Estados Unidos es negligente frente a la creciente amenaza que representa la estrategia de Rusia, según un reciente editorial de Frederick Kempe, presidente y director ejecutivo del Atlantic Council. Kempe advierte que el presidente ruso, Vladimir Putin, está capitalizando un momento de distracción y división en Washington para avanzar en sus intereses geopolíticos, tanto en Europa del Este como en otras regiones del mundo. Con las elecciones presidenciales de Estados Unidos a la vuelta de la esquina, la atención de la clase política estadounidense parece estar enfocada en la contienda electoral interna, dejando a un lado la creciente presión que ejercen las acciones de Putin y sus aliados autocráticos en la arena internacional.
Frederick Kempe, líder del Frederick Kempe desde 2007, ha sido una figura clave en el crecimiento de este think tank, que ahora se erige como una voz influyente en la discusión de temas globales, especialmente en lo referente a la seguridad internacional. En su reciente artículo titulado: «Putin está sacando el máximo partido de unos Estados Unidos distraídos y divididos», publicado en la plataforma del Atlantic Council, Kempe detalla cómo Putin está explotando las debilidades percibidas en la política exterior de Estados Unidos. Según el autor, esta negligencia estadounidense permite que Rusia y otros actores autocráticos, como Corea del Norte, Irán y China, se coordinen en lo que parece ser un esfuerzo conjunto por redefinir el orden internacional en su beneficio.
Estados Unidos es negligente
Estados Unidos es negligente, advierte Kempe, al ignorar las maniobras rusas que buscan desestabilizar a sus vecinos más vulnerables. En los últimos meses, Rusia ha intensificado sus operaciones militares en Ucrania y ha desplegado una campaña de desinformación en Moldavia y Georgia, países con mayorías prooccidentales que buscan integrarse a la Unión Europea. En Moldavia, aunque un referéndum pro-UE logró consagrar el objetivo de la integración en la constitución del país, la influencia rusa se sintió de manera evidente, y las elecciones pro-Kremlin en Georgia han generado protestas masivas contra lo que muchos consideran un fraude. electoral.
El descubierto de Washington ante estos eventos preocupa a los expertos en seguridad internacional. La administración Biden parece estar más centrada en los conflictos internos de cara a las próximas elecciones que en los riesgos que presenta un Kremlin que no solo mantiene su agresión militar, sino que también ha estrechado lazos con Pyongyang. De hecho, la arriesgada decisión de Putin de enviar millas de soldados norcoreanos a luchar en Ucrania representa una amenaza inédita. Según el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, las fuerzas norcoreanas ya han sido desplegadas en la región de Kursk, lo que ha sido visto como una clara señal de que la cooperación entre estos regímenes autocráticos está en su apogeo.
El eje Moscú-Pionyang
Mientras tanto, Estados Unidos es negligente al no movilizar a sus aliados de manera adecuada para hacer frente a esta creciente amenaza. Gideon Rachman, columnista del Financial Times, advierte que Corea del Norte ya ha entregado millones de proyectiles y docenas de misiles balísticos a Rusia, además de proporcionar tropas de élite para los combates en Ucrania. Sin embargo, este eje de adversarios parece haber sido ignorado por Occidente, que no ha respondido de manera contundente ni ha reconocido el peligro real que implica esta creciente cooperación entre Rusia, Corea del Norte, China e Irán.
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Rachman señala que la tendencia a subestimar a Corea del Norte como una mera curiosidad geopolítica es un error fatal. El régimen de Kim Jong Un ha demostrado ser mucho más que un espectáculo mediático, desplegando capacidades cibernéticas ofensivas avanzadas y brindando asistencia militar clave a Rusia. Además, el líder norcoreano, al igual que Putin y el presidente chino Xi Jinping, parece convencido de que Estados Unidos está en declive, lo que les da una oportunidad histórica para avanzar en sus intereses globales sin una respuesta fuerte por parte de Occidente.
Crean un campo minado
En este sentido, Estados Unidos es negligente al no ver la imagen más amplia de la estrategia de Putin, que no solo busca ganar terreno en Ucrania, sino también desestabilizar las democracias emergentes en el flanco oriental de Europa. La situación en Georgia es particularmente alarmante. Las elecciones del partido Sueño Georgiano, respaldadas por el Kremlin, fueron rápidamente cuestionadas por protestas masivas que denunciaban fraude electoral. La presidenta prooccidental del país, Salomé Zourabichvili, no tardó en denunciar los resultados como falsificados, señalando que aceptar dichos resultados equivaldría a legitimar una toma de control rusa del país.
La manipulación electoral, el uso de sobornos y la desinformación por parte de Rusia en estas regiones han sido ampliamente documentados. Sin embargo, la falta de una respuesta sólida por parte de Estados Unidos y sus aliados ha dejado a estos países en una situación de vulnerabilidad crítica. Según Brian Whitmore, analista del Atlantic Council, Georgia podría enfrentar tres escenarios posibles: una revolución pacífica a favor de la democracia, una violenta represión de la oposición con el respaldo de Moscú, o incluso una intervención militar directa de Rusia, como ocurrió en 2008.
Con la mirada en e ombligo
A pesar de estas señales preocupantes, Estados Unidos sigue centrado en su política interna. El peligro de esta negligencia no se limita a los países directamente afectados por la influencia rusa. Si Putin y sus aliados continúan ganando terreno en regiones clave como Ucrania, Moldavia y Georgia, el equilibrio de poder en Europa y Asia podría cambiar de manera irreversible. Esto plantea un reto enorme para la seguridad internacional, ya que los autócratas están colaborando en lo que parece ser una causa común: remodelar el orden mundial a su favor mientras Estados Unidos permanece distraído.
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La aversión al riesgo de Washington, que parece estar más interesado en evitar conflictos a corto plazo que en enfrentar la amenaza creciente de este «eje de adversarios», podría tener consecuencias devastadoras. En lugar de una respuesta decidida, la administración estadounidense parece titubear en un momento crucial. Estados Unidos es negligente, y la historia podría no ser indulgente con esta falta de acción. A medida que el reloj avanza, la ventana para detener las ambiciones de Putin, Xi y Kim Jong Un se está cerrando rápidamente.
La falta de una respuesta coherente y fuerte por parte de Estados Unidos y sus aliados ante la estrategia de Moscú podría tener repercusiones de largo alcance. Frederick Kempe y otros expertos advierten que este no es el momento para la inacción. Mientras Rusia, Corea del Norte y China intensifican su colaboración militar y política, Occidente enfrenta un desafío que no puede permitirse ignorar. Estados Unidos es negligente, y el costo de esta negligencia podría ser muy alto.