La seguridad nacional de un país siempre ha sido un tema polémico, y las políticas migratorias no escapan a este panorama. El presidente Joe Biden, desde su llegada a la Casa Blanca, estableció una política de fronteras abiertas que ha generado divisiones y debates. Pero el problema no radica únicamente en la inmigración descontrolada, sino en quiénes exactamente están ingresando al país.
Merrill Matthews, colaborador de opinión de The Hill, ha subrayado una preocupación que toma fuerza: la posibilidad de que «presuntos terroristas crucen la frontera rota de Biden». Si bien es cierto que la mayoría de los inmigrantes ilegales buscan un futuro mejor para ellos y sus seres queridos, el hecho de que personas catalogadas dentro de la lista de vigilancia terrorista del gobierno se aprovechen de la situación es alarmante.
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Política de fronteras abiertas
De acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), 268 no ciudadanos listados en la vigilancia terrorista han sido detenidos por la Patrulla Fronteriza desde que Biden asumió el cargo hace aproximadamente tres años e impuso la política de fronteras abiertas. Para poner en perspectiva, durante los cuatro años del mandato de Donald Trump, el total fue de 14. El incremento ha sido dramático, pasando de entre dos a seis encuentros anuales durante la administración Trump, a 16 en el año fiscal 2021, 98 en 2022, y 154 en 2023.
¿Qué ocurre cuando alguien en la lista es identificado? La CBP ha establecido que aquellos que se encuentren en la lista pueden ser detenidos, expulsados o entregados a otra entidad gubernamental para su detención o acción posterior. Sin embargo, surge la preocupación sobre cuántos de estos individuos evaden la detección, más aún cuando la Patrulla Fronteriza se ve abrumada con el alto volumen de personas cruzando.
Soga en el cuello demócrata
Las consecuencias de un solo individuo en la lista ejecutando un ataque en territorio estadounidense serían devastadoras. No solo sería una tragedia en sí misma, sino que el respaldo político y social hacia la política de fronteras abiertas de Biden, y por extensión del Partido Demócrata, se vería gravemente afectado.
Es cierto que la mayoría de los inmigrantes no tienen intenciones maliciosas. Desafortunadamente, el riesgo de que incluso una pequeña proporción tenga intenciones nefastas es un peligro que no se puede ignorar. La seguridad nacional es un aspecto que ningún líder puede dar por sentado, y menos aun cuando las advertencias son claras.
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Los números no ayuda a Biden
Las cifras de aprobación del presidente respecto a su política migratoria no son favorables. Una encuesta reciente de ABC News/Washington Post indica que solo el 23% de los encuestados aprueban su enfoque en inmigración.
Mientras que es válido argumentar que la CBP hace su trabajo lo mejor que puede dadas las circunstancias, es imperativo cuestionar la política de fronteras abiertas que generan esas circunstancias en primer lugar. Biden y su administración llevan la responsabilidad de establecer el rumbo del país en materia de inmigración, y es evidente que muchos ciudadanos y expertos consideran que el rumbo actual no es el adecuado.
Las repercusiones
Históricamente, las decisiones en materia de seguridad han sido determinantes en la política interna y en las elecciones. Las decisiones tomadas por un líder pueden tener ramificaciones que se extiendan más allá de su mandato. Y si algo catastrófico ocurre debido a esas decisiones, es probable que no solo el líder en cuestión, sino también su partido, sienta el rechazo de la población.
La política de fronteras abiertas de Biden es un tema que sigue generando divisiones y preocupaciones. A medida que las cifras de detenciones de individuos potencialmente peligrosos aumentan, la presión sobre la administración para que revise y ajuste su enfoque también crece. Las elecciones están a la vuelta de la esquina y los demócratas deberían estar preparados para enfrentar críticas y cuestionamientos sobre su política actual en la frontera.