A finales de 2022, las apretadas páginas de los libros contables de comercio exterior de China revelaron un inusual desajuste. Un hallazgo que dejaría al descubierto el delicado equilibrio con el que Estados Unidos y sus aliados estaban maniobrando en el ámbito global del petróleo. En noviembre de ese mismo año, China reportaba una importación de más de un millón de barriles diarios de petróleo proveniente de Malasia, un dato que chocaba brutalmente con el hecho de que la producción total malasia rondaba los 521.000 barriles diarios. Alí apareció el petróleo fantasma. Un misterio en aumento que la Agencia de Información Energética de Estados Unidos (EIA) decidió resaltar esta semana.
Según la EIA, el petróleo procedente de naciones sancionadas, como Rusia, Irán o Venezuela, es constantemente reetiquetado como originario de terceros países. Estos son transferidos en alta mar en operaciones arriesgadas y sin la supervisión adecuada. Esta táctica no solo pone en peligro al medio ambiente, sino también a las tripulaciones que llevan a cabo estas transferencias. Mientras esto sucede, parece ser que las autoridades locales y los gobiernos occidentales eligen mirar hacia otro lado.
El petróleo fantasma
El Ministerio de Inversión, Comercio e Industria de Malasia, por su parte, se ha mantenido en silencio ante las preguntas de la prensa internacional. Pero a pesar de este manto de silencio, el comercio de petróleo «fantasma» o sancionado ha experimentado un marcado aumento. Organizaciones como United Against a Nuclear Iran (UANI) han resaltado que las exportaciones de petróleo iraní han alcanzado máximos en cinco años, siendo China el principal comprador.
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Para muchos expertos, este juego comercial no pasa desapercibido para la Administración Biden. Priorizando el diálogo diplomático, Estados Unidos parece haber relajado la aplicación de sanciones, ofreciendo así un posible incentivo para que países sancionados, como Irán, se sientan atraídos a la mesa de negociaciones. El reciente intercambio de prisioneros y el desbloqueo de fondos iraníes parece subrayar esta estrategia.
Otras razones a considerar
Pero hay más razones que podrían estar detrás de la inacción de Estados Unidos. Jan Stockbruegger, un experto en seguridad marítima, sugiere que el petróleo fantasma o sancionado podría estar desempeñando un papel clave en la estabilización de los precios del petróleo a nivel mundial. Con los precios del petróleo rozando los 100 dólares por barril, mantener el suministro alto se ha convertido en una prioridad, especialmente cuando los precios del combustible pueden influir en la opinión pública y en las elecciones.
El G7, junto con la Unión Europea y Australia, intentaron poner coto a este comercio en 2022, estableciendo un límite al precio del petróleo ruso. Pero este tipo de medidas solo ha impulsado el crecimiento de los «petroleros en las sombras». Ahora, países como Rusia e Irán están en una especie de subasta, ofreciendo petróleo con descuento a China, una situación que parece favorecer más al gigante asiático.
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Los riesgos de a oportunidad
Sin embargo, esta situación podría tener graves consecuencias para el medio ambiente. El aumento de «petrolero fantasma» ha llevado a más incidentes marítimos. En 2022, Reuters reportó al menos ocho situaciones peligrosas que involucraban a petroleros que transportaban crudo sancionado. Aunque, hasta la fecha, los desastres han sido evitados, los expertos advierten que es solo cuestión de tiempo antes de que se produzca una tragedia.
La industria marítima, que ha trabajado durante años para garantizar la seguridad en alta mar, ve cómo este comercio paralelo amenaza con deshacer décadas de progresos. Rolf Thore Roppestad, director ejecutivo de la aseguradora noruega Gard, ha señalado el enorme riesgo financiero y medioambiental que se cierne sobre el horizonte. A medida que la flota en la sombra crece, este riesgo solo aumentará, llevando a muchos a cuestionarse cuánto tiempo más se podrá mantener esta situación sin enfrentar las consecuencias.