Ostracismo de la FIFA es el destino que ahora enfrenta Luis Rubiales, expresidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), tras ser suspendido por tres años de toda actividad relacionada con el fútbol a nivel nacional e internacional. Esta drástica decisión ha sido tomada por la Comisión Disciplinaria de la FIFA, que resuelve así el expediente disciplinario abierto contra Rubiales el pasado 24 de agosto, tras los polémicos hechos acaecidos al término de la final del Mundial Femenino de Australia y Nueva Zelanda. En ese evento, España se alzó con la victoria frente a Inglaterra, pero el momento de júbilo se vio empañado por la acción de Rubiales, quien besó en la boca a la jugadora española Jenni Hermoso durante la entrega de trofeos. Un acto que ha tenido consecuencias devastadoras para su carrera y reputación.
Las reacciones no se hicieron esperar. Al día siguiente de la suspensión provisional de 90 días impuesta a Rubiales, este se negó rotundamente a dimitir durante la Asamblea del organismo federativo, insistiendo en que el beso fue consensuado. Sin embargo, la futbolista Jenni Hermoso negó tal consentimiento, provocando una reacción en cadena de las jugadoras españolas, que renunciaron en bloque a jugar en la selección «si continúan los actuales dirigentes». Este hecho marcó un antes y un después en la gestión de la crisis, dejando a Rubiales en una posición insostenible.
Ostracismo de la FIFA
El 6 de septiembre, Jenni Hermoso llevó el caso ante la Fiscalía de la Audiencia Nacional, denunciando a Rubiales por el beso no consentido. La Fiscalía se querelló contra el expresidente, quien, cuatro días después, y ante la presión creciente, anunció su dimisión definitiva a través de un comunicado publicado en su cuenta de X (anteriormente conocida como Twitter). Esta acción no fue suficiente para aplacar los ánimos ni para librarlo de la sanción impuesta por la FIFA.
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El caso ha sido analizado por diversos expertos y organismos, que coinciden en la gravedad de los hechos y en la necesidad de establecer un precedente claro y contundente. Al parecer el Ostracismo de la FIFA es la pena ejemplarizante que buscaban. Organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres han aplaudido la decisión de la FIFA, señalando la importancia de combatir cualquier forma de acoso y abuso, especialmente en el ámbito deportivo. La historiadora y experta en género, María Pérez, señala que “este caso debe servir para reflexionar sobre la necesidad de implementar protocolos de actuación y prevención en todas las instituciones deportivas”.
La decisión tiene apoyo
Desde el ámbito político, también se ha valorado la decisión de la FIFA. El Ministro de Cultura y Deporte español, José Manuel Rodríguez Uribes, manifestó su apoyo a la sanción definida como el ostracismo de la FIFA, destacando que “es fundamental proteger la integridad de las deportistas y promover un entorno seguro y respetuoso para todas y todos”. Asimismo, subrayó la importancia de trabajar conjuntamente con las federaciones y organismos deportivos para erradicar cualquier forma de violencia de género.
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El caso de Luis Rubiales ha generado un amplio debate social sobre la necesidad de establecer límites claros y respetuosos en las relaciones entre directivos y deportistas. La sanción impuesta por la FIFA no solo representa un castigo para Rubiales, sino también un mensaje claro para el mundo del deporte: no se tolerará ninguna forma de abuso o acoso. La sociedad demanda un cambio y este caso podría ser el punto de partida para una transformación necesaria y urgente.
El “ósculo mal dado” de Rubiales no solo ha supuesto el fin de su carrera al frente de la RFEF, sino que también lo ha colocado en el centro de un debate necesario sobre los límites y el respeto en el ámbito deportivo. La decisión de la FIFA, respaldada por organismos especializados, políticos y la sociedad, marca un antes y un después en la lucha contra la violencia de género en el deporte, enviando un mensaje claro y contundente: no hay lugar para el abuso en el mundo del fútbol.