¿Sabías que en el medioevo funcionaban redes sociales especializadas en la salud de la mujer?

En un tiempo donde la conectividad instantánea era inimaginable, el medioevo se erige como un período histórico fascinante por sus modos de interacción social y conocimiento compartido. Entre sus páginas menos exploradas, descubrimos un capítulo sorprendente: la existencia de redes sociales dedicadas a la salud femenina.

Lejos de las plataformas digitales actuales, estas redes se tejieron a través del diálogo directo, el apoyo mutuo y la transmisión de conocimientos de generación en generación, especialmente entre mujeres. Este fenómeno no solo resalta la ingeniosidad y resistencia de las mujeres medievales frente a las restricciones de su época sino también ofrece una ventana hacia el pasado que refleja cómo las necesidades y desafíos de la salud femenina han encontrado caminos para ser abordados colectivamente, más allá de las barreras del tiempo.

Sabiduría en el medioevo

Este reportaje se inspira en el trabajo de Pragya Agarwal, profesora invitada de desigualdades e injusticias sociales en la Universidad de Loughborough, quien arroja luz sobre este tema en su estudio: “Las mujeres medievales utilizaban redes sociales informales para compartir problemas de salud y consejos médicos, tal como lo hacemos hoy”. Agarwal, cuyas investigaciones se sumergen profundamente en la historia y la sociología de la salud femenina, revela cómo, en una era dominada por los escritos médicos de figuras como Hipócrates y Galeno, las mujeres hallaron maneras innovadoras para intercambiar sabiduría y prácticas relacionadas con su bienestar físico y reproductivo.

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El manuscrito «Wellcome Apocalypse», escrito en Alemania hacia 1420, presenta otra faceta de estas redes de apoyo femenino. En él, se ilustra a dos mujeres discutiendo problemas ginecológicos, un raro testimonio visual de la solidaridad y el intercambio de conocimientos entre mujeres en un contexto predominantemente masculino en cuanto a la autoría de textos médicos. Ilustración MidJourney

Durante el medioevo, las restricciones impuestas a las mujeres en el ámbito de la medicina y la ciencia eran significativas. A pesar de que se reconocía cada vez más la importancia de las mujeres como curanderas y conocedoras de los misterios del cuerpo femenino, la sociedad prefería a los hombres en roles de autoridad médica. En respuesta a estas limitaciones, surgieron redes informales, un verdadero acto de resistencia que permitía a las mujeres practicar la medicina de manera clandestina y compartir entre ellas su conocimiento médico, lejos de la supervisión masculina. Una de las manifestaciones más notables de esta práctica fue la publicación de «Los Evangelios de la Distaff» en Francia alrededor de 1480, un compendio de consejos sobre embarazo, parto y salud femenina nacido de reuniones secretas de mujeres.

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Rituales invernales

Estas reuniones, celebradas durante las largas noches del invierno, se convertían en espacios seguros donde las mujeres, principalmente de las regiones de Flandes y Picardía, compartían la sabiduría transmitida por sus ancestros. Los consejos, que iban desde lo práctico hasta lo supersticioso, reflejan la voz de mujeres de clase trabajadora, a menudo silenciadas en el discurso público. A través de historias compartidas mientras hilaban, estas mujeres discutían sobre embarazo, salud reproductiva, y otros aspectos de la vida doméstica, creando un legado de conocimiento femenino que desafiaba las normas de su tiempo.

El manuscrito «Wellcome Apocalypse», escrito en Alemania hacia 1420, presenta otra faceta de estas redes de apoyo femenino. En él, se ilustra a dos mujeres discutiendo problemas ginecológicos, un raro testimonio visual de la solidaridad y el intercambio de conocimientos entre mujeres en un contexto predominantemente masculino en cuanto a la autoría de textos médicos. Este diálogo íntimo subraya cómo, incluso sin el estatus o la autoridad de los profesionales médicos capacitados, las mujeres del medioevo se empoderaban mutuamente para abordar sus preocupaciones de salud.

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En la nobleza del medioevo, algunas mujeres compilaron recetas y consejos para el bienestar, como se evidencia en la «Dieta de la reina Isabel» del siglo XV. Además, la red social de envío de cartas funcionaba como una plataforma para el apoyo mutuo en temas de salud, como lo demuestra la correspondencia entre Alice Crane y Margaret Paston en 1455. Ilustración MidJourney.

«Dieta de la reina Isabel» del siglo XV

En la nobleza del medioevo, algunas mujeres compilaron recetas y consejos para el bienestar, como se evidencia en la «Dieta de la reina Isabel» del siglo XV. Además, la red social de envío de cartas funcionaba como una plataforma para el apoyo mutuo en temas de salud, como lo demuestra la correspondencia entre Alice Crane y Margaret Paston en 1455. Estas prácticas subrayan la importancia de las redes femeninas en la preservación y transmisión del conocimiento médico, especialmente en un contexto donde el acceso a la educación formal y a los textos médicos estaba severamente restringido para las mujeres.

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Sin embargo, con la institucionalización de la profesión médica en los siglos XVI y XVII, el respeto y la autoridad que las mujeres habían construido como curanderas comenzaron a erosionarse. La asociación de algunas con poderes mágicos y la consecuente persecución como brujas marcaron el declive de estas redes informales de salud, aunque no su desaparición completa. En la actualidad, la solidaridad y el intercambio de conocimientos entre mujeres sigue siendo un aspecto crucial en el manejo de la salud sexual y reproductiva, especialmente en comunidades donde el acceso a recursos educativos y médicos es limitado.

Solidaridad femenina

El legado de estas redes medievales de salud femenina resuena en la era moderna, recordándonos la persistencia de la solidaridad femenina frente a las adversidades. A través de los siglos, las mujeres han encontrado maneras de apoyarse mutuamente, compartiendo conocimientos y experiencias que no solo abordan sus necesidades de salud, sino que también fomentan una resistencia colectiva contra las restricciones impuestas por sistemas patriarcales.

En este sentido, el estudio de Agarwal no solo ilumina un aspecto olvidado de la historia médica, sino que también celebra la capacidad de las mujeres para crear espacios de apoyo y conocimiento, una tradición que continúa evolucionando en el presente.

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