En un duro cuestionamiento al gobierno mexicano, autoridades de Florida han señalado que la reciente incorporación de 199 médicos cubanos en programas de salud en México representa una clara promoción del trabajo forzoso de los médicos cubanos. Según legisladores y activistas, esta práctica no solo socava los derechos humanos, sino que también contraviene compromisos internacionales asumidos en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que establece la prohibición del trabajo forzado en cualquier forma.
Arturo McFields, periodista exiliado y ex embajador de Nicaragua ante la OEA, publicó recientemente en el portal estadounidense The Hill un artículo titulado: “México viola el T-MEC al apoyar la explotación de médicos cubanos”. En su texto, McFields denuncia que el gobierno mexicano no ha jugado limpio en la aplicación del acuerdo comercial, señalando que previamente ha permitido que China utilice su territorio como puerta trasera para exportaciones. Según el periodista, la llegada de estas brigadas médicas cubanas no solo representa un retroceso en términos laborales, sino que también fortalece el régimen cubano mientras debilita las instituciones mexicanas.
Trabajo forzoso de los médicos cubanos
El esquema de las brigadas médicas cubanas ha sido ampliamente criticado por organismos internacionales y legisladores estadounidenses. Denuncias señalan que estos médicos, presentados como «voluntarios», operan bajo un sistema que se asemeja al trabajo forzoso. Aunque los gobiernos receptores pagan mies de dólares por sus servicios, las autoridades cubanas retienen hasta el 90% de estos ingresos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha documentado casos en los que los médicos trabajan jornadas de 64 horas semanales, enfrentan acoso sexual y, en caso de intentar desertar, son penalizados con penas de prisión que oscilan entre tres y ocho años. Esta situación ha sido calificada por el Congreso de los Estados Unidos como una forma de esclavitud moderna.

El T-MEC, firmado por México en 2018, incluye disposiciones claras para proteger los derechos laborales. En su artículo 23 se exige la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio, un principio que estas misiones médicas parecen violar. Para algunos legisladores de Florida, como María Elvira Salazar y Marco Rubio, la llegada de estas brigadas es un flagrante incumplimiento de las normas establecidas en el tratado, además de ser una frente a los valores fundamentales de derechos humanos que ambos países se han comprometido a respetar.
El trabajo forzoso de los médicos cubanos no es un fenómeno nuevo. Desde la década de 1960, el régimen cubano ha utilizado las llamadas «misiones internacionales» no solo como una fuente de ingresos, sino también como un mecanismo de control político y propagandístico. Sin embargo, el contexto actual ha intensificado las críticas debido a la implicación de México como facilitador de estas prácticas. En los últimos dos años, el gobierno mexicano ha pagado 24 millones de dólares al régimen cubano por estas brigadas, con un promedio de 5.000 dólares por médico, de los cuales los profesionales solo reciben una fracción ínfima.
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¿Militares encubiertos?
Organizaciones como Prisoners Defenders han denunciado que algunos de los médicos enviados al extranjero son en realidad militares encubiertos. Esto no solo genera preocupación por la explotación laboral, sino que también plantea interrogantes sobre posibles operaciones encubiertas bajo la fachada de ayuda médica. Desde África hasta América Latina, estas brigadas han sido señaladas para involucrarse en actividades que van más allá de la medicina, incluyendo entrenamientos militares y actividades de inteligencia.
En 2023, los senadores Marco Rubio y Bob Menéndez enviaron una carta al secretario de Estado Antony Blinken, instando a que Estados Unidos tome medidas más contundentes contra estas prácticas. Según Rubio y Menéndez, el trabajo forzoso de los médicos cubanos no solo contraviene el T-MEC, sino que también vulnera principios fundamentales de la Constitución mexicana, que prohíbe explícitamente la esclavitud y la explotación laboral. Además, la Ley Global Magnitsky, que permite sancionar a actores internacionales implicados en corrupción y violaciones de derechos humanos, ha sido propuesta como una herramienta para castigar a quienes se benefician de este esquema.
Perjuicio para los médicos mexicanos
La respuesta del gobierno mexicano ha sido ambigua. Aunque defiende oficialmente la colaboración con las brigadas cubanas como un esfuerzo por fortalecer los sistemas de salud, las críticas dentro y fuera del país sugieren que este argumento carece de fundamento. Muchos cuestionan por qué, en lugar de contratar a médicos mexicanos, se recurre a profesionales extranjeros en condiciones laborales precarias. Para Arturo McFields, esta política no solo perjudica a los cubanos, sino también a los propios mexicanos, al limitar las oportunidades de empleo para los trabajadores locales.

La comunidad internacional también ha comenzado a tomar nota de estas denuncias. Naciones Unidas ha señalado previamente que el trabajo forzoso es una violación de derechos humanos fundamentales, recogidos en instrumentos como la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Convenio sobre la abolición del trabajo forzoso. Sin embargo, la respuesta global ha sido insuficiente para frenar estas prácticas, que continúan proporcionando al régimen cubano ingresos vitales mientras perpetúan la explotación de sus ciudadanos.
Los efectos de estas misiones trascienden lo laboral. El apoyo que México brinda al régimen cubano a través de estas brigadas médicas no solo perpetúa un sistema de explotación, sino que también refuerza una dictadura que lleva más de 60 años en el poder. Al mismo tiempo, esta dinámica genera tensiones diplomáticas con Estados Unidos, que ha insistido en que el trabajo forzoso de los médicos cubanos debe ser considerado una prioridad en la agenda bilateral.
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Herramientas de propaganda
La situación plantea preguntas urgentes sobre el papel de México en la región y su compromiso con los derechos humanos. Mientras que algunos ven en estas brigadas una solución pragmática a los problemas de salud, otros consideran que representan una traición a los principios fundamentales de justicia y dignidad laboral. Para los médicos cubanos, que ven sus aspiraciones frustradas por un sistema que los utilizan como herramientas de propaganda, la lucha por la libertad sigue siendo un sueño lejano.
El debate sobre el trabajo forzoso de los médicos cubanos también ha encendido alarmas entre activistas de derechos humanos, quienes señalan que esta práctica es una estrategia deliberada del régimen de La Habana para mantener un flujo constante de ingresos en divisas, a gastos de las libertades individuales de los médicos. Muchos de estos profesionales enfrentan severas restricciones, incluyendo la prohibición de viajar con sus familias y la constante vigilancia de agentes del gobierno cubano durante sus misiones en el extranjero. Este nivel de control, según expertos, refuerza la narrativa de que estas brigadas no son solo una forma de explotación laboral, sino también una herramienta de opresión estatal que exporta el autoritarismo cubano bajo el pretexto de la cooperación médica.