Gobiernos de Chile y Bolivia creen que Milei alucina con la denuncia sobre Hezbolá

En un giro reciente y dramático en la política exterior de Argentina, el Gobierno de Javier Milei ha levantado olas de controversia al denunciar actividades supuestamente vinculadas con Hezbolá en los territorios de Chile y Bolivia. Este audaz movimiento, que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich defendió como una alerta frente a amenazas inminentes, ha sido recibido con escepticismo y rechazo por parte de los gobiernos chileno y boliviano. Según Bullrich, Hezbolá, una milicia proiraní, opera en el norte de Chile, mientras que Bolivia acogería a cientos de miembros de las fuerzas especiales de la Guardia Revolucionaria Islámica.

El artículo original que desató la controversia fue redactado por José Pablo Criales y Fernando Molina, corresponsales de EL PAÍS en Buenos Aires. Ambos periodistas, con una sólida trayectoria en el diario desde 2019 y con experiencia previa en la cobertura de temas latinoamericanos, expusieron en su pieza titulada: “El Gobierno argentino abre un nuevo frente diplomático al denunciar la presencia de milicias proiraníes en Chile y Bolivia”, las implicaciones de las acusaciones y las respuestas de los países involucrados.

Hezbolá en la televisión Argentina

Tras las declaraciones de la ministra Bullrich sobre la presencia de Hezbolá en la región andina, en una entrevista televisiva, el gobierno chileno rápidamente emitió una nota de protesta, exigiendo que se entreguen antecedentes concretos que respalden las afirmaciones. El presidente de Chile, en una entrevista, subrayó que su país no ampara actividades terroristas ni dentro ni fuera de sus fronteras, criticando el canal utilizado por Argentina para hacer estas acusaciones. Por otro lado, la ministra de Interior, Carolina Tohá, reiteró que cualquier sospecha de esta índole debe canalizarse a través de la colaboración policial e inteligencia, no a través de los medios.

En respuesta a las acusaciones argentinas, la Cancillería de Bolivia también manifestó su rechazo, calificando las declaraciones de Bullrich como “equivocadas y desaprensivas”. De acuerdo con el comunicado boliviano, no hay fundamento en las acusaciones y se ha convocado a la embajada argentina en La Paz para dar explicaciones. Bolivia enfatizó su postura pacifista y el respeto a su «centenaria historia de hermandad» con Argentina, desmintiendo cualquier protección a individuos que podrían sembrar terror.

Hezbolá
El presidente de Chile, en una entrevista, subrayó que su país no ampara actividades terroristas ni dentro ni fuera de sus fronteras, criticando el canal utilizado por Argentina para hacer estas acusaciones. Ilustración MidJourney

Milei tiene su protagónico

El contexto de estas acusaciones se sitúa en un momento delicado para Argentina, justo después de que el presidente Milei interrumpiera un viaje en Estados Unidos para formar un comité de crisis en respuesta al reciente ataque de Irán a Israel. Este incidente ha intensificado el discurso prooccidental de Milei y su gobierno, quienes han venido reforzando su alineación con Estados Unidos e Israel, destacando compromisos recientes como la construcción de una base militar conjunta en la Patagonia.

Además, el acuerdo de defensa que Bolivia firmó con Irán en julio del año pasado ha sido motivo de preocupación para Argentina, considerando la historia conflictiva relacionada con Irán y el atentado a la AMIA en Buenos Aires en 1994. Estas circunstancias han llevado a Milei y su gobierno a adoptar una postura vigilante, elevando operativos de seguridad y manteniendo una retórica enfocada en la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada, apalancada a la seguridad de que hay fuerzas de Hezbolá en la zona.

Este escenario diplomático revela no solo las tensiones entre estos países, sino también la complejidad de las relaciones internacionales en un mundo cada vez más polarizado. La denuncia de Argentina pone en evidencia la delicada danza de la diplomacia y la seguridad, y cómo las palabras pueden tanto tender puentes como levantar muros entre naciones. Con cada declaración y cada nota de protesta, la región se ve sacudida por la incertidumbre y la especulación, dejando a la comunidad internacional pendiente de cada próximo movimiento.

Coctel de política e Inteligencia

La reacción de los países afectados por las acusaciones de Argentina subraya una preocupación creciente sobre la utilización de la diplomacia y los canales de inteligencia en la arena pública. Esta práctica, según los críticos, no solo podría deteriorar las relaciones bilaterales, sino también afectar la efectividad de las operaciones de inteligencia que dependen del sigilo y la discreción.

Además, estas acusaciones surgen en un momento en que América Latina se enfrenta a desafíos significativos en términos de seguridad y política exterior. El posicionamiento de Argentina, bajo la administración de Milei, como un actor prooccidental agresivo, busca reafirmar su alineación con los intereses geopolíticos de Estados Unidos e Israel. Sin embargo, este enfoque ha generado tensiones con países vecinos que históricamente han mantenido una postura más neutral o divergente respecto a los conflictos globales.

Hezbolá
Bolivia ha tenido que manejar con cautela sus relaciones exteriores, especialmente con países como Irán y Estados Unidos. El acuerdo con Irán, que incluye cooperación en áreas no militares como la tecnología y el comercio, ha sido objeto de interpretaciones y críticas que sugieren una alianza militar o de seguridad más profunda. Ilustración MidJourney.

El tratamiento mediático de la situación donde Hezbolá aparece en Los Andes, también juega un papel crucial en la forma en que estas acusaciones son percibidas tanto a nivel nacional como internacional. Mientras que algunos medios en Argentina pueden presentar las acusaciones como un paso necesario para asegurar la nación contra amenazas externas, medios en Chile y Bolivia tienden a enfocar en la falta de pruebas y en los posibles motivos políticos detrás de las declaraciones de Argentina. Esto no solo afecta la opinión pública, sino que también influye en cómo las diplomacias de los países involucrados manejan la crisis.

Sin evidencias en show

El papel de Hezbolá en estas acusaciones no es trivial. La organización, etiquetada como terrorista por varios países, es vista con gran suspicacia en regiones fuera del Medio Oriente. Sin embargo, la falta de evidencia concreta y el uso de canales no oficiales para hacer tales acusaciones complica la situación. Si bien es cierto que las preocupaciones sobre actividades terroristas deben tomarse en serio, el modo en que se presentan estas preocupaciones puede tener grandes repercusiones diplomáticas.

En el caso específico de Bolivia, el gobierno ha tenido que manejar con cautela sus relaciones exteriores, especialmente con países como Irán y Estados Unidos. El acuerdo con Irán, que incluye cooperación en áreas no militares como la tecnología y el comercio, ha sido objeto de interpretaciones y críticas que sugieren una alianza militar o de seguridad más profunda. Estas interpretaciones han provocado una defensa vehemente por parte de Bolivia, que insiste en que su política exterior busca la cooperación pacífica y el respeto mutuo entre naciones.

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Saber comunicar

En este complicado escenario internacional, la capacidad de los gobiernos para manejar sus relaciones exteriores y comunicar efectivamente sus políticas y preocupaciones se vuelve más crítica que nunca. Las declaraciones de los líderes y ministros, y cómo estos mensajes son interpretados y utilizados por otros países y por la prensa, pueden tener consecuencias duraderas en la estabilidad regional y global.

Finalmente, el caso subraya la importancia de una diplomacia cuidadosa y meditada, particularmente en una época donde la información y la desinformación pueden propagarse con rapidez. Para los países de América Latina, y para Argentina en particular, este incidente donde hacen aparecer a Hezbolá, ofrece una lección valiosa sobre el peso de las palabras en la política internacional y la necesidad de proceder con prudencia para fomentar un ambiente de cooperación y confianza mutua en lugar de sospecha y confrontación. La situación delicada de Argentina refleja un equilibrio entre la seguridad nacional y la estabilidad diplomática, un equilibrio que todos los países involucrados deben navegar con cuidado y responsabilidad en el futuro.

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