Confesiones desde un Starbucks: ¿A quién le preocupan los países en desarrollo?

Ubicada en la esquina de una concurrida avenida, la tienda Starbucks está llena de jóvenes tecnoadictos, pantallas brillantes y aromas a café fresco. Pero mientras algunos disfrutan del último latte de calabaza, en un rincón del establecimiento, un grupo de académicos debate uno de los temas más apremiantes del mundo actual: el preocupante rezago de los países en desarrollo en la era de la tecnología.

Recientemente, en el encuentro del G77+China, António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, se pronunció al respecto. Su comentario «El mundo les está fallando a los países en desarrollo» resonó en los oídos de aquellos que trabajan y estudian las complejidades del desarrollo global. El llamado de Guterres a que estos países «alcen su voz» y a que las reglas de las nuevas tecnologías «no sean escritas sólo por los ricos y privilegiados» no cayó en oídos sordos.

Países en desarrollo
La UNESCO sabe de la situación y lucha por equilibrar las desigualdades. Ilustración MidJourney

Unión de países en desarrollo

Desde su fundación en 1964, el G77 se ha esforzado por promover los intereses económicos colectivos del llamado Sur Global. A pesar de este esfuerzo colectivo, muchos países en desarrollo aún luchan contra problemas endémicos como la pobreza, la inseguridad alimentaria y la falta de acceso a servicios básicos, mientras que la brecha tecnológica con el Norte desarrollado se amplía cada vez más.

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El Banco Mundial informa que más de 773 millones de adultos aún no saben leer o escribir. Más preocupante aún es que el 56% de los niños en edad escolar en países en desarrollo no alcanzarán niveles mínimos de competencia en lectura y matemáticas. Con tales estadísticas, ¿cómo pueden estas naciones competir en un mundo dominado por la tecnología?

Sin acceso a la educación

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), los países en desarrollo están desproporcionadamente afectados por el analfabetismo y la falta de acceso a la educación. Estas limitaciones reducen su capacidad para adoptar y beneficiarse de las nuevas tecnologías. Y con el rápido avance tecnológico que vive el mundo desarrollado, el miedo es que estos países no solo queden rezagados, sino que se les deje atrás por completo.

Países en desarrollo
En el mundo de la instantaneidad parece que poco importa ayudar a los más débiles. Ilustración MidJourney

«El mundo en el que vivimos ahora no solo valora la tecnología, sino que está construido en torno a ella», comenta la Dra. Alejandra Ríos, historiadora y profesora en la Universidad de Buenos Aires. «Desde la agricultura hasta la medicina, la tecnología dicta cómo operamos. Para los países que no pueden mantenerse al día, el riesgo no es solo quedar rezagados, sino quedar completamente excluidos».

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Una percepción compartida

Este punto de vista es compartido por el politólogo Dr. Rajesh Gupta, quien señala: «El acceso a la tecnología no es solo una cuestión de tener el último smartphone. Es sobre tener acceso a información, mercados, medicina, educación y más. Sin esto, los países en desarrollo no solo pierden en términos económicos, sino en el bienestar y la dignidad humanos».

A pesar de la situación, hay esfuerzos en curso para cerrar la brecha. Organizaciones como la ONU y la Unión Internacional de Telecomunicaciones están trabajando para llevar conectividad y educación a las zonas más desfavorecidas. Sin embargo, esto no es suficiente. Se requiere una acción colectiva, no solo de gobiernos y organizaciones, sino también del mundo empresarial y la sociedad civil.

Mientras la discusión en ese Starbucks continuaba, el olor a café recién hecho recordaba que, en un mundo donde se puede obtener un café gourmet en cuestión de segundos, todavía hay quienes luchan por acceder a lo más básico. La tecnología puede ser una herramienta para unir al mundo, pero solo si nos aseguramos de que esté al alcance de todos. Y mientras algunas voces en ese café discuten sobre la próxima innovación tecnológica, otras insisten en que no olvidemos a aquellos que aún están tratando de ponerse al día.

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