A pesar de los urgentes llamados internacionales para enfrentar la crisis climática, Estados Unidos ha decidido no incrementar su aportación al Fondo Verde para el Clima (GCF). Esta decisión responde a «incertidumbres en nuestros procesos presupuestarios», según el país norteamericano. Sin embargo, este movimiento contrasta con el compromiso previamente adquirido por las naciones desarrolladas de proveer $100.000 millones de financiamiento climático anual a los países más vulnerables, una promesa que, hasta ahora, ha sido reiteradamente incumplida.
El Fondo Verde para el Clima desempeña un papel crucial, ya que canaliza subvenciones y préstamos destinados principalmente a proyectos en África, Asia-Pacífico, América Latina y el Caribe, orientados a la adaptación y mitigación del cambio climático. Si bien Washington ha reiterado su «fuerte y firme confianza» en el GCF, se espera que su reciente postura sea un golpe al esfuerzo global.
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Fondo Verde para el Clima
El Dr. Roberto Méndez, historiador y experto en relaciones internacionales, opina que “la decisión de Estados Unidos refleja una creciente tendencia de algunos países desarrollados de poner intereses nacionales por encima de los compromisos globales. Es especialmente llamativo dada la crisis interna que atraviesa la Cámara de Representantes de EE.UU., tras la destitución de su presidente”. El contexto político actual puede haber influenciado esta decisión, pero los expertos advierten sobre sus consecuencias a largo plazo.
Por su parte, Sara Kim, política y analista en temas medioambientales, comenta sobre el asunto del Fondo Verde para el Clima: “No se trata solo de una cuestión financiera. Se trata de la solidaridad global y la responsabilidad colectiva. Los países desarrollados han sido históricamente los principales emisores de gases de efecto invernadero, y es su deber ayudar a las naciones en desarrollo a adaptarse a las consecuencias del cambio climático”.
La meta de 1,5 ºC
La situación se agrava al considerar que, para mantener la temperatura global por debajo del límite de 1,5 ºC establecido en los acuerdos internacionales, se necesita un financiamiento sólido. Los países en desarrollo, que son menos responsables de la crisis climática, esperan el apoyo financiero de las naciones más contaminantes para enfrentar los crecientes y costosos desafíos del cambio climático y realizar una transición hacia energías limpias.
Esta decisión de Estados Unidos se produce justo antes de la crucial conferencia de la ONU, COP28, en Dubái. La COP28 promete ser un espacio de intensas negociaciones y esta decisión en torno al Fondo Verde para el Clima por parte de Washington probablemente añadirá más tensión al evento.
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Donald Trump es un maula
Es esencial recordar que durante la primera movilización de recursos del GCF en 2014, bajo el mandato del expresidente Barack Obama, Estados Unidos comprometió cerca de $3.000 millones. No obstante, su sucesor, Donald Trump, no aportó ningún recurso cinco años después.
La red de organizaciones ecologistas CAN no ha tardado en expresar su descontento, indicando que «los países ricos se comprometieron a entregar $9.300 millones durante la cumbre del GCF. En conjunto, estas promesas han quedado cortas».
La reciente decisión de Estados Unidos es un reflejo de los desafíos y tensiones que persisten a nivel internacional en la lucha contra el cambio climático. La urgencia de la situación requiere una acción colectiva, y muchos esperan que las naciones más ricas cumplan con su responsabilidad y compromisos previamente establecidos con el Fondo Verde para el Clima. Con la COP28 a la vuelta de la esquina, el mundo observa con ansias los próximos pasos de los líderes globales en este tema vital.