El fantasma sionista del “muro de hierro” no deja dormir a Benjamín Netanyahu

En el centro de la tormenta política y militar que envuelve a Israel y a la región de Medio Oriente, se erige una figura controversial que ha dominado la escena israelí durante más de dos décadas: Benjamín Netanyahu. La sombra de una ideología conocida como el “muro de hierro” planea sobre sus decisiones y estrategias, delineando un escenario donde la diplomacia parece ceder ante la fuerza militar. Este concepto, forjado en las profundidades de la historia sionista, sigue siendo un actor principal en la actualidad, especialmente frente a la inminente invasión de Rafah, en la Franja de Gaza, un territorio que alberga a más de un millón de palestinos al borde de la hambruna.

El origen de esta ideología se remonta a 1923, cuando Vladimir Jabotinsky, activista sionista, publicó un ensayo titulado “Sobre el muro de hierro”, en el que argumentaba que el establecimiento de un estado judío en Palestina solo sería posible mediante una fuerza militar insuperable que disuadiera a la población árabe de cualquier intento de resistencia. Esta doctrina, que enfatizaba la intransigencia en el proceso de colonización sionista, se ha perpetuado hasta nuestros días, influenciando decisivamente la política israelí.

A casi un siglo del muro de hierro

Netanyahu, líder del Likud, partido heredero de las ideas de Jabotinsky, ha sido un firme defensor de esta postura, la cual ha marcado su carrera política y ha definido su respuesta a los conflictos con Palestina. La situación actual en Gaza no es una excepción; es más bien la manifestación más reciente y cruda de esta filosofía. El primer ministro israelí ha hecho oídos sordos a las advertencias internacionales, incluida la del presidente estadounidense Joe Biden, sobre las consecuencias de una escalada militar en Rafah. Este acto se enmarca dentro de una batalla más amplia para erradicar a Hamás de Gaza, pero también refleja una convicción profunda en el poder del “muro de hierro” como medio para asegurar la existencia y seguridad de Israel.

Muro de hierro
Netanyahu, líder del Likud, partido heredero de las ideas de Jabotinsky, ha sido un firme defensor de esta postura, la cual ha marcado su carrera política y ha definido su respuesta a los conflictos con Palestina. Ilustración MidJourney

La adhesión a esta ideología no solo se ha traducido en políticas de defensa agresivas sino también en una postura firme contra cualquier forma de compromiso territorial con los palestinos. A lo largo de su liderazgo, Netanyahu ha argumentado que solo a través de la demostración de una fuerza abrumadora Israel puede garantizar su seguridad y existencia. Esta perspectiva ha influenciado significativamente las relaciones de Israel con sus vecinos y la comunidad internacional, llevando a una serie de decisiones que han tenido profundas implicaciones para la región.

Likud y Netanyahu

En el terreno político, el “muro de hierro” ha servido como un principio rector para el Likud y Netanyahu, informando su enfoque hacia los Acuerdos de Abraham y las relaciones con los países árabes. Aunque estos acuerdos representan un hito en la normalización de las relaciones con algunos estados árabes, la reciente escalada con Gaza pone de relieve la fragilidad de la paz regional y la complejidad de navegar los desafíos de seguridad, política y humanitarios que enfrenta Israel.

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La insistencia en una solución militar y la negativa a considerar concesiones territoriales reflejan una visión del mundo en la que la seguridad de Israel se mantiene a través de la fuerza, no a través de la negociación o el compromiso. Esta postura, aunque ha garantizado hasta cierto punto la seguridad de Israel, también ha contribuido a un estancamiento en el proceso de paz y a la perpetuación del conflicto con los palestinos.

Una doctrina infranqueable

El impacto de la doctrina del “muro de hierro” en la política israelí y en la vida de millones de personas en la región es innegable. La decisión de Netanyahu de avanzar con la invasión de Rafah es solo el último capítulo de un conflicto prolongado que no parece tener fin. Mientras el “muro de hierro” continúe siendo un pilar de la política israelí, la posibilidad de una solución pacífica al conflicto palestino-israelí parece cada vez más distante.

En este contexto, la figura de Netanyahu emerge no solo como un líder político, sino como un símbolo de la resiliencia y la controversia que encarna el “muro de hierro”. Su liderazgo refleja una convicción arraigada en la necesidad de seguridad intransigente para Israel, una nación que, desde su fundación, ha enfrentado desafíos existenciales. Sin embargo, esta misma convicción plantea preguntas críticas sobre el costo humano y político de tal postura. La actual crisis humanitaria en Gaza, exacerbada por la inminente invasión de Rafah, es un recordatorio sombrío de las consecuencias de un enfoque que prioriza la seguridad sobre el diálogo y la reconciliación.

Muro de hierro
La crisis en Gaza y la determinación de Netanyahu de seguir adelante con la invasión de Rafah, a pesar de las advertencias internacionales, ponen de relieve la complejidad de equilibrar la seguridad con las demandas humanitarias y políticas. Ilustración MidJourney.

Superioridad militar o nada

La adopción del “muro de hierro” por parte de Netanyahu y su impacto en las políticas israelíes hacia los palestinos también han generado un debate intenso tanto dentro como fuera de Israel. Críticos de esta doctrina argumentan que perpetúa el ciclo de violencia y obstaculiza cualquier esfuerzo hacia una paz duradera. Afirmar que la seguridad puede lograrse únicamente mediante la superioridad militar, ignorando las complejidades políticas y sociales del conflicto, es una visión que ha sido cuestionada por varios sectores de la sociedad israelí y la comunidad internacional.

No obstante, el apoyo a Netanyahu sugiere que una porción significativa de la población israelí comparte su visión de un “muro de hierro” como garantía de seguridad. Este respaldo refleja el profundo escepticismo y la preocupación por la seguridad que prevalecen en la sociedad israelí, moldeados por décadas de conflicto. La pregunta que surge entonces es cómo Israel puede navegar su futuro sin comprometer su seguridad, mientras busca caminos hacia una coexistencia pacífica con sus vecinos.

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La historia del “muro de hierro” y su influencia en la política israelí actual son un recordatorio de las profundas raíces históricas que moldean las decisiones políticas contemporáneas. La visión de Jabotinsky, articulada hace casi un siglo, sigue resonando en las acciones de líderes como Netanyahu, demostrando cómo las ideas y las ideologías del pasado continúan influyendo en el presente y el futuro.

Rafah es el teatro de operaciones

La crisis en Gaza y la determinación de Netanyahu de seguir adelante con la invasión de Rafah, a pesar de las advertencias internacionales, ponen de relieve la complejidad de equilibrar la seguridad con las demandas humanitarias y políticas. Mientras el “muro de hierro” permanezca como piedra angular de la política israelí, las tensiones en la región probablemente persistirán, desafiando las esperanzas de paz y estabilidad.

En última instancia, la doctrina del “muro de hierro” representa un dilema fundamental para Israel: cómo asegurar su existencia sin perpetuar un estado de conflicto perpetuo. La búsqueda de seguridad a través de la fuerza ha sido una constante en la historia de Israel, pero la resolución del conflicto israelí-palestino requerirá más que la simple adhesión a esta ideología. Necesitará de un compromiso renovado con la búsqueda de soluciones diplomáticas que no solo garanticen la seguridad de Israel, sino que también aborden las legítimas aspiraciones y necesidades del pueblo palestino. Solo entonces, el fantasma del “muro de hierro” podrá finalmente dejar de perturbar el sueño de líderes como Netanyahu y de todos aquellos que anhelan la paz en Medio Oriente.

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