China ha extendido silenciosamente su presencia en el sur global, mientras Estados Unidos, enfrascado en sus propias misiones en el Medio Oriente, no parecía prestar atención. Hasta ahora. Es evidente que el gigante norteamericano está buscando redefinir su posición en el panorama mundial, y en particular en el sur de América, donde el auge de China es más evidente.
Son pocos los países en el denominado Sur Global que no mantienen relaciones comerciales, proyectos a futuro, desarrollos en crecimiento, préstamos o deudas con China. A medida que EE. UU. continuaba su campaña en el Medio Oriente y otras actividades, China se concentraba en establecer relaciones en regiones del mundo, en su mayoría desatendidas y en necesidad de capital para el desarrollo.
Epicentro en el sur gobal
Suramérica es un testimonio de esta expansión china. Casi todos los países de esta región tienen algún tipo de relación con Beijing. De hecho, la lista es larga y detallada. China ha sabido cómo ofrecer oportunidades económicas y proyectos de infraestructura a naciones sedientas de desarrollo.
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Sin embargo, la reacción de los Estados Unidos para frenar la influencia China en el sur global no se ha hecho esperar. Una de las respuestas más contundentes ha sido en el ámbito militar. Recientemente, se ha sabido que Estados Unidos busca expandir una fuerza de élite, ya operativa en Colombia, Panamá y Honduras, a otros tres países de la región. Las Brigadas de Asistencia de Fuerza de Seguridad (SFAB), creadas en 2017, se han fijado como objetivo expandir su presencia en América Latina. Un documento del Ejército estadounidense fechado en agosto de 2023 indica una expansión de estas fuerzas hacia Ecuador, Perú y Uruguay. La razón detrás de esto es clara: «contrarrestar la influencia de otras naciones», como China.
EE.UU. quiere asegurar a sus clientes
En palabras del experto Aníbal García, en entrevista con Sputnik, estas acciones buscan impedir el avance de China y Rusia en la región y «asegurar clientes» para la industria militar estadounidense. García añadió que, desde la administración de Obama, y reforzado con Trump y Biden, el objetivo ha sido evitar que otras potencias extranjeras ganen terreno en la región. De hecho, las referencias de la administración Biden hacia China y Rusia como adversarios geopolíticos son claras y evidentes.
El interés de Estados Unidos en reforzar su posición militar en la región tiene varias facetas. Los cambios ideológicos y políticos en América Latina u otras latitudes del sur global han hecho que la tradicional influencia militar estadounidense se vea dificultada. Además, la región del Asia Pacífico, especialmente el océano Pacífico, ha sido un punto de atención para Washington, y países como Ecuador, Perú y Chile son claves en este escenario. Por ejemplo, la relación de Perú con Estados Unidos ha sido consistente en términos de seguridad, siendo uno de los países que más financiamiento militar recibe y con una presencia constante de tropas del Comando Sur.
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Alineando políticas
Aunque la dinámica económica con China se ha solidificado, Estados Unidos busca mantener una influencia fuerte y constante en la región, especialmente en términos militares. Para Washington, mantener contacto con las fuerzas armadas locales es esencial para alinear las políticas y objetivos militares a su visión.
En conclusión, mientras China continúa su avance económico y diplomático en el sur global, Estados Unidos busca fortalecer su posición militar y estratégica. La región se encuentra en medio de dos gigantes con objetivos diferentes, pero con una cosa en común: el deseo de influir y consolidar su presencia en el sur global. Solo el tiempo dirá cómo evolucionan estas relaciones y cuál será el resultado final para las naciones involucradas.