La guerra en Ucrania ha abierto grietas profundas en la percepción de liderazgo global, revelando lo que algunos han descrito como «dos Estados Unidos»: uno comprometido con el sostenimiento de la democracia y otro atrapado en el escepticismo y el cansancio de la intervención extranjera. Esta dicotomía, palpable tanto en los debates políticos como en la opinión pública, resuena en la estrategia geopolítica de una administración Biden que apuesta por la intensificación del apoyo militar, mientras anticipa el regreso de Donald Trump y su enfoque característicamente impredecible. En el centro de esta encrucijada, el Kremlin confía en sus maniobras estratégicas y Ucrania sufre las consecuencias de una guerra devastadora que parece no tener fin.
El análisis de esta compleja situación fue explorado recientemente por el Dr. Imran Khalid, médico y columnista independiente en asuntos internacionales. En su artículo titulado: «La apuesta de Putin, la ayuda de Biden y la sombra de Trump: el drama que se desarrolla en Ucrania», publicado en The Hill, Khalid detalla cómo las decisiones del presidente Joe Biden y del presidente ruso Vladimir Putin están reconfigurando el campo de batalla, justo cuando Donald Trump emerge como una figura clave en el horizonte político. Khalid, quien posee una maestría en relaciones internacionales, ofrece una perspectiva única desde su residencia en Karachi, Pakistán, destacando las implicaciones globales de esta guerra para Ucrania y más allá.
Hoy existen dos Estados Unidos
El concepto de «dos Estados Unidos» encapsula más que una simple división política; representa una lucha ideológica entre una nación que busca reafirmar su papel como líder del orden mundial y otra que cuestiona la utilidad y el costo de esa posición. El reciente envío de misiles ATACMS a Ucrania marca un cambio significativo en la política exterior de Biden, desafiando las restricciones anteriores y subrayando un intento desesperado de contrarrestar el avance ruso. Sin embargo, esta decisión también refleja las presiones internas que enfrenta a Biden, con un electorado dividido entre quienes apoyan su enfoque y quienes ven en Trump una promesa de resolución rápida, aunque incierta.

Mientras tanto, en Moscú, Vladimir Putin parece más confiado que nunca. El Kremlin ha relajado las restricciones para el uso de armas nucleares, enviando un mensaje escalofriante a Occidente. Además, el despliegue de efectivos norcoreanos en apoyo a las líneas rusas ilustra la voluntad de Putin de profundizar sus alianzas con actores impredecibles en el escenario internacional. Desde la perspectiva de Putin, cada movimiento busca consolidar una posición de fuerza antes de cualquier posible negociación con un Estados Unidos liderado por Trump.
Ucrania está atravesada
Sin embargo, esta estrategia tiene un costo humano enorme. Ucrania, atrapada entre las ambiciones expansionistas de Moscú y las complejidades de la política exterior estadounidense, se enfrenta a un desgaste implacable. Los ataques rusos han dejado un rastro de destrucción en el este de Ucrania, forzando a milares de civiles a abandonar sus hogares. Para el gobierno de Volodymyr Zelensky, cada decisión es un acto de equilibrio entre la supervivencia inmediata y la necesidad de planificación para un futuro incierto.
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En este contexto, el concepto «dos Estados Unidos» vuelve a cobrar relevancia. Por un lado, el Congreso debate nuevos paquetes de ayuda militar, mientras que en algunos sectores de la población crece el cansancio con una guerra que parece interminable. Esta fatiga es terreno fértil para las promesas de Trump, quien asegura que podría poner fin al conflicto en 24 horas, aunque no especifica cómo. Sus declaraciones, cargadas de ambigüedad, generan tanto esperanza como escepticismo, especialmente entre los ucranianos que ven en él una figura impredecible.
A pesar de ello, Zelensky ha adoptado una postura pragmática. En una reciente entrevista con el medio ucraniano Suspilne, el presidente expresó su deseo de alcanzar la paz mediante la diplomacia para 2025, pero sugirió que un regreso de Trump podría acelerar el proceso. En contraste, en declaraciones a Fox News, Zelensky mostró una disposición a aceptar compromisos estratégicos, incluso respecto a Crimea, enfatizando que la recuperación de la península podría lograrse por medios diplomáticos en lugar de militares.
Iskander y Kinzhal en los arsenales
Mientras tanto, la situación en el terreno se vuelve más crítica. Rusia lanzó recientemente su mayor ataque aéreo en meses, acompañado por el almacenamiento de misiles avanzados como los Iskander y Kinzhal. Está consciente de que hay dos Estados Unidos y mueve sus alfiles a placer. Para Putin, estas maniobras no solo buscan garantizar victorias tácticas, sino también enviar un mensaje claro de que Moscú está preparado para negociar desde una posición de fuerza. Sin embargo, este enfoque también aumenta las tensiones, especialmente ante la posibilidad de que Trump adopte una postura menos predecible.

La resiliencia de Ucrania, aunque admirable, tiene un límite. Cada día trae nuevas bajas y más desplazados, alimentando un cansancio colectivo que se extiende desde las trincheras hasta los despachos gubernamentales. Para la población ucraniana, la prioridad es la paz, aunque esta llegue con sacrificios difíciles de aceptar. Sin embargo, el temor a que cualquier acuerdo pueda dejar al país vulnerable en el futuro añade una capa de complejidad al dilema.
Todo el mundo observa
En este contexto, «dos Estados Unidos» no es solo una referencia a la polarización interna de la nación norteamericana, sino también un reflejo de las múltiples dinámicas en juego: una lucha ideológica, un conflicto militar y una carrera por definir el futuro de la política exterior. Para Ucrania, esta división plantea tanto oportunidades como riesgos, dependiendo de quién esté al mando en Washington.
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El desenlace de esta historia sigue siendo incierto. La confianza del Kremlin, la determinación de Ucrania y la dualidad de los Estados Unidos convergen en un conflicto que redefine las reglas del juego geopolítico. En el horizonte, el regreso de Trump añade una capa adicional de imprevisibilidad, mientras el mundo observa con expectación los próximos movimientos de cada actor en esta compleja partida de ajedrez global.