¿Cómo alimentar al planeta? La paradoja es perturbadora. Mientras que una parte del mundo tira al basurero más del 50% de los alimentos que adquiere, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), una porción aún más grande del planeta vive en condiciones de inseguridad alimentaria. A medida que la población mundial se aproxima a los 10 mil millones de personas para el año 2050, el reto de alimentar a todos se intensifica. Dos estrategias emergentes han captado la atención internacional: la carne artificial y la agricultura vertical.
La carne artificial, también conocida como carne cultivada en laboratorio, ha avanzado significativamente desde su debut en 2013, cuando el primer filete costó alrededor de $325,000 dólares. Hoy, algunas estimaciones sugieren que podría llegar a ser competitiva en precio con la carne tradicional para 2025. El Dr. Neil Stephens, experto en bioética, señala que «la carne artificial tiene el potencial de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, así como el uso de tierras y agua, elementos cruciales en la lucha contra el cambio climático y la conservación de recursos».
¿Cómo alimentar al planeta?
Por otro lado, la agricultura vertical, el arte de cultivar alimentos en estanterías verticales, normalmente en entornos controlados como invernaderos, también está ganando terreno. Un informe de 2019 de la firma de análisis de mercado Grand View Research estimó que el mercado global de agricultura vertical valdrá aproximadamente $12.77 mil millones para 2026. La eficiencia del uso del espacio y la capacidad de producir alimentos cerca de los centros urbanos son factores clave en su popularidad creciente.
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Sin embargo, no todos están convencidos. Cómo alimentar al planeta es una pregunta agobiante. Los críticos argumentan que ambas soluciones presentan desafíos éticos y ambientales. Los historiadores, como la Dra. Sarah Bridle, hacen hincapié en que «cambios disruptivos en los métodos de producción alimentaria siempre han tenido efectos colaterales no previstos en la sociedad y el medio ambiente». Además, la inversión en tecnología alimentaria avanzada podría desviar recursos y atención de métodos de cultivo más sostenibles y accesibles, argumenta el economista político Dr. Raj Patel.
Tecnología: la magia del sigo XXI
Gobiernos de todo el mundo están considerando estas nuevas tecnologías con cautela optimista. La Unión Europea ha invertido más de 200 millones de euros en investigación y desarrollo de proteínas alternativas, incluida la carne artificial, a través de su programa Horizon 2020. Al mismo tiempo, países asiáticos como Japón y Singapur han mostrado interés en la agricultura vertical como una estrategia para la seguridad alimentaria nacional.
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La paradoja se presenta siempre. Tanto la carne artificial como la agricultura vertical ofrecen posibilidades intrigantes para abordar el desafío existencial de cómo alimentar al planeta que está en rápido crecimiento. No obstante, las preocupaciones éticas y ambientales permanecen, y el camino hacia la adopción masiva está lejos de ser sencillo. La clave podría yacer en una combinación de ambas, complementadas con políticas efectivas y una visión global.
Como señala el Dr. Shenggen Fan, director general del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias, «necesitamos un enfoque de cartera para resolver la crisis alimentaria. No hay una única solución milagrosa; más bien, es la orquestación de múltiples estrategias la que podrá alimentar al mundo de manera sostenible». Y mientras la ciencia y la tecnología ofrecen nuevas rutas hacia la seguridad alimentaria, el verdadero desafío será equilibrar la innovación con la equidad, garantizando que los alimentos lleguen no solo a quienes pueden permitírselo, sino a todos los rincones del planeta.