¿Cuántos periodistas presos en EE.UU.?: Por no revelar su fuente

Hay respuesta a la interrogante: ¿Cuántos periodistas presos en EE.UU.?, en breve lo vamos a saber. La libertad de expresión en Estados Unidos, a pesar de estar protegida por la Primera Enmienda de la Constitución, tiene sus límites dentro del entramado legal del país. En particular, la tensión entre el derecho a informar y la necesidad de proteger ciertas informaciones en aras de la seguridad nacional o los procedimientos judiciales ha generado controversia y, en algunos casos, ha llevado a periodistas a prisión.

Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), por sus siglas en inglés), el número de periodistas encarcelados por no revelar sus fuentes en los Estados Unidos ha sido relativamente bajo en comparación con otros países, pero no inexistente. El Reporters Committee for Freedom of the Press, en un estudio de 2020, señaló que, en la última década, han sido pocos los periodistas que enfrentaron penas de prisión por proteger la confidencialidad de sus fuentes, aunque sí existen casos notables, como el de Judith Miller en 2005, que fue encarcelada durante 85 días por negarse a revelar una fuente al gran jurado en un caso de filtración de identidad de un agente de la CIA.

Periodistas presos en EE.UU.
Muchos exigen la aprobación de una ley escudo que proteja a los periodistas. Ilustración MidJourney

Periodistas presos en EE.UU.

La legalidad en torno a este tema es compleja. Según Steven Shapiro, experto en derecho constitucional y profesor en la Universidad de Columbia, «la Primera Enmienda protege la libertad de prensa, pero la jurisprudencia ha sido ambigua en cuanto a la protección de las fuentes periodísticas. Los tribunales a veces obligan a los periodistas a revelar sus fuentes bajo ciertas circunstancias, como cuando la información es crucial para una investigación criminal o la seguridad nacional». A nivel federal, Estados Unidos no tiene una «ley de escudo» que proteja de manera explícita el derecho del periodista a mantener en secreto sus fuentes, aunque algunos estados sí cuentan con sus propias leyes al respecto.

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La Administración de Justicia ha establecido pautas internas para limitar las circunstancias en que los fiscales pueden citar a periodistas para revelar sus fuentes. No obstante, estas pautas no tienen fuerza de ley y pueden ser cambiadas por cada nueva administración. Por ejemplo, bajo la administración de Barack Obama se intensificaron las investigaciones contra filtraciones, lo que resultó en un aumento en las citaciones a periodistas. Es precisamente en estos protocolos de donde nacen los periodistas presos en EE.UU.

Una ley de escudo

Políticos como Elizabeth Warren y Bernie Sanders han abogado por una ley de escudo a nivel federal que proteja a los periodistas de ser obligados a revelar sus fuentes, pero hasta el momento, estos esfuerzos no han fructificado en el Congreso. «La ausencia de una ley federal de escudo pone en peligro la confianza entre periodistas y sus fuentes, lo que puede tener un efecto disuasorio sobre la libertad de prensa», opina la historiadora Jill Lepore, especialista en historia de los medios en Estados Unidos.

Periodistas presos en EE.UU.
Las fuentes se rehúsan a hablar por el temor a terminar en prisión. Ilustración MidJourney

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La ACLU (Unión Americana de Libertades Civiles) ha subrayado que los periodistas presos en EE.UU. por no revelar sus fuentes representa una amenaza directa a la democracia y a la transparencia gubernamental. «El temor al encarcelamiento puede hacer que las fuentes se rehúsen a hablar, y que los periodistas se autocensuren. Eso es peligroso en cualquier sociedad que se precie de ser libre», afirma Daniel Ellsberg, famoso por la filtración de los Papeles del Pentágono en 1971.

Aunque el número exacto de periodistas encarcelados en Estados Unidos por este motivo es bajo, el simple hecho de que exista la posibilidad plantea preguntas profundas sobre los límites de la libertad de prensa en un país que se considera un baluarte de las libertades democráticas. El debate continúa, y mientras no exista una legislación clara y unánime que proteja el derecho a guardar confidencialidad de las fuentes, los periodistas seguirán navegando en aguas turbias en su labor de mantener informado al público.

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