El Gran Juego, un término popularizado por Rudyard Kipling en el siglo XIX, describía la intensa rivalidad entre la Inglaterra victoriana y la Rusia zarista en el Cáucaso y Asia Central. Dos siglos han pasado desde entonces, y la Investigadora Taline Ter Minassian, en su reciente obra «Sobre el tablero de ajedrez del Grand Jeu», traza un panorama sobre cómo esta rivalidad se ha transformado y adaptado a los cambiantes escenarios geopolíticos.
Afganistán, una nación estratégicamente ubicada en el centro de este «juego», ha sido testigo de guerras, invasiones y conflictos, impulsados por las ambiciones de las grandes potencias. Cinco guerras sucesivas, en las cuales Gran Bretaña, la URSS y Estados Unidos sufrieron derrotas, han dejado a Afganistán marcado como el «cementerio de imperios».
El Gran Juego
Esta rivalidad, que inicialmente se centró en la defensa de la India británica, ha evolucionado con el tiempo. Intrigas, emboscadas, hazañas y desventuras, todas ellas influenciadas por la inevitable tensión geopolítica, han dejado un rastro de muerte y destrucción. Cada confrontación, cada juego de poder, ha sido una manifestación de esta competencia interminable.
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El Gran Juego no es simplemente una construcción del pasado. Desde la caída de la Unión Soviética en los años 90, la noción del «nuevo Gran Juego» ha emergido, reflejando las tensiones y cuestiones políticas y económicas de Asia Central y el Cáucaso Meridional. Si bien algunos argumentan que este nuevo juego es una mera extrapolación romántica del pasado, la realidad es que las tensiones geopolíticas actuales son palpables, y las piezas en este juego son actores reales con intereses y ambiciones concretas.
Operaciones de espionaje
El renacimiento de esta rivalidad ha sido evidente en diversos escenarios. El nombramiento del nuevo jefe del MI6, Richard Moore, en 2020 reavivó las tensiones. Operaciones de espionaje, envenenamientos, ciberguerra, y diversos actos de sabotaje han sido la tónica de las últimas dos décadas. La «operación militar especial» en Ucrania el 24 de febrero de 2022 marcó otro episodio en este interminable juego de ajedrez geopolítico.
Rusia, por su parte, ha demostrado una actitud beligerante y expansiva, liderando o interviniendo en varios conflictos, desde Georgia y Siria hasta Ucrania. Estas acciones subrayan una estrategia clara: enfrentar directamente a la OTAN y al bloque occidental.
Hay más jugadores
Pero este nuevo Gran Juego no está limitado a Rusia y Occidente. China, con su ambiciosa Iniciativa de la Franja y la Ruta, se ha convertido en un actor crucial. El Corredor Económico China-Pakistán, que conecta Gwadar con Kashgar, es testimonio de la creciente influencia de China en la región.
Lo que resulta evidente es que, aunque el escenario y los actores han cambiado, el juego sigue siendo el mismo. Se trata de una lucha por el poder, la influencia y el control de regiones estratégicas. Cada movimiento, cada acción, tiene repercusiones a nivel global.
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Los grandes perdedores
Y mientras las grandes potencias mueven sus piezas en este juego geopolítico, es la humanidad la que paga el precio. Guerras, conflictos y tensiones han dejado cicatrices profundas en naciones y pueblos. La pregunta que surge es: ¿cuánto tiempo más durará este juego? ¿Y cuál será el costo final para la humanidad?
Ter Minassian concluye en su libro que, aunque el Gran Juego es esencialmente una metáfora de las tensiones geopolíticas, su impacto es muy real. Y a medida que las potencias continúan jugando, es imperativo que la humanidad busque soluciones y caminos hacia la paz y la cooperación. Porque, al final, no se trata solo de un juego. Se trata del destino de naciones y pueblos.