Julio Fuenmayor: La mano que mece la cuna de César Moya

La ciudad de Valencia se encuentra pintada con el nombre de Julio Fuenmayor. Pintas suficientemente grandes para leer desde lejos, grita su aspiración a convertirse en el próximo Gobernador del estado Carabobo. Pero esta ambición no solo convierte a Fuenmayor en el nuevo objeto de interés de las encuestas, también lo recolocan en el centro de una trama política que involucra a César Moya, el tuitero de Zúrich, y a otros personajes del chavismo.

César Moya, quien se ha vuelto una voz influyente en redes sociales y está asociado al ex ministro prófugo Rafael Ramírez, declaró recientemente que el alcalde de Guacara, Johan Castañeda, estaría aspirando a ser alcalde de Valencia. Esto podría interpretarse como un movimiento ajedrecístico para desestabilizar aún más el ya frágil equilibrio del chavismo en el estado. Aún más llamativo es el hecho de que Fuenmayor es acusado por la oposición de ser la mano detrás de las peleas intestinas del chavismo, un verdadero titiritero.

Julio Fuenmayor
Las opiniones se multiplican y el reloj no se detiene. Ilustración MidJourney

Julio Fuenmayor y su infidencia

Según cifras del Observatorio Venezolano de Política, la popularidad de los chavistas ha descendido drásticamente en los últimos años. Esto se suma a las opiniones de organismos internacionales como la OEA, que denuncian la falta de democracia y el deterioro institucional en Venezuela. En este contexto, el papel de Fuenmayor se vuelve más sospechoso. Para el historiador Guillermo Ruiz, «Julio Fuenmayor representa una vieja tradición política venezolana de ‘caciques’ locales que saben cómo manipular el sistema desde dentro para beneficio propio. Podría muy bien estar moviendo los hilos para asegurarse de que, si el chavismo cae, él pueda sobrevivir políticamente.»

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Sus vínculos con la derecha han quedado al descubierto con sus vinculaciones con organizaciones huérfanas de Primero Justicia, a las que contrata para actos de desestimulo al voto y con los contratos poco trasparentes que ha otorgado a personas con capitales que no se exponen a la mediación de la contraloría Municipal.

La riña es a lo interno

El actual gobernador de Carabobo, Rafael Lacava, por su parte, ha estado perdiendo influencia internamente. Según encuestas de Datanálisis, solo un 20% de la población carabobeña lo considera como una opción para la reelección. Lacava, cercano al gobierno central, se ve amenazado por lo que parece ser un complot interno del «ala fantasma» de los revolucionarios. Este grupo, según fuentes políticas, podría estar más interesado en entregar el estado a la oposición, que en dejarlo en 2024 en manos de alguien designado por Lacava. Los mismos chavistas creen que el espectro se llama Francisco Amliach.

Julio Fuenmayor
La figura de Julio Fuenmayor se erige como un potencial ‘rey’ o ‘alfil caído’. Ilustración MidJourney

¿Estamos entonces ante un juego de poderes que podría dar un giro inesperado a la política carabobeña y venezolana? Los expertos en ciencias políticas consideran que sí. Ricardo Ávila, profesor en el Centro de Estudios Políticos y Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, argumenta: «No sería la primera vez que vemos cómo el chavismo se divide. Pero esta sería una fractura significativa que podría tener un impacto inmediato en las elecciones de gobernadores y más allá.»

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Las opiniones se multiplican y el reloj no se detiene. Venezuela se aproxima a un nuevo ciclo electoral, y Carabobo se perfila como un microcosmos de lo que podría ser una transición o un quiebre dentro del chavismo. Aunque por el momento nada es seguro, los movimientos de Julio Fuenmayor y las declaraciones de César Moya se mantienen como dos piezas de un rompecabezas aún no completado, uno que podría determinar el futuro no solo del estado de Carabobo, sino del país entero.

Rey o alfil caído

En un panorama político de por sí incierto, donde las piezas se mueven en un tablero que a cada momento cambia sus reglas, la figura de Julio Fuenmayor se erige como un potencial ‘rey’ o ‘alfil caído’, en una partida donde nadie quiere ser el ‘peon sacrificado’. Con las próximas elecciones a la vuelta de la esquina, solo el tiempo dirá quién logra dar el jaque mate en esta compleja partida de ajedrez político.

 

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