La fragmentación de la unidad no es un enemigo nuevo para la oposición en Venezuela. Históricamente, esta división ha sido un lastre en sus aspiraciones electorales, llevándolos a la derrota en repetidas ocasiones. Con las elecciones presidenciales de 2024 a la vuelta de la esquina, el espectro de la división se cierne más ominosamente que nunca sobre la dirigencia opositora, liderada por María Corina Machado.
Las disensiones internas no solo han generado conflictos políticos, sino que también han dejado marcas profundas en el electorado. Muchos ciudadanos sienten desconfianza y apatía, y algunos incluso cuestionan la capacidad de la oposición para representar una alternativa real al oficialismo.
Fernando Spiritto, reconocido politólogo, sostiene que la oposición necesita crear «una maquinaria electoral poderosa», que compense las condiciones electorales que no parece mejorarán en el corto plazo. Esta maquinaria debe tener un alcance regional y ser respaldada con suficientes recursos, apostando todo a la capacidad organizativa de los partidos.
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Fragmentación de la unidad
El gobierno oficialista parece estar muy al tanto de las debilidades opositoras. Las elecciones primarias, vistas por muchos como una oportunidad para consolidar la unidad, enfrentan obstáculos significativos. Recientemente, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) avanzó un recurso judicial para suspender las elecciones primarias, mientras que desde la Asamblea Nacional se ha iniciado una investigación sobre el financiamiento de estos comicios, insinuando que podrían estar respaldados por USAID, una agencia del gobierno estadounidense.
La Comisión Nacional de Primaria tampoco se ha librado de críticas. María Carolina Uzcátegui, quien renunció a su puesto como vicepresidenta de esta comisión, ha señalado la necesidad de posponer las elecciones hasta asegurar su transparencia financiera y logística. Esta posición no es más que el claro ejemplo de la fragmentación de la unidad de a que sufre la oposición venezolana.
El triunfo llega con dinero
Spiritto apunta a la necesidad de generar incentivos para que el electorado opositor se movilice y vote, lo que depende en gran medida de la percepción de que hay una posibilidad real de triunfo en 2024. Esto, insiste, solo será posible si se logra o al menos se proyecta una verdadera unidad en la dirigencia opositora. La fragmentación de la unidad, pasa entre otras cosas, por la falta de recursos económicos para consolidar una maquinaria electoral que pueda cuidar en el ámbito de las regiones los intereses opositores antes, durante y después de las elecciones de 2024.
La incertidumbre sobre la realización de las elecciones primarias es palpable. Uzcátegui expresó recientemente en Unión Radio sus dudas sobre la materialización de este proceso, lo que podría empujar a la oposición a buscar alternativas para la elección de un candidato unitario.
Un triunfo en las primarias podría otorgar a un candidato la legitimidad y el capital político necesarios para unificar a la oposición y proyectar una imagen cohesiva y fuerte. Asimismo, este candidato deberá ser el portavoz de un proyecto país, creado en consenso, que aborde los problemas más acuciantes de Venezuela.
Sin detenerse jamás
Pero el camino hacia la unidad es tortuoso. Si bien los liderazgos fuertes son esenciales, Spiritto argumenta que la unidad puede incluso sustituir a esos liderazgos. “El mejor candidato es la unidad”, afirma. No obstante, si el oficialismo percibe que las primarias amenazan sus aspiraciones para 2024, es probable que emplee todas las herramientas a su alcance para truncar el proceso, buscando agravar la fragmentación de la unidad y las fisuras internas de una oposición ya de por sí vulnerada.
Los desafíos de la oposición en Venezuela no son nuevos. Desde la llegada del chavismo al poder en 1999, las fuerzas opositoras han tenido dificultades para presentar un frente unido y coherente contra el oficialismo. Los diferentes partidos y líderes opositores han enfrentado desacuerdos ideológicos, estratégicos y tácticos, que han llevado a la fragmentación en momentos críticos, como las elecciones. Esta falta de cohesión ha sido ampliamente capitalizada por el oficialismo para mantenerse en el poder, a menudo utilizando tácticas de dividir y conquistar.
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Una economía que juega en contra
Además, las condiciones socioeconómicas de Venezuela en los últimos años han ejercido presión adicional sobre la oposición. Con una economía en declive, una hiperinflación desenfrenada y una crisis humanitaria que ha llevado a millones de venezolanos a emigrar, la urgencia de un cambio de gobierno es palpable. Sin embargo, la desesperación de la población no ha traducido necesariamente en un mayor apoyo a la oposición, en parte debido a la percepción de que la oposición no ofrece una alternativa clara y unificada al chavismo.
Historiadores como Roberto López sostienen que la oposición venezolana necesita aprender de sus errores pasados. Debe ocuparse de la fragmentación de la unidad. En varios puntos críticos de la historia reciente del país, cuando la oposición parecía tener una ventaja, la falta de unidad y una estrategia clara permitieron al chavismo recuperarse y consolidar su poder. Según López, la dirigencia opositora debe no solo unirse en torno a un candidato, sino también construir un proyecto nacional inclusivo y sostenible que pueda guiar a Venezuela hacia la recuperación y el desarrollo.