En el complejo tablero de la historia venezolana, Carlos Andrés Pérez (CAP) emerge como una figura que ha logrado evolucionar de villano a ícono nostálgico, especialmente entre los venezolanos de la Generación X. Pero, ¿cómo se explica este vuelco en la percepción sobre un presidente que enfrentó juicio, estuvo preso por malversación de fondos y bajo cuyo mandato sucedió el trágico Caracazo?.
A primera vista, las estadísticas reflejan un período de bonanza. Durante los dos mandatos de CAP, Venezuela vivió una época de altos precios del petróleo, lo que se tradujo en inversiones públicas y un aumento del poder adquisitivo. Según datos del Banco Central de Venezuela, el PIB creció en promedio un 4,2% anual durante su primera presidencia (1974-1979). Un informe del CEPAL destaca que, en ese mismo periodo, el índice de pobreza se redujo considerablemente.
Carlos Andrés Pérez
Sin embargo, los organismos especializados no olvidan que su segundo mandato (1989-1993) estuvo marcado por el llamado «paquete económico», una serie de medidas de ajuste estructural que causaron malestar en una sociedad acostumbrada a la bonanza. La respuesta a ese malestar fue el Caracazo, un levantamiento popular que dejó cientos de muertos y mostró una cara oscura de su administración.
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Carlos Andrés Pérez fue un líder visionario, según José Virtuoso, historiador de la Universidad Católica Andrés Bello. «Fue un presidente que entendió que Venezuela necesitaba modernizarse. Pero quizá no midió las consecuencias sociales de sus decisiones económicas», puntualiza. Otros analistas políticos, como Margarita López Maya, recalcan que, a pesar de sus errores, CAP promovió una visión de desarrollo y apertura que contrasta con las políticas más cerradas y autoritarias que vendrían después.
El recuerdo y la crisis
Con el tiempo y en el contexto de una Venezuela del siglo XXI en crisis, la figura de Carlos Andrés Pérez ha sido reevaluada. «La historia no es estática. Cambia según el prisma con el que se mire. Y hoy, muchos venezolanos, en medio de la escasez y la hiperinflación, miran hacia atrás y ven aquellos años como de mayor estabilidad», comenta el historiador Luis Pellicer.
¿Por qué, entonces, ese cambio de percepción? La respuesta podría encontrarse en la nostalgia. La Generación X vivió en carne propia los años de CAP, tanto los buenos como los malos. Pero con el deterioro económico, político y social que ha experimentado Venezuela en las últimas décadas, los recuerdos de una vida mejor, aunque imperfecta, pesan más.
La memoria es selectiva
Carlos Romero, politólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela, lo ve así: «La memoria es selectiva. Cuando enfrentas tiempos difíciles, es fácil romantizar el pasado, incluso si ese pasado tuvo sus propios desafíos». Y es que, para muchos de esta generación, los errores de Carlos Andrés Pérez palidecen en comparación con los desafíos actuales.
El gobierno actual ha intentado capitalizar esta nostalgia. En discursos recientes, altos funcionarios han señalado que, a pesar de los desafíos del presente, es importante recordar los errores del pasado para no repetirlos. Sin embargo, la voz popular parece tener una opinión diferente.
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Vamos a las encuestas
La opinión pública refleja este cambio de percepción. Una encuesta realizada por la firma Datanálisis en 2022 reveló que un 58% de los venezolanos de la Generación X tiene una opinión positiva de Carlos Andrés Pérez. La frase «éramos felices y no lo sabíamos» ha sido repetida en redes sociales, programas de radio y conversaciones cotidianas.
Mientras que la historia oficial puede mantener una narrativa, la memoria colectiva es más fluida. Carlos Andrés Pérez, con todas sus contradicciones y errores, ha encontrado un lugar en los «altares de la imaginación» de muchos venezolanos que añoran tiempos de mayor estabilidad y prosperidad. Como toda figura histórica, su legado seguirá siendo objeto de debate, pero lo que es innegable es su renovada presencia en el imaginario popular.