa mostrará que puede defenderse por sí misma y de sí misma para salvar la OTAN

La supervivencia de la OTAN depende ahora más que nunca de la capacidad de Europa para asumir mayores responsabilidades en su defensa. En un contexto de tensiones geopolíticas, debilitamiento económico y desafíos internos, los aliados europeos enfrentan el reto de no solo garantizar su seguridad, sino también de convencer a los Estados Unidos de que vale la pena mantener su compromiso con la Alianza Atlántica. El inminente segundo mandato de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, conocido por su escepticismo hacia la OTAN, ha encendido las alarmas entre los estrategas europeos, quienes consideran que actuar con rapidez y determinación es esencial para salvar la OTAN.

El Dr. Hans Binnendijk, politólogo adjunto de la Corporación RAND y miembro distinguido del Centro Scowcroft de Estrategia y Seguridad del Atlantic Council, y el embajador Timo S. Koster, exdiplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos, ofrecen una perspectiva aguda sobre este tema en su artículo titulado “Cómo puede Europa salvar a la OTAN”, publicado en el portal Atlantic Council. Ambos autores sostienen que Europa debe tomar medidas concretas para repartir la carga de defensa con Estados Unidos, comenzando por la Cumbre de la OTAN de junio de 2025 en La Haya. Este evento será crucial para establecer un marco estratégico que permita fortalecer la Alianza frente a las nuevas amenazas globales.

Cómo salvar la OTAN

En el centro de esta estrategia está el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ex primer ministro de los Países Bajos. Rutte enfrenta la compleja tarea de liderar a una Europa que lidia con la fatiga generada por la guerra en Ucrania, la presión económica y la falta de liderazgo cohesivo. Sin embargo, su capacidad como negociador y su buena relación con Trump podrían ser clave para salvar la OTAN. Según Binnendijk y Koster, Ucrania será un tema prioritario en la agenda. La insistencia de Trump en una solución rápida al conflicto, incluso si implica concesiones territoriales a Rusia, pone en jaque la credibilidad de la Alianza. Europa, por su parte, deberá encontrar formas de garantizar la seguridad ucraniana a largo plazo, ya sea a través de la OTAN o mediante una membresía fortalecida en la Unión Europea.

El compromiso financiero de los países europeos es otro pilar esencial. Actualmente, 23 de los 32 miembros de la OTAN han alcanzado el objetivo de destinar el 2% de su PIB al gasto en defensa, pero esto ya no es suficiente. Ilustración MidJourney

Washington no ve el dinero

El compromiso financiero de los países europeos es otro pilar esencial. Actualmente, 23 de los 32 miembros de la OTAN han alcanzado el objetivo de destinar el 2% de su PIB al gasto en defensa, pero esto ya no es suficiente. Para salvar la OTAN, Europa debe considerar elevar esta cifra al 3% para finales de la década, según proponen los autores. Este aumento no solo mejoraría las capacidades defensivas del continente, sino que también podría mantener a Estados Unidos comprometidos con la Alianza, permitiendo que Trump atribuya el mérito de este fortalecimiento a su influencia. Una Europa más fuerte en defensa también aliviaría la carga de Estados Unidos, permitiéndole centrarse en otras regiones estratégicas como el este de Asia.

El desafío no es solo financiero. Europa también debe abordar las deficiencias en áreas clave como el transporte estratégico, el reabastecimiento aéreo, la inteligencia moderna y las comunicaciones operativas. Estas capacidades son esenciales para una disuasión efectiva y, en caso de ser necesario, para librar una guerra moderna. Además, se requiere una cooperación más estrecha entre las industrias de defensa europeas, que debería incluir a empresas estadounidenses para evitar exclusiones tecnológicas. Al mismo tiempo, la OTAN debe continuar reforzando su presencia militar en el este de Europa. Los actuales despliegues en países como Lituania, Polonia y Estonia deben ser ampliados al nivel de brigadas operativas completamente, equipadas con artillería de largo alcance y sistemas avanzados de defensa aérea.

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Europa como actor autónomo

Sin embargo, el escenario global también exige que Europa adopte un papel más activo fuera de sus fronteras inmediatas. Binnendijk y Koster subrayan la necesidad de establecer una división más clara de responsabilidades entre la OTAN, la Unión Europea y los Estados Unidos. Mientras la OTAN debe centrarse en la defensa de su territorio, la UE podría asumir un liderazgo mayor en la gestión de conflictos en África y Oriente Medio. Este enfoque no solo aliviaría la carga estadounidense, sino que también fortalecería la percepción de Europa como un actor estratégico autónomo, un paso necesario para salvar la OTAN.

Europa también debe abordar las deficiencias en áreas clave como el transporte estratégico, el reabastecimiento aéreo, la inteligencia moderna y las comunicaciones operativas. Estas capacidades son esenciales para una disuasión efectiva y, en caso de ser necesario, para librar una guerra moderna. Ilustración MidJourney.

El espectro nuclear también forma parte del debate. Con el desequilibrio actual entre las capacidades nucleares de Rusia y Europa, la dependencia del paraguas nuclear estadounidense sigue siendo crítica. Si Estados Unidos reduce su compromiso con la disuasión nuclear en Europa, Francia y el Reino Unido podrían verse obligados a reconsiderar su postura de disuasión mínima. Este delicado tema probablemente será discutido a puerta cerrada en la Cumbre de La Haya, pero su resolución será fundamental para garantizar la seguridad europea a largo plazo.

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En última instancia, el éxito de estas iniciativas dependerá de la voluntad política de los líderes europeos y de su capacidad para unificar esfuerzos en medio de un panorama tan diverso y complejo. La Cumbre de La Haya podría convertirse en un punto de inflexión para la Alianza, redefiniendo su papel en un mundo multipolar. La tarea no es sencilla, pero el costo de la inacción sería demasiado alto. Europa no solo debe demostrar que puede defenderse por sí misma, sino también que puede resolver sus propias divisiones internas para proyectar una visión común de seguridad y estabilidad. Este será el camino para salvar la OTAN y asegurar su relevancia en el siglo XXI.

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