Los estereotipos de género actuales, que en el pasado solían obstaculizar a las mujeres en su búsqueda de cargos políticos de alto perfil, parecen estar evolucionando en una dirección que podría favorecer a candidatas como Kamala Harris. En un contexto político marcado por la desconfianza hacia los políticos tradicionales, la percepción del liderazgo femenino ha cambiado, destacando atributos positivos que anteriormente se consideraban menos compatibles con las cualidades necesarias para ocupar puestos de poder. Este cambio en la percepción pública podría ser una significativa para Harris en una eventual ventaja de carrera presidencial, lo que sugiere que las barreras de género históricas se están debilitando en la política de los Estados Unidos.
Este análisis se basa en el estudio realizado por Ángela L. Bos, Decano y profesora de la Escuela de Servicio Público de la Universidad Estatal de Boise; Daphne Joanna van der Pas, profesora asociada de Ciencias Políticas en la Universidad de Ámsterdam; y Loes Aaldering, profesora asociada de política comparada en la Vrije Universiteit Amsterdam. Su investigación, titulada “¿Están Estados Unidos preparados para una mujer presidenta? La actitud de los votantes hacia las mujeres políticas es radicalmente diferente a la de hace una década”, fue publicada en un portal académico y explora cómo la percepción de los votantes hacia las mujeres en la política ha cambiado en los últimos años, permitiendo que figuras como Harris sean vistas como serias contendientes para la presidencia.
Estereotipos de género actuales
Los estereotipos de género actuales juegan un papel central en este cambio. A lo largo de décadas, las mujeres en política enfrentaron un dilema clásico: actuar de manera asertiva y fuerte, como se espera de los líderes, a menudo les costaba ser percibidas como “femeninas”, mientras que se comportaban de acuerdo con las normas tradicionales de género las hacía parecer menos capaces de ejercer autoridad. Sin embargo, según el estudio de Bos, van der Pas y Aaldering, este doble vínculo se ha diluido significativamente. Los propensos ahora tienden a asociar a las mujeres políticas con cualidades como la competencia, la empatía y la integridad, atributos esenciales para el liderazgo, mientras que la percepción de los hombres políticos ha sufrido un declive considerable.

En su investigación, el equipo de politólogos destaca que, en la última década, los votantes estadounidenses han comenzado a ver con mejores ojos a las mujeres políticas, en parte gracias a figuras públicas como Hillary Clinton y Nancy Pelosi, quienes han demostrado ser líderes competentes. y ambiciosas. La exposición mediática de estos y otros líderes ha permitido que los estereotipos sobre las mujeres políticas evolucionen de manera positiva. Los estereotipos de género actuales, que solían ser un obstáculo, ahora son una ventaja potencial para las mujeres que buscan posiciones de poder. Esta tendencia abre un camino favorable para Kamala Harris, una mujer que, además de romper barreras de género, también representa a minorías étnicas, lo que aumenta la relevancia histórica de su posible ascenso a la presidencia.
Hombres están del lado oscuro
Los cambios en los estereotipos de género no son exclusivos de las mujeres políticas. El estudio también encontró que la percepción pública de los hombres políticos se ha vuelto más negativa en los últimos años. Rasgos como la ambición y la competitividad, que alguna vez fueron vistos como atributos positivos en los líderes masculinos, ahora están asociados con la manipulación y el egoísmo. Esta evolución en la percepción podría ser perjudicial para los hombres en política, mientras que las mujeres, como Harris, se benefician de ser vistas como líderes más auténticas y con mayores niveles de integridad.
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El contexto político de los Estados Unidos, por tanto, ha cambiado de manera significativa en comparación con una década atrás. La creciente presencia de mujeres en el Congreso y en otros cargos de alto perfil ha transformado la percepción de lo que se espera de un líder. De hecho, el número de mujeres en el Congreso ha aumentado enormemente en los últimos años, con figuras políticas tanto demócratas como republicanas que han captado la atención del electorado. Este incremento ha contribuido a que los estereotipos de género actuales se vuelvan más claros y definidos, lo que beneficia a candidatas como Harris al posicionarlas como alternativas viables en comparación con sus contrapartes masculinas.
Una oportunidad única
En este sentido, Harris no solo se beneficiaría de los estereotipos de género actuales, sino también de la creciente desconfianza hacia los hombres políticos. El estudio de Bos, van der Pas y Aaldering indica que los votantes ya no ven a los políticos masculinos como los únicos depositarios de cualidades como la competencia o el liderazgo fuerte. Por el contrario, las mujeres en la política han ganado terreno en tres de los cuatro atributos de liderazgo claves identificados por los votantes: competencia, empatía e integridad. Esta evolución ofrece a Harris una oportunidad única para superar a sus rivales masculinos en términos de percepción pública.
Además, la diversidad de Harris, como una mujer de ascendencia negra y asiática, también representa un aspecto innovador que los votantes podrían ver con buenos ojos. En un país que ha estado lidiando con divisiones raciales y una creciente demanda por una mayor representación de las minorías, su candidatura podría ser vista como un símbolo de progreso. Los estereotipos de género actuales, que ahora presentan a las mujeres políticas como líderes competentes y empáticas, se alinean con esta narrativa de cambio y renovación, factores que podrían ser decisivos en una contienda presidencial.

Hoy son más capaces
El cambio en los estereotipos de género actuales ofrece a Kamala Harris una ventaja significativa en su posible camino hacia la presidencia de los Estados Unidos. Mientras que en el pasado las mujeres políticas debían luchar contra las percepciones de debilidad o falta de liderazgo, hoy en día se les considera más capaces que sus homólogos masculinos en áreas clave como la empatía y la integridad. Además, la creciente desconfianza en los hombres políticos, asociados con rasgos más negativos, ofrece a las mujeres una ventaja en la búsqueda de puestos de liderazgo. Si Harris decidiera postularse para la presidencia, es probable que se beneficie de estos estereotipos de género actuales y del deseo del electorado por un cambio en el panorama político estadounidense.
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La investigación de Bos, van der Pas y Aaldering subraya que el momento histórico es propicio para que una mujer, y más específicamente una mujer como Harris, ocupe la Casa Blanca. Los estereotipos de género han cambiado y, por primera vez en la historia de los Estados Unidos, las expectativas de las votantes sobre lo que significa ser un líder político podrían favorecer a una mujer candidata. Si bien aún existen desafíos por delante, los estereotipos de género actuales brindan a Harris una ventaja crucial en su posible candidatura, ofreciendo una esperanza tangible de que el «techo de cristal» finalmente se rompa.