El béisbol es el deporte nacional de Venezuela, pero la Copa América 2024 muestra por qué eso podría estar cambiando. Así lo titula Jack Lang, redactor de The Athletic y especialista en fútbol, en su reciente artículo para The New York Times. En su introducción, Lang plantea una pregunta intrigante: ¿Qué hace que Venezuela sea el país fuera de serie en lo que se refiere al fútbol en Sudamérica? Las respuestas, según él, son dos: Venezuela es la única selección de CONMEBOL que nunca ha participado en un Mundial masculino y el fútbol nunca ha sido el deporte número uno en el país. Sin embargo, esta realidad parece estar en transformación, y mucho de esto se debe a la fermentación iniciada por Richard Páez en la Vinotinto.
Históricamente, el béisbol ha sido el rey indiscutible de los deportes en Venezuela. La llegada del béisbol al país se atribuye a la influencia de las compañías petroleras estadounidenses a principios del siglo XX, y su popularidad se consolidó cuando Venezuela ganó la Serie Mundial de Béisbol Amateur en 1941. Este triunfo catalizó la fundación de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional y el béisbol se inscribió en el mito nacional. Jugadores icónicos como Luis Aparicio, Miguel Cabrera y José Altuve han continuado este legado, destacándose en las Grandes Ligas y manteniendo el deporte en la cúspide del interés nacional.
El tesoro Vinotinto
En contraste, el fútbol venezolano tuvo un camino más tortuoso hacia el reconocimiento. La Liga venezolana de fútbol se estableció en 1921 y se profesionalizó en los años 50, pero no logró enraizarse de la misma manera que el béisbol. Jordan Florit, autor de «Red Wine And Arepas», explica que muchos clubes de fútbol se fundaron alrededor de comunidades de expatriados o empresas extranjeras, con nombres como Deportivo Italia y Deportivo Galicia, y pocos jugadores venezolanos. Esta falta de identidad local y continuidad obstaculizó gravemente el crecimiento del deporte en el país.

La selección nacional, conocida como la Vinotinto por su color uniforme, tampoco tuvo un desempeño destacado en sus primeros años. Venezuela ganó su primer partido de la Copa América en 1967, pero luego sufrió décadas de derrotas y humillaciones, incluida una racha de 40 años sin ganar un partido en el torneo. La situación parecía desesperante hasta que José Pastoriza asumió la dirección técnica en 1998, trayendo un nuevo nivel de profesionalismo al equipo. Sin embargo, sería su sucesor, Richard Páez, quien iniciaría una verdadera revolución.
La era Richard Páez
Richard Páez, exjugador de la selección nacional, asumió el mando en diciembre de 2000 con la visión de transformar la Vinotinto. Páez no solo quería que el equipo jugara sin miedo, sino que la atacara, sedujera y se convirtiera en protagonista de su propia historia. “Siempre tuve una rebeldía interior”, comenta Páez. «Venezuela siempre había jugado como un equipo pequeño, conservador ya la defensiva. Yo quería que creyeran en su talento y jugaran con una visión ofensiva». Esta nueva mentalidad dio frutos rápidamente. Entre agosto y noviembre de 2001, la Vinotinto ganó cuatro partidos clasificatorios consecutivos, anotando 10 goles y recibiendo solo uno.
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El impacto de Páez fue profundo. Bajo su liderazgo, Venezuela comenzó a jugar amistosos internacionales contra equipos de todo el mundo, desde Irán en Casablanca hasta Estados Unidos en Seattle. Estas experiencias globales fortalecieron al equipo, que demostró ser capaz de competir y ganar partidos a nivel internacional. La preparación culminó en la Copa América 2007, celebrada en Venezuela. Con el ferviente apoyo local y una inversión significativa del gobierno del presidente Hugo Chávez, Venezuela se clasificó para las fases eliminatorias del torneo por primera vez, marcando el auge de lo que se conoció como el «Boom de la Vinotinto».
Tiempos de metamorfosis
Páez describe este período como una «metamorfosis» para el fútbol venezolano. La Vinotinto estableció un nuevo estándar, inspirando a generaciones de jugadores y aficionados. «Para mí, ese fue el período de mayor crecimiento del fútbol en Venezuela», afirma Páez. «Crearon un legado de irreverencia en el carácter de nuestros jugadores». Esta transformación no solo puso al fútbol en un nivel comparable al béisbol en popularidad, sino que también sembró las semillas para futuros éxitos.
El sucesor de Páez, César Farías, llevó a la Vinotinto a las semifinales de la Copa América 2011, y bajo el mando de Rafael Dudamel, Venezuela alcanzó el puesto 25 en el ranking mundial de la FIFA en 2020. Sin embargo, el fútbol venezolano aún enfrenta desafíos significativos, especialmente a nivel de clubes. La liga venezolana ha mejorado, pero la falta de estabilidad financiera y planificación a largo plazo sigue siendo un problema. Muchos clubes dependen de la financiación pública y enfrentan dificultades cuando cambian los gobiernos locales.

Encaminados al Mundial
A pesar de estos obstáculos, el compromiso con el desarrollo del talento juvenil ha dado resultados positivos. Venezuela llegó a la final del Mundial Sub-20 de 2017, y varios jugadores de ese equipo forman parte de la actual selección mayor. Este enfoque en la juventud ha fortalecido a la Vinotinto, que ahora tiene una oportunidad real de clasificarse para el Mundial de 2026. La campaña de clasificación ha comenzado bien, con Venezuela ocupando el cuarto lugar en la tabla de la CONMEBOL después de seis jornadas.
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La influencia de Richard Páez y su visión audaz para la Vinotinto continúa resonando en el fútbol venezolano. Su insistencia en una mentalidad ofensiva y su exposición al fútbol internacional han dejado una marca indeleble en el equipo nacional. La Vinotinto, una vez el pariente pobre del fútbol sudamericano, ahora es un contendiente respetado. «Hay grandes esperanzas depositadas en esta generación«, afirma Páez. «Pueden ser la generación del Mundial. Serían inolvidables».
La evolución de la Vinotinto, impulsada por la levadura de Richard Páez, ha fermentado un cambio significativo en la percepción del fútbol en Venezuela. Lo que comenzó como una revolución interna ha captado la atención del mundo, con medios internacionales como The New York Times destacando el resurgimiento del fútbol venezolano. Con cada paso adelante, la Vinotinto se acerca más a la gloria mundial, demostrando que el fútbol en Venezuela ha dejado de ser una aspiración distante para convertirse en una realidad palpable.