La basura reciclada, ese conjunto de desperdicios que muchas veces termina en los vertederos, está comenzando a transformar la manera en que consumimos y producimos en Venezuela. Desde franelas hechas con botellas de plástico hasta zapatos con componentes de tela reciclada, los residuos están encontrando una nueva vida en las manos de emprendedores locales que buscan no solo generar beneficios económicos, sino también un cambio ambiental y social. Este es el caso del Taller Neo, un proyecto iniciado por dos amigos venezolanos que decidieron apostar por el reciclaje como un negocio viable y con un fuerte sentido de responsabilidad social.
Olga Maribel Navas, periodista venezolana especializada en periodismo de Comunidad y creadora de la columna Súper Barrios, escribió un reportaje para el portal El Estímulo, titulado “El Taller Neo: la historia de dos venezolanos que basaron su negocio en la basura”. En esta pieza, Navas expuso la trayectoria de Gabriel Santana y Alberto Alfonzo, fundadores de El Taller Neo, quienes encontraron en la “basura reciclada” la base para construir un emprendimiento que busca reinsertar los desechos en la cadena de consumo mediante productos elaborados con plástico, telas y otros materiales que han sido descartados. Con esta iniciativa, los jóvenes no solo cuidan el ambiente, sino que también generan ingresos, fortalecen el empleo local y promueven la conciencia ecológica.
Basura reciclada
Lo interesante del Taller Neo es que, a pesar de estar impulsado por dos profesionales que no se formaron en el ámbito del reciclaje —Alfonzo estudió Relaciones Internacionales y Santana se graduó en Estudios Liberales—, lograron identificar un nicho de mercado con la basura reciclada como materia prima. Su historia comienza en la adolescencia, cuando compartían proyectos e ideas en la escuela. Al separarse por estudios superiores, mantuvieron contacto y, tras años de distancia, se reencontraron con el firme propósito de llevar a cabo una iniciativa que marcara la diferencia. Alfonzo, tras su regreso a Venezuela, y Santana, quien nunca dejó de investigar alternativas sustentables, se volcaron a materializar un sueño común: crear un taller que lograra producir artículos innovadores a partir de materiales de diseño.

El primer paso fue investigar cómo otros emprendedores a nivel global manejaban la basura reciclada. Inspirados por tutoriales que explicaban la transformación de tapas de plástico en materos, comenzaron sus ensayos en el garaje de la familia de Santana, sin recursos para alquilar un local. Sus primeros prototipos fueron básicos, pero el potencial era evidente. El reciclaje de plástico, aunque desafiante, era solo el inicio de un camino que rápidamente se expandiría a otros tipos de productos, incluyendo lentes de sol y franelas.
Ampliación y diversificación
Con el tiempo, la operación de El Taller Neo fue creciendo, y su éxito inicial con la producción de materiales de plástico reciclado les permitió adquirir máquinas más especializadas, como trituradoras e inyectoras de plástico. Aun así, las pruebas con las monturas de lentes no salieron según lo esperado. Los errores en el proceso de inyección llevaron a los emprendedores a retrasar el lanzamiento de las lentes y centrado en los materos, que pronto se convirtió en un producto popular en el mercado. Mientras buscaban perfeccionar la técnica, nunca dejaron de innovar, experimentando con otros materiales y procesos. La basura reciclada se transformó para ellos en un universo de posibilidades, desde textiles hasta componentes industriales.
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Un elemento diferenciador de El Taller Neo es su enfoque en el “triple impacto”: ambiental, social y económico. En el ámbito ambiental, la reutilización de la basura reciclada ha ayudado a reducir la cantidad de desechos plásticos y textiles que terminan en vertederos. Al mismo tiempo, socialmente, han compartido sus experiencias con comunidades y escuelas, motivando a más personas a unirse al movimiento del reciclaje. En lo económico, han demostrado que es posible construir un negocio rentable a partir de algo que la mayoría considera inútil. Sus franelas, por ejemplo, están fabricadas con una mezcla de algodón y fibras plásticas que provienen de botellas recicladas. Para elaborarlas, se aliaron con una empresa en México que convierte estos plásticos en hilos, los cuales luego son enviados a Venezuela para la confección de las prendas.
Tarjeteros, pendones y morrales
El siguiente gran paso para Gabriel y Alberto fue la diversificación de productos. Además de los materos y franelas, se embarcaron en la elaboración de tarjeteros a partir de pendones publicitarios desechados y morrales hechos con retazos de lonas de camiones. Cada material tiene su historia de reciclaje, y cada artículo es un ejemplo de cómo se puede dar una segunda vida a algo que normalmente se desecharía. Los morrales, por ejemplo, se elaboran con piezas de lona que de otra manera habrían terminado en la basura, pero que ahora se convierten en mochilas resistentes y de moda. Los tarjeteros, en cambio, se realizan con los restos de material que las empresas utilizan para hacer vallas y pancartas. De este modo, el concepto de basura reciclada cobra una dimensión práctica y creativa.
Uno de los proyectos más recientes y ambiciosos de El Taller Neo es el desarrollo de una línea de calzado ecológico. Se trata de zapatos deportivos fabricados con tela reciclada y suelas compuestas por goma reutilizada. Lo más interesante es que para las correas han comenzado a utilizar mangueras de los cuerpos de bomberos que ya no están en uso, combinando así la resistencia de un material diseñado para soportar altas presiones con la estética de un calzado moderno. La producción de estos zapatos aún está en fase de prueba, pero esperan lanzarlos al mercado en un futuro cercano.

Ecosistema de recuperadores
Para llevar a cabo esta diversificación, los emprendedores decidieron colaborar con microempresarios locales. En el barrio José Félix Ribas de Petare, por ejemplo, trabaja con un taller de fabricación de calzado que se encarga de la confección de los zapatos. Para los tarjeteros y morrales, se aliaron con un talabartero de la parroquia El Junquito. De esta manera, El Taller Neo no solo se beneficia del trabajo artesanal venezolano, sino que también impulsa a otros emprendedores a unirse a la cadena de producción responsable. Cada zapato, cada franelilla, cada tarjetero, es el resultado de un esfuerzo colectivo que involucra a más personas y fortalece las economías locales.
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Para Gabriel Santana y Alberto Alfonzo, la basura reciclada no es solo el inicio de su proceso productivo, sino una fuente de inspiración constante. Los desafíos son muchos, pero también las recompensas. Con cada artículo vendido, no solo están recuperando material desechado, sino que están construyendo un negocio que desafía las percepciones sobre lo que realmente significa reciclar. Para ellos, el éxito no radica únicamente en los números, sino en cada conversación que generan, cada charla educativa que imparten, y cada mente que logran cambiar. A medida que crece el interés por sus productos, esperan expandir el alcance del Taller Neo, replicando su modelo en otras regiones y demostrando que la basura puede ser el punto de partida para un cambio positivo.
La historia de El Taller Neo es un recordatorio de que con creatividad, perseverancia y un enfoque sólido en el impacto social, es posible transformar el concepto de basura reciclada en un negocio de éxito que promueva valores ecológicos y fortalezca el tejido económico y social del país.