Hamás encausó el malestar de Palestina. La región de Medio Oriente, en especial las tensiones entre Israel y Palestina, siempre ha sido un hervidero de complejidades, pero los recientes acontecimientos han dejado a muchos observadores y expertos atónitos. Aunque Elie Barnavi, ex embajador de Israel en Francia, comentó a Marie Durrieu, investigadora asociada al Instituto de Investigaciones Estratégicas de la Escuela Militar en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, que tales sucesos eran «sorprendentes pero predecibles».
Desde una perspectiva local, la sensación que impregna el aire palestino es de desesperanza. Ya no es el clamor por la paz lo que resuena en las calles, sino el urgente grito de «fin de la ocupación». Los jóvenes, en particular, evocan la «resistencia por todos los medios». Es dentro de este contexto en el que Hamás, buscando legitimarse y captar el apoyo de una parte de la opinión pública palestina, llevó a cabo su ataque.
Estalló el malestar de Palestina
Las cifras relativas a la Franja de Gaza son asombrosas y trágicas. Cada dato a continuación ilustra el malestar de Palestina. Con 2,3 millones de palestinos viviendo en 365 kilómetros cuadrados, Gaza es una de las zonas más densamente pobladas del planeta. A medida que el desempleo y la pobreza asfixian a sus habitantes, el bloqueo impuesto por Israel desde 2007 corta casi todos los vínculos de Gaza con el exterior. Este bloqueo, que ha llevado a numerosos cortes de agua y electricidad, ha convertido a Gaza en lo que muchos llaman una «prisión al aire libre». Asimsimo dos tercios de la población viven por debajo del umbral de pobreza y, según la ONG israelí B’Tselem, la tasa de desempleo es del 75% entre los menores de 29 años.
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Esta falta de recursos y el aislamiento forzado han llevado a la radicalización, en especial entre los jóvenes, quienes sienten que han sido abandonados y que ya no tienen nada que perder. Cansados de las promesas rotas y las soluciones políticas que no llegan, muchos ven la resistencia violenta como la única opción viable. Esta es una idea que ha sido fuertemente promovida por grupos islamistas, que han aumentado su base de seguidores.
Los carceleros internos
Mientras tanto, el panorama político palestino también se encuentra en ruinas. Han pasado años desde las últimas elecciones, y la Autoridad Palestina, aunque sigue siendo reconocida a nivel internacional como la voz del pueblo palestino, se ha transformado en una entidad sin poder real. Mahmoud Abbas, quien a sus 87 años ha concentrado el poder en sus manos, es visto por muchos como un líder que ha perdido el apoyo de su gente y que, en muchos casos, se le considera cómplice de la ocupación israelí.
El malestar de Palestina se ha arraigado tanto que ha llevado a la aparición de «lobos solitarios», individuos que actúan por cuenta propia impulsados por el descontento y la desesperación. Como fue el caso del conductor palestino que, impulsado por la desesperanza, atropelló a un grupo de soldados israelíes.
Con una población cada vez más desesperada, la aparición de Hamás como una figura central en los ataques no debería sorprender a nadie. Si bien es cierto que la organización ha aprovechado la desesperación generalizada para ganarse a parte de la opinión pública palestina, lo que no se puede negar es que la situación actual es el resultado de años de políticas y decisiones que han dejado a Gaza y a toda Palestina en un estado de asfixia.
El trabajo es largo
Y como advierte Elie Barnavi, con la creciente desesperación y la radicalización en aumento, podría ser solo cuestión de tiempo antes de que se desencadene una nueva intifada. Es imperativo que la comunidad internacional reconozca la complejidad de la situación y trabaje unida para encontrar soluciones a largo plazo que permitan a ambas partes vivir en paz y prosperidad. Sin embargo, hasta que eso ocurra, Palestina seguirá siendo un polvorín, con Hamás y otros grupos aprovechando la desesperación y el malestar de la gente para impulsar sus agendas.
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En el corazón de esta crisis, el malestar de Palestina se ha convertido en un símbolo potente de lucha y resistencia. A lo largo de los años, el sentimiento de desesperación y abandono se ha entrelazado con la identidad nacional palestina. Mientras los líderes mundiales y las potencias regionales debaten y discuten soluciones, es esencial no perder de vista el dolor humano real detrás de estas políticas y decisiones. Cada acción, cada declaración y cada medida tomada por los actores involucrados debería ser vista a través del prisma de este malestar, reconociendo las vidas afectadas y buscando genuinamente un camino hacia una paz duradera y justa.