NYT: Un trasgresor como Donald Trump es protegido por la justicia que él critica

El Consejo Editorial del The New York Times ha manifestado que Donald Trump, a pesar de sus continuas críticas y ataques al sistema judicial, se beneficia de las mismas garantías de un proceso justo que intentó negar a otros durante su mandato. Esto se evidencia en su juicio actual en el Bajo Manhattan, marcando la primera vez que un presidente electo enfrenta un proceso penal en Estados Unidos. La ironía de su situación es palpable, dado que Trump ha denunciado repetidamente el sistema de justicia que ahora le ofrece protección.

Según Jonathan Martin, reportero del NYT y autor del editorial titulado «Donald Trump y la justicia estadounidense», el caso que se está llevando a cabo podría ser el único de los cuatro procesos penales contra Trump que llegue a juicio antes de las elecciones de noviembre. A pesar de que las acusaciones de interferencia electoral no son las más graves entre los cargos que enfrenta, la decisión de un jurado podría tener un impacto significativo en su carrera política y en la percepción pública.

Donald Trump: El gran desacreditador

Trump, quien ha descrito estos procesos como una «caza de brujas» motivada por el partidismo, enfrenta un total de 88 cargos por delitos graves. Sus declaraciones han buscado desacreditar la imparcialidad del juez y del fiscal, sugiriendo que no podría recibir un juicio justo en Nueva York debido a la supuesta parcialidad de los neoyorquinos. Sin embargo, los procedimientos iniciales, dedicados a la selección del jurado, han demostrado un enfoque meticuloso y respetuoso por parte de todos los involucrados, excepto Trump.

El fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, a través de Joshua Steinglass, ha hecho hincapié en que el caso «no tiene nada que ver con política personal», solicitando a los jurados potenciales mantener la mente abierta. La seriedad con la que los posibles jurados han abordado sus responsabilidades refleja la profundidad de la preocupación pública por el proceso y su resultado. A pesar de algunos rechazos por prejuicios u opiniones políticas, el juez Juan Merchán ha mostrado una paciencia excepcional ante los continuos intentos de Trump por deslegitimar el proceso.

Trump
Trump, quien ha descrito estos procesos como una «caza de brujas» motivada por el partidismo, enfrenta un total de 88 cargos por delitos graves. Sus declaraciones han buscado desacreditar la imparcialidad del juez y del fiscal, sugiriendo que no podría recibir un juicio justo en Nueva York debido a la supuesta parcialidad de los neoyorquinos. Ilustración MidJourney

Sobre la supuesta inmunidad

Más allá del juicio en Nueva York, Trump ha buscado aprovechar todas las vías legales disponibles para retrasar o interferir con los procedimientos judiciales. Ha presentado múltiples apelaciones, incluso una acción civil contra el juez, que han sido rechazadas rápidamente por los tribunales superiores. Esto subraya el funcionamiento adecuado del sistema de justicia, que, a pesar de las críticas de Trump, sigue siendo deliberado y justo.

A nivel federal, Trump ha enfrentado rechazos similares. A pesar de sus alegatos de inmunidad por acciones tomadas mientras era presidente, los tribunales han negado repetidamente estas afirmaciones. Sin embargo, la Corte Suprema ha aceptado escuchar una apelación sobre su reclamación de inmunidad, lo que podría retrasar su juicio en ese caso específico hasta después de las elecciones.

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En otros casos, como el de la retención ilegal de documentos de seguridad nacional altamente clasificados, Trump ha obtenido decisiones judiciales favorables que han prolongado el proceso. Esto no solo demuestra su capacidad para manipular las protecciones legales a su favor, sino que también resalta su visión de un sistema legal que funcione exclusivamente en su beneficio.

Peligro para la justicia y democracia

Si Trump fuera reelegido, ha expresado su intención de poner al Departamento de Justicia bajo su control más directo, usando la entidad para proteger a sus aliados y castigar a sus adversarios. Esta perspectiva de un abuso continuado de poder representa un peligro real para la integridad del sistema judicial de Estados Unidos y la democracia en general.

Mientras tanto, los estadounidenses observan y evalúan no solo los hechos presentados en el juicio sino también el comportamiento y las declaraciones de Trump a lo largo de su carrera. Su desprecio por la ley y su disposición a degradar la justicia para sus fines personales lo hacen, para muchos, manifiestamente inadecuado para el cargo. En última instancia, será la ciudadanía de Manhattan y el pueblo estadounidense quienes determinarán el destino de Trump, tanto en los tribunales como en las urnas.

El caso contra Trump no solo pone a prueba su futuro político y legal, sino también la robustez del sistema judicial estadounidense ante la presión política y la manipulación pública. A lo largo de este proceso, el ex-presidente ha continuado exhibiendo una defensa que retrata su propia narrativa de victimización. En sus intervenciones, tanto dentro del tribunal como en apariciones públicas, Trump se presenta como el blanco de una persecución política injusta. Sin embargo, esta postura se basa en afirmaciones falsas y omite la gravedad y el número de cargos que enfrenta.

Desafío y desdén por la ley

La defensa de Trump en el juicio ha sido una mezcla de desafío y desdén por las normas judiciales. Ha intentado, sin éxito, desacreditar a los fiscales y al juez, alegando un trato desfavorable que compromete su capacidad de obtener un juicio justo. A pesar de estas tácticas, el juicio ha procedido con una meticulosa atención a la equidad y la imparcialidad, características esenciales del sistema judicial que Trump tan a menudo critica.

El tratamiento judicial que Trump ha recibido subraya una de las fortalezas más significativas del sistema legal estadounidense: su capacidad para funcionar equitativamente incluso bajo la presión de casos altamente cargados políticamente. Los jueces y fiscales han trabajado arduamente para asegurar que el juicio no solo sea justo sino percibido como tal, entendiendo la importancia de la transparencia y la equidad en el mantenimiento de la confianza pública en el sistema judicial.

Trump
Si Trump fuera reelegido, ha expresado su intención de poner al Departamento de Justicia bajo su control más directo, usando la entidad para proteger a sus aliados y castigar a sus adversarios. Esta perspectiva de un abuso continuado de poder representa un peligro real para la integridad del sistema judicial de Estados Unidos y la democracia en general. Ilustración MidJourney.

Trump ha tenido la oportunidad de defenderse en un marco que él mismo ha intentado debilitar. La paradoja de su situación es evidente: critica un sistema del cual se beneficia plenamente y cuyas protecciones ahora busca explotar al máximo para evitar repercusiones legales. Esta contradicción no ha pasado desapercibida para el público ni para los comentaristas políticos, quienes han señalado la ironía de que Trump, a menudo un crítico del Estado de derecho, dependa ahora de ese mismo sistema para su salvaguarda personal y política.

Un malcriado del primer mundo

La perspectiva de Trump sobre la justicia y su tratamiento en estos juicios refleja no solo su actitud hacia el derecho sino también su enfoque general hacia el gobierno y la autoridad. Como presidente, demostró poco respeto por las normas y procedimientos legales, a menudo buscando maneras de eludir o manipular el sistema para sus propios fines. Esta tendencia hacia la autocracia es precisamente lo que muchos críticos temen que podría intensificarse si Trump logra un retorno al poder.

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A medida que el juicio avanza y los detalles emergen, el público tiene la tarea de juzgar no solo la legalidad de las acciones de Trump, sino también el impacto de su liderazgo en la integridad del sistema judicial y político de la nación. La resolución de este caso y su desenlace electoral podrían ser un momento decisivo para Estados Unidos, determinando si los principios de justicia y equidad prevalecerán sobre los intentos de subvertirlos para beneficio personal y político.

El proceso judicial contra Trump es, por lo tanto, más que la determinación de su culpabilidad; es una evaluación de la resistencia de la democracia estadounidense frente a las presiones de sus propios líderes electos. A medida que se acercan las elecciones de noviembre, la atención no solo está en los posibles resultados legales, sino también en la respuesta del electorado ante un candidato que desafía tan abiertamente los fundamentos del Estado de derecho.

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