Desde el momento en que la fumata blanca cruzó los cielos del Vaticano anunciando al nuevo líder de la Iglesia Católica, Chicago se estremeció no solo por la noticia religiosa, sino por una disputa deportiva sin precedentes. La elección del cardenal Robert Francis Prevost, oriundo de la Ciudad de los Vientos, como Papa León XIV, encendió un inusual fervor entre las dos grandes franquicias de béisbol de la ciudad: los Chicago Cubs y los Chicago White Sox. Ambos equipos, en una competencia tan feroz como la del diamante, se lanzaron de inmediato a reclamar lo que consideraban un derecho divino: la bendición del Papa León XIV.
El periodista Jared Diamond, veterano reportero deportivo de The Wall Street Journal y autor del libro Swing Kings: The Inside Story of Baseball’s Home Run Revolution, abordó el tema en un artículo titulado: “El verdadero misterio que rodea al Papa León: ¿discípulo de los Cachorros o creyente de los Medias Blancas?”. Con experiencia cubriendo desde Series Mundiales hasta Super Bowls, Diamond expuso la forma en que ambas franquicias trataron de apropiarse del nuevo pontífice apenas minutos después de su proclamación. Para el Journal, la historia no era solo una nota de color, sino una nueva muesa de cómo el deporte y la fe pueden converger de manera impredecible en la cultura estadounidense.
Bendición del Papa León XIV
El jueves por la tarde, apenas unas horas después de la elección papal, el icónico estadio Wrigley Field, casa de los Cubs, cambió el mensaje de su tradicional marquesina para proclamar: “¡Hola, Chicago! ¡Es fan de los Cubs!”. El entusiasmo fue palpable. La narrativa cobró fuerza rápidamente cuando un periodista de ABC News, citando supuestas fuentes cercanas, aseguró en vivo que León XIV tenía afinidad con los Cachorros. Desde una óptica espiritual, la conexión parecía legítima: tras 108 años de sufrimiento antes de ganar la Serie Mundial en 2016, los fans de los Cubs entendían de sacrificios y penitencias, algo que sin duda armonizaba con la teología cristiana. Era la primera gran maniobra pública por conseguir la bendición del Papa León XIV.

Pero el fervor en el North Side no tardó en tropezar con una revelación inesperada. John Prevost, hermano del nuevo pontífice, intervino en una entrevista televisiva para WGN Chicago y desinfló la narrativa de los Cubs: “Nunca fue fanático de los Cubs, así que no sé de dónde salió eso. Siempre fue fanático de los Sox”. Con esa declaración, la conversación cambió de rumbo y se desplazó hacia el South Side, donde los White Sox se apuraron en emitir su propia respuesta. En sus redes sociales, compartieron el video de John acompañado de una imagen del marcador del Guaranteed Rate Field que rezaba: “¡Oye, Chicago, es fan de los Sox!”. La pugna por la bendición del Papa León XIV se intensificaba con velocidad papal.
Una camiseta en delivery
La reacción de los White Sox no se detuvo ahí. En un acto tanto de fe como de marketing, el equipo anunció que enviaría una camiseta de rayas y una gorra directamente al Vaticano. En su comunicado oficial, agregaron con sorna e inspiración: “La familia siempre sabe más, y parece que el fanatismo de toda la vida del Papa León XIV se acerca un poco más a la calle 35 y Shields”. Este tipo de intervenciones no solo buscaban ganar simpatías, sino que intentaban, en el fondo, sanar una herida profunda: la de una temporada devastadora que dejó al equipo con el peor récord del béisbol moderno.
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Los White Sox perdieron 121 partidos en 2024, un registro que los convirtió en el símbolo viviente de la derrota, incluso por debajo de los legendarios Mets de 1962. Para sus seguidores, el anuncio papal no solo fue una anécdota divertida, sino una señal de esperanza. La bendición del Papa León XIV es, en este contexto, más que una fantasía: es un acto de salvación deportiva. Cuando Chris Getz, gerente general del equipo, declaró con cautela que “vamos a ganar más partidos que el año pasado”, muchos lo interpretaron como una súplica más que una promesa.
10 victorias y 28 derrotas
Sin embargo, la temporada de 2025 tampoco arrancó con gloria. Al momento de la declaración papal, los White Sox acumulaban cuatro derrotas consecutivas y un récord desolador de 10 victorias y 28 derrotas. La amenaza de convertirse en el peor equipo en dos temporadas consecutivas desde los Atléticos de Filadelfia de hace un siglo estaba latente. Para evitar ese deshonor histórico, necesitarían ganar al menos 43 partidos este año. La bendición del Papa León XIV, una vez más, era invocada con la esperanza de que sirviera como impulso sobrenatural.
Mientras tanto, los Cubs mantenían la calma, convencidos de que la espiritualidad de su supuesta conexión aún tenía peso. Las autoridades del equipo invitaron públicamente al nuevo papa a cantar el clásico “Take Me Out to the Ball Game” en Wrigley Field, gesto que combinaba humor, tradición y diplomacia deportiva. Pero lo que parecía una disputa por un gesto simbólico pronto comenzó a fracturar incluso a las comunidades locales. En la iglesia de San Clemente, ubicada en Lincoln Park, la familia Monkewicz asistía a una misa en honor al nuevo pontífice. Al salir, la conversación giró más hacia el diamante que hacia el púlpito. Peter Monkewicz creía firmemente que León XIV era un fanático de los Red Sox de Boston, mientras que su hija Madeleine, residente cercana al Wrigley Field, confesaba su decepción entre risas al saber que el papa no apoyaba a los Cubs. “Pero rezaremos por él”, dijo con un dejo de resignación.

El béisbol como una religión
Todo esto refuerza una verdad incuestionable: el béisbol no es solo un deporte en Chicago, es una cuestión de identidad espiritual. Y cuando esa identidad se cruza con una figura tan monumental como el Papa León XIV, la ciudad entra en combustión emocional. Mientras algunos discuten si su pontificado será reformista o conservador, otros quieren saber si sus oraciones se dirigirán hacia el North Side o hacia el South Side. La bendición del Papa León XIV se ha convertido, curiosamente, en el bien más preciado en la temporada 2025 de las Grandes Ligas.
Incluso Barack Obama, confeso fanático de los White Sox y hasta ahora el más célebre hincha de la franquicia, ha quedado momentáneamente eclipsado por esta nueva autoridad celestial. La ironía no se pierde: durante su presidencia, fueron los Cubs quienes rompieron su maldición y ganaron la Serie Mundial. Los White Sox, en cambio, ni siquiera lograron clasificarse a los playoffs. Tal vez ahora, con el respaldo de un seguidor papal, las tornas puedan cambiar. Pero como bien saben los seguidores de ambos bandos, la fe no siempre se traduce en resultados inmediatos.
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Por ahora, en los bares, templos, estadios y redes sociales de Chicago, la pregunta permanece sin respuesta definitiva. Los fans discuten, bromean y especulan. La figura del Papa León XIV se cierne sobre la ciudad no solo como jefe de la Iglesia Católica, sino como una nueva esperanza deportiva. Y aunque Roma esté a un océano de distancia, su sombra parece proyectarse con claridad sobre Wrigley Field y Guaranteed Rate Field por igual. En este duelo teológico-deportivo, solo una cosa es segura: en Chicago, hasta los milagros necesitan uniforme.