“El autobús de las oportunidades petroleras sigue pasando, pero Venezuela sigue sin montarse en él”

En un mundo donde la transición energética se presenta como el gran desafío del siglo, Venezuela, un país con las mayores reservas de petróleo probadas del planeta, parece permanecer estancado en una encrucijada de oportunidades perdidas y decisiones políticas controvertidas. A pesar de tener en sus manos un recurso que aún demanda el mercado global, las políticas internas y las dinámicas geopolíticas han mantenido a Venezuela al margen de las grandes corrientes de inversión y desarrollo petrolero.

Este análisis encuentra sus fundamentos en el trabajo de José Antonio Gil Yepes, reconocido sociólogo venezolano y presidente de Datanálisis entre 1989 y 2011, y asiduo colaborador de El Universal. En su reciente artículo, “Ajustando criterios sobre el futuro petrolero venezolano”, Gil Yepes reflexiona sobre el estado actual y las perspectivas futuras de la industria petrolera venezolana, en contraste con el auge de nuevos competidores como Guyana y el desafío que supone la transición hacia fuentes de energía no contaminantes.

La ambivalencia de Venezuela

Venezuela enfrenta un panorama complejo marcado por una política ambivalente hacia sus aliados tradicionales, Estados Unidos y Europa, y una inclinación hacia naciones con las que comparte menos afinidades geopolíticas, como Rusia, China e Irán. Esta orientación ha generado tensiones que complican el panorama de inversión en el sector petrolero, vital para el renacimiento económico del país.

Además, la legislación venezolana en materia de hidrocarburos, caracterizada por imponer algunas de las cargas impositivas y de regalías más elevadas a nivel mundial, sumado a la exigencia constitucional de mantener el control estatal total sobre PDVSA, ha desincentivado la inversión privada, elemento clave para la revitalización de su industria petrolera. Este marco regulatorio ha llevado a situaciones donde empresas de renombre internacional, como Exxon, abandonaron proyectos significativos en el país.

Venezuela
La conversación que Gil Yepes sostiene con Evanán Romero y Leopoldo Aguerrevere, figuras destacadas de la industria petrolera venezolana, subraya un punto crítico: Venezuela no ha sido capaz de adaptarse ni de aprovechar las oportunidades que el mercado petrolero mundial sigue ofreciendo. Ilustración MidJourney

Evanán Romero y Leopoldo Aguerrevere

La conversación que Gil Yepes sostiene con Evanán Romero y Leopoldo Aguerrevere, figuras destacadas de la industria petrolera venezolana, subraya un punto crítico: Venezuela no ha sido capaz de adaptarse ni de aprovechar las oportunidades que el mercado petrolero mundial sigue ofreciendo. A pesar de los desafíos, los expertos coinciden en que aún es posible una recuperación si se toman las decisiones correctas.

Guyana emerge como un competidor directo, capitalizando las limitaciones de Venezuela. Con una producción petrolera que, si bien es costosa por su ubicación offshore y la profundidad de sus yacimientos, se beneficia de petróleos más livianos que son más atractivos para ciertos segmentos del mercado. La ventaja comparativa de Venezuela, con crudos de menor calidad, pero más baratos de producir, se ve comprometida por políticas internas que no han sabido preservar activos clave como CITGO, ni atraer inversión extranjera debido a un entorno de negocio poco atractivo.

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El mundo no acelera

El retraso en la sustitución del petróleo por energías no contaminantes a nivel global, a pesar de ser una amenaza latente, representa una ventana de oportunidad para Venezuela. La demanda mundial de petróleo proyectada a alcanzar cifras récord en los próximos años, junto con la necesidad de diversificar fuentes de suministro ante la inestabilidad en otras regiones productoras, sitúa a Venezuela en una posición potencialmente ventajosa. Sin embargo, para capitalizar esta oportunidad, es imperativo que Venezuela atraiga inversión y tecnología extranjera, lo que requiere un cambio significativo en su enfoque político y económico.

El desafío para Venezuela no es simplemente geopolítico o económico; es también una cuestión de visión y liderazgo. La capacidad para reconectar con el mercado internacional, ofreciendo condiciones atractivas para la inversión y la operación en el sector petrolero, es fundamental. La experiencia histórica y los recursos están presentes; lo que se necesita es una reorientación estratégica que priorice el pragmatismo sobre la ideología.

Autobús de las oportunidades

La conclusión es clara: el autobús de las oportunidades petroleras no ha dejado de pasar por Venezuela. Sin embargo, para montarse en él, el país debe realizar ajustes profundos y estratégicos en su política y gestión petrolera. La reforma de la Ley de Hidrocarburos y la Constitución para permitir una mayor participación del capital privado, nacional e internacional, en la industria petrolera, no solo es deseable sino esencial. El precedente de las Asociaciones Estratégicas es un modelo sobre el cual se puede construir, ajustándolo a las realidades y exigencias del mercado global actual.

El regreso a prácticas que fomenten la inversión extranjera y la colaboración internacional en el sector petrolero es vital. Esto implica no solo cambios legislativos, sino también una revisión profunda de la política exterior y de seguridad energética del país. La reconstrucción de la confianza con Estados Unidos, Europa, y otros actores internacionales clave será un proceso arduo pero necesario. La diplomacia y las negociaciones deben orientarse a desactivar las sanciones y abrir el camino para nuevas inversiones y proyectos conjuntos.

Visión a largo plazo

El potencial de Venezuela para recuperar su lugar en el escenario petrolero mundial es indiscutible. Su ubicación geográfica, junto a las mayores reservas de crudo del mundo, le confiere una ventaja estratégica que pocos países poseen. Sin embargo, el éxito de esta empresa requiere una visión a largo plazo que priorice el desarrollo económico y social sobre las disputas políticas e ideológicas.

Venezuela
El futuro petrolero de Venezuela está en un punto de inflexión. Las decisiones que se tomen hoy determinarán si el país puede reintegrarse con éxito al mercado petrolero mundial o si, por el contrario, continuará marginado, observando cómo el autobús de las oportunidades petroleras pasa sin poder montarse. Ilustración MidJourney.

La tecnología y la innovación también

jugarán un papel crucial en la revitalización de la industria petrolera venezolana. La inversión en tecnologías de extracción y refinación más eficientes y menos contaminantes puede mejorar significativamente la competitividad de Venezuela en el mercado internacional. Además, la adopción de prácticas de sostenibilidad y responsabilidad ambiental será fundamental para navegar las crecientes demandas globales en materia de cambio climático y transición energética.

Por otro lado, la situación interna de PDVSA necesita una atención urgente. La corrupción, la falta de inversión y el deterioro de la infraestructura han mermado severamente su capacidad operativa. Una reestructuración profunda, que incluya una gestión transparente y eficiente, es esencial para recuperar la producción a niveles competitivos. Esto, a su vez, requiere de un compromiso con la meritocracia y la profesionalización de su fuerza laboral, alejándose de las prácticas de politización que han dañado su desempeño y reputación.

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Una nueva generación

La educación y formación de una nueva generación de ingenieros, técnicos y especialistas en petróleo es otro pilar fundamental en la reconstrucción de la industria. La inversión en educación técnica y superior, vinculada directamente a las necesidades del sector petrolero, no solo asegurará el relevo generacional necesario, sino que también contribuirá a la innovación y adaptación tecnológica.

La experiencia internacional demuestra que los países que han logrado dinamizar su sector petrolero en tiempos de cambio han sido aquellos que han adoptado políticas flexibles, orientadas al mercado, con fuerte énfasis en la inversión en tecnología y desarrollo humano. Venezuela tiene la oportunidad de aprender de estos ejemplos y adaptarlos a su contexto único.

El futuro petrolero de Venezuela está en un punto de inflexión. Las decisiones que se tomen hoy determinarán si el país puede reintegrarse con éxito al mercado petrolero mundial o si, por el contrario, continuará marginado, observando cómo el autobús de las oportunidades petroleras pasa sin poder montarse. La ventana de oportunidad aún está abierta, pero requiere de un compromiso inmediato y sustancial con la reforma y la apertura. El potencial de Venezuela como potencia energética global puede ser una realidad una vez más, pero solo si se toman las medidas correctas para hacer frente a los desafíos actuales y futuros.

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