¿Salvadores o siniestros? Los líderes políticos más controvertidos de la década

En un mundo donde los líderes políticos han dado forma de carrera profesional a su actividad, con especializaciones, tecnicismos y puertas que solo se abren al amparo del poder, la percepción pública de los políticos oscila entre dos extremos: salvadores o siniestros. Ya sea por méritos individuales, lazos de sangre o intereses corporativos, los políticos de la última década han polarizado a sus naciones y, en algunos casos, al mundo entero.

Según un estudio realizado por el Pew Research Center en 2021, la confianza en los políticos se encuentra en niveles históricamente bajos en muchos países. En Estados Unidos, por ejemplo, solo el 21% de los encuestados confiaba plenamente en el gobierno para hacer lo correcto «siempre» o «la mayoría de las veces». Esta crisis de confianza también se refleja en otros países de Occidente y del resto del mundo.

Líderes políticos

Tomemos el caso del expresidente Jair Bolsonaro en Brasil, un líder que sigue generando divisiones profundas dentro de su país. Según datos de Datafolha, su índice de aprobación cayó por debajo del 30% en 2021, afectado en gran medida por su gestión de la pandemia de COVID-19 y las acusaciones de corrupción que han rodeado a su administración. Por otro lado, aún mantiene una base de seguidores incondicionales que lo ven como un bastión contra el comunismo y la corrupción. La Organización Mundial de la Salud criticó su manejo de la crisis sanitaria, lo que contribuye al debate sobre si es un «salvador» para sus seguidores o una figura «siniestra» para sus críticos.

Líderes políticos
Rodrigo Duarte en Filipinas, aunque de mano dura, es muy popular. Ilustración MidJourney

Si tenemos que hablar de líderes políticos de contraste, aquí tenemos a uno. En Filipinas, el presidente Rodrigo Duterte ha sido otra figura polarizadora. A pesar de su retórica a menudo violenta y su guerra contra las drogas, que Human Rights Watch denuncia como un vehículo para violaciones a los derechos humanos, Duterte ha mantenido índices de aprobación superiores al 60%. Para sus críticos, Duterte representa una amenaza para la democracia y la justicia, pero para sus seguidores, es visto como un líder fuerte que ha tomado medidas drásticas pero necesarias para lidiar con problemas sociales arraigados.

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Un ejemplo en Moscú

Por su parte, en Rusia, Vladimir Putin ha mantenido un control firme sobre el poder desde hace más de dos décadas. A pesar de las sanciones internacionales y las críticas por su papel en conflictos como el de Ucrania, sigue siendo popular en su país. Según una encuesta del Centro Levada, un organismo de investigación independiente, aproximadamente el 60% de los rusos aprueban su mandato. Expertos en historia, como Timothy Snyder de la Universidad de Yale, argumentan que Putin ha consolidado un régimen autoritario que utiliza la propaganda y la manipulación política para mantenerse en el poder.

¿Qué nos dicen estos ejemplos sobre los líderes políticos modernos? La especialista en ciencia política Yascha Mounk señala que estamos presenciando un momento de «desencanto democrático», donde los líderes polémicos capitalizan el descontento y la falta de confianza en las instituciones. En este escenario, el político ya no es visto universalmente como un servidor público, sino más bien como un símbolo de esperanzas o temores, dependiendo de qué lado del espectro político se encuentres uno.

Líderes políticos
Vladimir Putín con una guerra en la estufa tiene buena aceptación. Ilustración MidJourney

Marchita la democracia

En este clima polarizado, las posibilidades de diálogo y consenso se reducen, lo que plantea preguntas serias sobre el futuro de la gobernanza global y la estabilidad de las democracias. En definitiva, los líderes políticos de esta década nos ofrecen un espejo en el cual se reflejan nuestras divisiones más profundas y nuestras más acuciantes preocupaciones. ¿Son salvadores que reflejan las aspiraciones de sus seguidores o figuras siniestras que capitalizan las fracturas de la sociedad? La respuesta a esa pregunta podría muy bien determinar el curso de la próxima década.

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El ascenso de estos líderes controvertidos también revela cambios en la dinámica mediática y la influencia de las redes sociales. Según un informe de la Universidad de Oxford, la desinformación y las «noticias falsas» han jugado un papel cada vez más importante en las elecciones y en la opinión pública en general. Los políticos polémicos a menudo emplean estas plataformas para comunicarse directamente con sus bases, eludiendo los filtros tradicionales del periodismo y, en algunos casos, promoviendo teorías de la conspiración o información errónea. Este fenómeno refuerza las divisiones existentes, ya que cada bando tiene más probabilidades de consumir y compartir información que confirma sus prejuicios y visiones del mundo.

La política de la última década ha estado marcada por figuras que han generado fuertes reacciones, tanto positivas como negativas, en sus respectivos países y más allá. A medida que enfrentamos desafíos globales que van desde la pandemia hasta el cambio climático y la desigualdad económica, la necesidad de líderes capaces de unir en lugar de dividir se hace cada vez más apremiante. Pero si la tendencia actual persiste, el oficio  político seguirá siendo una esfera dominada por individuos que polarizan, en lugar de consensuar, dejando a las sociedades en una encrucijada peligrosa. Ahora más que nunca, la percepción del político como «salvador» o «siniestro» no solo será un reflejo de nuestras divisiones internas, sino también un factor que las profundizará.

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