En medio de un escenario geopolítico cada vez más complejo, el gobierno de Estados Unidos y sus aliados occidentales se encuentran bajo escrutinio por su aparente doble moral en dos conflictos de gran relevancia global: Gaza y Ucrania. Estas dos crisis han dejado en evidencia las tensiones entre los principios éticos proclamados por las naciones occidentales y sus intereses estratégicos en diferentes regiones del mundo.
Desde el Despacho Oval, el presidente Joe Biden se esforzó por equiparar el apoyo de Estados Unidos a Ucrania e Israel, describiéndolos como democracias que luchan contra enemigos decididos a «aniquilarlas por completo». Sin embargo, este enfoque ha sido objeto de críticas y acusaciones de hipocresía por parte de aquellos que observan las acciones de Washington en dos contextos muy distintos.
La vieja doble moral
El contexto de Ucrania es una situación de conflicto prolongado y devastador. Rusia, bajo la dirección de Vladimir Putin, invadió y busca anexarse parte del territorio ucraniano. Esta agresión ha resultado en la muerte de numerosos civiles y la desestabilización de toda la región. Occidente, liderado por Estados Unidos, ha condenado enérgicamente estas acciones y ha impuesto sanciones a Rusia en un intento por detener su avance.
Sin embargo, la respuesta a la crisis en Gaza, donde Israel ha llevado a cabo una serie de ataques que han causado la muerte de más de 4300 personas desde el 7 de octubre, ha generado un contraste notable. A pesar de la escala de la violencia y las preocupaciones por la pérdida de vidas civiles, el gobierno de Biden ha mantenido un apoyo inquebrantable a Israel, su aliado más importante en el Medio Oriente. Esta posición ha generado críticas y acusaciones de doble moral.
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Análisis en los medios
Neil MacFarquhar del The New York Times en Español ha señalado en un titular que «Gaza y Ucrania: el mundo en desarrollo ve una doble moral en el actuar de EE. UU. y sus aliados». Esta observación resalta un dilema ético que enfrenta Estados Unidos y sus aliados occidentales al tratar con dos conflictos de gran envergadura en diferentes partes del mundo.
La reacción de Washington a la invasión rusa en Ucrania ha sido ampliamente respaldada por la comunidad internacional, que ha condenado las acciones agresivas de Rusia y ha apoyado las sanciones como una respuesta justa y necesaria. Sin embargo, cuando se trata de Gaza, la respuesta es más ambigua y controvertida.
Se muestran incoherentes
La dinámica en el conflicto de Medio Oriente ha puesto en entredicho la capacidad de Estados Unidos y sus aliados para mantener una coherencia en su política exterior. Si bien el conflicto entre Israel y Palestina no es nuevo, la respuesta de Occidente a la actual escalada de violencia plantea preguntas incómodas sobre la prioridad de los valores democráticos y los derechos humanos en la toma de decisiones políticas.
La situación en Ucrania es clara: una nación soberana está siendo amenazada por una agresión externa, y Estados Unidos y sus aliados han respondido con medidas para contener esa agresión. En el caso de Gaza, la situación es más compleja. Si bien Israel argumenta que está defendiendo su seguridad contra los ataques de Hamás, la elevada cifra de víctimas civiles y la destrucción en la Franja de Gaza plantean interrogantes sobre la proporcionalidad de su respuesta que no urgen en comentarios porque está respaldada por una doble moral.
EE.UU. es difícil de leer
La proximidad de Estados Unidos con Israel y su compromiso histórico con la seguridad del Estado judío han llevado a críticos a cuestionar si Washington está ejerciendo una influencia adecuada para poner fin a la violencia en Gaza. Esta cercanía estratégica, combinada con el fuerte lobby proisraelí en Estados Unidos, ha llevado a acusaciones de que la política exterior estadounidense en la región es parcial y está guiada por intereses particulares.
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El contraste en la respuesta occidental a estos dos conflictos ha llevado a un debate global sobre la coherencia de la política exterior de Estados Unidos y sus aliados. Mientras que en Ucrania se exigen sanciones y medidas enérgicas para frenar la agresión rusa, en Gaza se pide una respuesta más equilibrada que proteja a los civiles palestinos.
La creciente influencia de China y Rusia en el sur global, que incluye naciones en desarrollo de África, Asia y América Latina, agrega un elemento adicional a esta ecuación. El Medio Oriente se ha convertido en un frente renovado en la lucha por la influencia en esta región del mundo, y la percepción de una doble moral en la política de Estados Unidos podría debilitar sus esfuerzos por ganarse el apoyo de estas naciones.
