En un escenario político cada vez más diversificado, los “dobles enemigos” emergen como una nueva fuerza que podría alterar el curso de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2024. Según un análisis del Financial Times, el presidente Joe Biden enfrenta una creciente amenaza de posibles saboteadores de su candidatura a la reelección, que abarcan todo el espectro político.
Esta situación se complica ante una probable revancha contra Donald Trump. Ambos líderes, con índices de aprobación tambaleantes, ven cómo se amplía la lista de candidatos independientes y de terceros partidos, impulsada por un creciente desencanto de los votantes, quienes se describen a sí mismos como “dobles enemigos”, desilusionados tanto con Biden como con Trump.

Amenazas de dobles enemigos
La entrada de figuras como Robert Kennedy Jr., descendiente de la célebre dinastía política estadounidense, y Cornel West, el activista y filósofo progresista, en la carrera presidencial como independientes, añade más capas a esta compleja dinámica. Jill Stein, conocida activista de izquierda, ha anunciado también su intención de postularse por el Partido Verde en 2024, recordando su impacto en la campaña de 2016. Por su parte, Joe Manchin, el senador demócrata centrista, ha despertado especulaciones sobre su posible candidatura tras anunciar que no buscará un nuevo mandato en el Congreso. Manchin podría liderar una candidatura presidencial respaldada por No Labels, una organización centrista.
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La posibilidad de que “dobles enemigos”, candidatos independientes y de terceros partidos quiten votos tanto a Biden como a Trump plantea un escenario incierto, especialmente para el presidente en ejercicio. Los demócratas, aún atormentados por las elecciones de 2016, cuando el recuento de votos de Stein en estados decisivos superó el margen de victoria de Trump sobre Hillary Clinton, temen una repetición de este fenómeno. Según Realclearpolitics.com, Trump actualmente tiene una ligera ventaja sobre Biden en las encuestas, una ventaja que se amplía cuando se incluyen a Kennedy y West como opciones. Este fenómeno refleja el precedente preocupante de 1992, cuando Ross Perot, candidato independiente, capturó una porción significativa del voto nacional, afectando la reelección de George H.W. Bush.
Aún reina el escepticismo
A pesar de estas preocupaciones, muchos en Washington se muestran escépticos sobre el impacto real de los candidatos independientes y de terceros partidos. Se argumenta que se requieren recursos considerables, apoyo popular y una organización robusta para lanzar una campaña presidencial viable. Hasta ahora, Biden ha logrado mantener el respaldo de la mayoría de los demócratas, con Dean Philips y Marianne Williamson como sus únicos rivales para la nominación demócrata, aunque no se consideran amenazas significativas en este punto.

Maxwell Shulman, de Beacon Policy Advisors, señala que es común que los votantes expresen interés por candidatos de terceros partidos un año antes de las elecciones, cuando las consecuencias parecen hipotéticas. Sin embargo, este interés en los “dobles enemigos” suele disminuir a medida que se acercan las elecciones. Kyle Kondik, del Centro de Política de la Universidad de Virginia, concuerda, sugiriendo que muchos votantes, a pesar de lo que indican las encuestas, probablemente «volverán a casa» para votar por los candidatos de los principales partidos o se abstendrán.
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Un electorado desencantado
Este panorama plantea interrogantes cruciales sobre el futuro político de Estados Unidos. Con un electorado cada vez más fragmentado y desencantado, el surgimiento de los “dobles enemigos” podría reconfigurar no solo la carrera presidencial de 2024, sino también el espectro político estadounidense en su conjunto. La incertidumbre rodea a las próximas elecciones, con múltiples posibilidades y un resultado aún indefinido.
El fenómeno de los “dobles enemigos” refleja un cambio significativo en el panorama político de Estados Unidos. Mientras los votantes buscan alternativas fuera de los dos principales partidos, el resultado de las elecciones de 2024 permanece impredecible, poniendo de manifiesto un creciente descontento con el status quo político.