El pasado lunes, millones de personas se conectaron a X, la plataforma anteriormente conocida como Twitter, para presenciar lo que prometía ser una conversación reveladora entre Elon Musk, el magnate de la tecnología, y Donald Trump, el expresidente de Estados Unidos. Lo que encontraron fue un espectáculo de desinformación y manipulación, donde Musk sirvió la mesa para que Trump pudiera ofrecer un banquete de mentiras sin obstáculos. Desde el inicio, la charla estuvo plagada de fallos técnicos que retrasaron su comienzo en 45 minutos, dejando a muchos usuarios frustrados y desconectados. Sin embargo, lo que realmente marcó la noche no fueron los problemas técnicos, sino la falta de contraste y crítica a las múltiples falsedades que Trump lanzó durante las dos horas de conversación.
El análisis de esta reunión fue originalmente presentado por Luis Pablo Beauregard, un corresponsal de EL PAÍS en Estados Unidos. Beauregard, con una vasta experiencia en la cobertura de temas como migración, cambio climático, cultura y política, tituló su artículo «Elon Musk permite a Trump repartir un festín de desinformación en X». El periodista, originario de Ciudad de México y con una sólida formación en comunicación, ha sido un observador agudo de la política estadounidense, y en su pieza, expone cómo esta conversación entre dos de los personajes más influyentes de la actualidad se convirtió en un terreno fértil para la desinformación.
Trump y su banquete de mentiras
Durante la charla, que Musk había promocionado como una oportunidad para mostrar a un Trump más relajado, se desataron una serie de afirmaciones sin fundamento que fueron desde la negación del cambio climático hasta la glorificación de la política de la motosierra de Javier Milei en Argentina. Lo más preocupante fue la falta de cuestionamientos por parte de Musk, quien se limitó a asentir y respaldar los argumentos de Trump, a pesar de que muchos de ellos habían sido desmentidos repetidamente por expertos y datos oficiales. Esta dinámica convirtió la plataforma en el escenario perfecto para que Trump sirviera un banquete de mentiras a sus seguidores.
Uno de los momentos más destacados de la conversación fue cuando Trump habló sobre inmigración, un tema recurrente en su retórica política. El expresidente afirmó que varios países extranjeros están enviando a Estados Unidos a sus criminales, personas de cárceles y de instituciones mentales. Aseguró que en Venezuela y otros países, los crímenes han disminuido porque «se han deshecho de toda su gente mala». Sin embargo, estas declaraciones no son más que una versión reciclada de teorías de conspiración que han sido desmentidas una y otra vez. Musk, en lugar de cuestionar estas afirmaciones, simplemente asintió, permitiendo que Trump continuara sirviendo su banquete de mentiras sin interrupciones.
Promoción de desinformación
La conversación también tocó temas de política internacional, donde Trump no perdió la oportunidad de mostrar su desprecio por la administración actual y sus oponentes políticos. El expresidente afirmó que, bajo su mandato, ni Rusia ni Hamás habrían tomado las acciones que han llevado a conflictos recientes en Ucrania e Israel. De nuevo, Musk se mantuvo en silencio, permitiendo que Trump construyera su narrativa sin ofrecer ningún tipo de resistencia. Este comportamiento por parte de Musk plantea serias preguntas sobre el papel de las plataformas tecnológicas en la promoción de la desinformación y su responsabilidad en la moderación de contenido que puede tener consecuencias graves para la sociedad.
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El tono de la conversación se mantuvo constante durante las dos horas, con Trump utilizando el espacio para atacar a sus oponentes, glorificar su pasado y promover su visión para el futuro de Estados Unidos. Musk, por su parte, siguió jugando el papel de anfitrión complaciente, contribuyendo a que este banquete de mentiras se sirviera sin filtro alguno. Lo que debería haber sido una oportunidad para un debate informado y crítico, se convirtió en un monólogo de desinformación donde la verdad fue la gran ausente.
Donador, activista y porrista
Es importante destacar que esta conversación se dio en un contexto donde Musk ha sido un claro partidario de Trump, financiando su campaña con millones de dólares a través de su Comisión de Acción Política. Esto añade una capa adicional de complejidad a la dinámica entre ambos, ya que no se trataba solo de una charla entre dos figuras públicas, sino de una manifestación del poder que tiene el dinero en la política y cómo este puede influir en la narrativa que se presenta al público.
La falta de contraste y la ausencia de una voz crítica durante la conversación es una muestra más de cómo las plataformas tecnológicas pueden ser utilizadas para difundir desinformación a gran escala. Musk, quien ha sido un defensor de la libertad de expresión, parece haber olvidado que esta libertad viene con la responsabilidad de no permitir que se utilice para engañar al público. Al no cuestionar a Trump y permitir que sus afirmaciones infundadas se difundieran sin oposición, Musk no solo sirvió la mesa, sino que también se convirtió en cómplice de este banquete de mentiras.
Como pago: Más desconfianza
El impacto de esta conversación va más allá de las dos horas que duró. En un momento donde la confianza en los medios de comunicación y en las instituciones está en niveles críticos, permitir que figuras públicas utilicen plataformas con millones de usuarios para propagar desinformación puede tener consecuencias devastadoras. Musk, con su influencia y poder, tenía la oportunidad de moderar y guiar la conversación hacia un terreno más informado y responsable, pero optó por no hacerlo. En lugar de eso, permitió que Trump utilizara X como un megáfono para sus mentiras, contribuyendo a un clima de polarización y desinformación que solo sirve para dividir más a la sociedad.
La reacción a esta charla no se hizo esperar. Desde Bruselas, el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, recordó a Musk que X aún no cumple con el reglamento comunitario de servicios digitales, una normativa que busca precisamente evitar que las plataformas se conviertan en vehículos para la desinformación. Esta advertencia subraya la importancia de la responsabilidad de las plataformas tecnológicas en la moderación de contenido, especialmente cuando se trata de figuras públicas con millones de seguidores.
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La conversación entre Elon Musk y Donald Trump fue un claro ejemplo de cómo las plataformas tecnológicas pueden ser manipuladas para difundir desinformación a gran escala. Musk, al no ofrecer ningún tipo de resistencia a las afirmaciones infundadas de Trump, permitió que se sirviera un banquete de mentiras que podría tener consecuencias graves para la sociedad. Este episodio es un recordatorio de la importancia de la responsabilidad en la moderación de contenido y del poder que tienen las plataformas tecnológicas en la formación de la opinión pública. Con gran influencia viene una gran responsabilidad, y en este caso, Musk falló en cumplir con la suya, dejando la mesa servida para que Trump ofreciera su banquete de mentiras sin oposición.