La creciente vulnerabilidad de Irán en el escenario internacional parece haber captado la atención de actores clave, incluido el Atlantic Council, liderado por Fred Kempe. En un análisis reciente, este influyente centro de pensamiento plantea que un ataque preventivo contra Irán podría convertirse en una de las primeras decisiones de alto riesgo para el próximo mandato presidencial de Donald Trump. En un contexto marcado por los reveses militares de Teherán y la consolidación de alianzas hostiles hacia Occidente, esta posibilidad se posiciona como una encrucijada que podría redefinir la estabilidad en el Oriente Medio.
El análisis original, publicado por Fred Kempe en el portal del Atlantic Council bajo el título: «Mensaje desde el desierto: La primera prueba global de Trump es Irán«, ofrece un detallado repaso de la coyuntura actual. Kempe, presidente y director ejecutivo del Atlantic Council desde 2007, describe con precisión el entorno estratégico. Sus credenciales, que incluyen haber llevado al consejo a convertirse en una organización líder en temas de seguridad internacional, comercio global y diplomacia, respaldan la seriedad de sus conclusiones. Según Kempe, los recientes reveses sufridos por Irán presentan una oportunidad única para Estados Unidos e Israel de actuar contra el programa nuclear iraní y las redes que este régimen apoya en la región.
Oportunidad para un ataque preventivo contra Irán
En su análisis, Kempe narra cómo los rumores sobre la posible muerte del líder supremo iraní, Ali Khamenei, aunque falsos, revelaron las tensiones latentes en el régimen. Más allá de estos rumores, Irán se enfrenta a un escenario adverso: sus defensas aéreas han sido severamente debilitadas, los líderes de grupos aliados como Hamás y Hezbolá han sido eliminados por Israel, y los ataques a instalaciones de fabricación han afectado la capacidad de Teherán para proveer misiles a Rusia. Este cúmulo de eventos, argumenta Kempe, sugiere que un ataque preventivo contra Irán podría ser más viable ahora que en cualquier otro momento en las últimas dos décadas.

Para el presidente electo Donald Trump, esta situación podría representar una oportunidad de oro. Durante su primer mandato, Trump mostró una inclinación por decisiones audaces en política exterior, como el asesinato del general Qasem Soleimani, líder de la Fuerza Quds iraní. Según el análisis, Trump podría optar por replicar ese enfoque en su segundo mandato, utilizando un ataque preventivo contra Teherán no solo como una medida de seguridad, sino también como una herramienta para negociar un acuerdo más favorable que el Plan de Acción Integral Conjunto de 2015, conocido como el acuerdo nuclear con Irán.
Teléfonos están activos
La posición de Israel añade otra capa de complejidad. El primer ministro Benjamín Netanyahu considera el momento actual como una «ventana de oportunidad» para neutralizar la amenaza iraní. La colaboración entre Netanyahu y Trump ya ha sido evidente, con al menos tres conversaciones entre ambos desde la elección de Trump. Este estrecho diálogo sugiere que un posible ataque no sería solo coordinado, sino diseñado para maximizar sus objetivos estratégicos conjuntos. En este sentido, un ataque preventivo contra Irán podría consolidar la relación entre ambos países y reforzar el compromiso de Estados Unidos con la seguridad de su aliado en Oriente Medio.
Tambièn puedes leer: Cinco Direcciones del IMA de Julio Fuenmayor al parecer están irremediablemente corruptas
El contexto interno en Irán también es crucial. A pesar de las vulnerabilidades externas, el régimen de Teherán ha logrado sofocar con éxito a la oposición interna, manteniendo dividido a cualquier movimiento disidente. Sin embargo, la sucesión del líder supremo podría abrir grietas en el sistema político. Kempe especula que Mojtaba Khamenei, hijo del líder actual, es el candidato más probable para sucederlo, aunque no descarta un aumento del poder del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica en un escenario post-Khamenei. Este panorama, lejos de estabilizar el país, podría aumentar su fragilidad, haciendo más probable que un ataque preventivo contra Irán logre sus objetivos.
En Estados Unidos habrá oposición
Por otro lado, la capacidad militar estadounidense e israelí parece estar en su punto más alto. Estados Unidos ha demostrado recientemente su fuerza al realizar ataques de precisión contra almacenes de armas controlados por representantes iraníes en Yemen. Estas acciones, junto con el despliegue de bombarderos B-2 y bombas antibúnker, envían un mensaje claro a Teherán. Según el análisis de Kempe, esta demostración de fuerza podría servir tanto para intimidar como para preparar el terreno para una ofensiva más amplia.
Sin embargo, no todos los actores están alineados con una estrategia agresiva. La saliente administración de Joe Biden, aunque ha dejado claro que no permitirá que Irán adquiera armas nucleares, ha mostrado renuencia a un ataque preventivo, prefiriendo enfoques diplomáticos. Esta diferencia de posturas entre las administraciones de Biden y Trump subraya el carácter polarizante de la política estadounidense hacia Irán. Para Trump, la posibilidad de un ataque preventivo contra Irán no solo representa una decisión estratégica, sino también una oportunidad para consolidar su legado como un negociador implacable.

El eslabón más débil del grupo
En el ámbito internacional, la situación de Irán también está vinculada al «eje de agresores», que incluye a China, Rusia y Corea del Norte. Según Kempe, las dificultades actuales de Irán lo convierten en el eslabón más débil de este grupo. Esto refuerza la idea de que un ataque contra Teherán podría tener implicaciones más amplias, debilitando indirectamente a los otros miembros del eje. Este argumento es clave para justificar por qué un ataque preventivo contra Irán podría ser visto no solo como una medida defensiva, sino como un movimiento estratégico global.
En resumen, el análisis de Fred Kempe y el Atlantic Council presenta un panorama donde la acción contra Irán se perfila como inevitable. Ya sea a través de un ataque directo o como una amenaza para negociar, la administración Trump parece estar en una posición única para tomar decisiones que podrían cambiar el equilibrio de poder en el Oriente Medio. Sin embargo, estas decisiones no están exentas de riesgos, y cualquier movimiento podría desencadenar una cadena de eventos de consecuencias impredecibles.
Tambièn puedes leer: Criptomonedas para doomies: Aprenda cómo es que su dinero viaja de cartera a cartera
Mientras tanto, la atención del mundo está puesta en cómo Trump manejará esta prueba de fuego. La combinación de factores —desde la vulnerabilidad de Irán hasta las ambiciones de Trump y Netanyahu— sugiere que un ataque preventivo contra Irán podría no ser solo una opción, sino una realidad en el corto plazo. Así, el escenario está preparado para que el drama geopolítico continúe desplegándose, con implicaciones que podrían resonar mucho más allá de las fronteras del Oriente Medio.