En un mundo cada vez más interconectado, donde las dinámicas de poder global están cambiando, la hegemonía estadounidense parece estar llegando a su fin. Para el profesor Andrew Latham, experto en relaciones internacionales, esta transformación no debe verse como una catástrofe, sino como una oportunidad para que Estados Unidos adopte una nueva estrategia basada en la moderación. Un EE.UU. multipolar debe competir y cooperar con otras potencias globales sin buscar dominarlas, una idea que se aleja de las décadas de dominio absoluto que definieron gran parte del siglo XX y principios del XXI.
Andrew Latham, profesor en Macalester College en Minnesota y colaborador frecuente en el portal de análisis político The Hill, expuso recientemente sus ideas en un artículo titulado “El fin del dominio global de Estados Unidos representa una oportunidad para Estados Unidos”. Con una vasta trayectoria en el campo de las relaciones internacionales y un enfoque realista sobre el poder global, Latham argumenta que Estados Unidos debe ajustarse a las nuevas realidades de un mundo multipolar, donde ya no es posible mantener el control absoluto sobre los asuntos mundiales sin enfrentar crecientes desafíos.
EE.UU. multipolar debe competir y cooperar
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y especialmente después del colapso de la Unión Soviética, Estados Unidos ha dominado el escenario global. Pero ese dominio, según Latham, se ha llevado consigo numerosos problemas. El esfuerzo por mantener un «orden internacional basado en reglas», liderado principalmente por Washington, ha derivado en intervenciones militares costosas y muchas veces fallidas. Según Latham, un EE.UU. multipolar debe competir y cooperar de manera selectiva con otras potencias, evitando la tendencia a imponer su voluntad a nivel global.

El ascenso de potencias como China y Rusia ha sido uno de los factores determinantes en la erosión del dominio estadounidense. Latham sostiene que, en lugar de lamentar esta situación, Estados Unidos debería abrazarla como una oportunidad para adoptar un enfoque más equilibrado. La estrategia de moderación que propone está basada en la teoría realista de las relaciones internacionales, que reconoce los límites del poder estadounidense y los riesgos de una sobreextensión militar y política. En este contexto, un EE.UU. multipolar debe competir y cooperar, no solo con los viejos aliados de Occidente, sino también con potencias emergentes, en un delicado equilibrio de intereses.
No es una retirada
El fin de la hegemonía estadounidense no implica, en opinión de Latham, que Estados Unidos debería retirarse por completo del escenario internacional. Más bien, la moderación implica un enfoque pragmático que prioriza los intereses vitales del país sin tratar de imponer su control sobre todos los rincones del mundo. Durante décadas, la política exterior estadounidense ha sido impulsada por la creencia de que cualquier inestabilidad, sin importar dónde ocurra, es una amenaza directa para la seguridad nacional. Sin embargo, en un EE.UU. multipolar, Latham argumenta que esa percepción debe cambiar. Un enfoque más prudente permitiría a Estados Unidos reservar su poder para las situaciones que realmente afectan sus intereses estratégicos.
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Este cambio de paradigma también tiene implicaciones para las relaciones con China, una potencia en ascenso que ha desafiado cada vez más la influencia estadounidense, especialmente en Asia. Muchos políticos en Washington han intentado marcar la competencia con China como una nueva Guerra Fría, pero Latham advierte que esa comparación es errónea y peligrosa. En lugar de tratar de contener a China con tácticas que recuerdan al enfrentamiento con la Unión Soviética, Latham propone una estrategia de “desactivación”, en la que Estados Unidos no busca impedir el ascenso de China, sino más bien evitar que domine regiones clave o establecer nuevas reglas de gobernanza global. Aquí, un EE.UU. multipolar debe competir y cooperar con China en áreas de interés común, sin caer en la trampa de una confrontación sin sentido.
Washington impone su modelo
Para Andrew Latham, uno de los grandes errores de la política exterior estadounidense ha sido intentar imponer sus valores y su modelo de gobernanza a nivel mundial. Este enfoque ha resultado en costosas intervenciones, como las guerras en Irak y Afganistán, que no solo fueron fallidas en términos de objetivos estratégicos, sino que también afectaron gravemente la reputación internacional de Estados Unidos. En lugar de imponer su voluntad, Latham sugiere que un EE.UU. multipolar debe competir y cooperar con otras potencias, en la medida en que eso sirva a sus propios intereses, evitando intervenciones innecesarias y dejando que otras naciones también desempeñen un papel más destacado en la resolución de conflictos regionales.
Latham también señala que el orden internacional que Estados Unidos ayudó a construir tras la Segunda Guerra Mundial, basada en instituciones multilaterales y normas liberales, ya no es viable en su forma original. Este sistema, que a menudo se presentaba como benévolo y neutral, en realidad estaba diseñado para servir principalmente a los intereses de Estados Unidos, muchas veces en detrimento de otras naciones. Con la creciente influencia de otras potencias, ese marco se ha vuelto insostenible. En este nuevo escenario, un EE.UU. multipolar debe competir y cooperar con aliados tradicionales, pero también con naciones emergentes, sin intentar dominarlas.

El interés mutuo es suficiente
A medida que Estados Unidos adopta este enfoque más moderado, también se abre la posibilidad de formar coaliciones más flexibles y pragmáticas. Latham sugiere que en lugar de tratar de liderar todas las alianzas globales, Washington debería optar por asociaciones basadas en el interés mutuo y no en la imposición unilateral de normas. Este cambio permitiría a Estados Unidos mantenerse relevante en un mundo multipolar sin asumir la carga de la vigilancia global en solitario, algo que ha agotado sus recursos y afectado su imagen internacional en las últimas décadas.
Para Andrew Latham, el fin del dominio estadounidense no debe verse como una tragedia, sino como una oportunidad para replantear su papel en un mundo más complejo y diverso. Un EE.UU. multipolar debe competir y cooperar con otras potencias sin tratar de dominarlas, adoptando una estrategia de moderación basada en el interés nacional y el equilibrio de poder. Al abandonar el sueño irrealista de la hegemonía perpetua, Estados Unidos puede encontrar un camino más sostenible y efectivo para asegurar su lugar en el orden global del siglo XXI.
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Este cambio estratégico, basado en el realismo, no significa que Estados Unidos renuncie a su papel de liderazgo, sino que lo adapta a las nuevas realidades. La competencia y la cooperación en un mundo multipolar son las claves para una política exterior exitosa en las próximas décadas. Como señala Latham, la moderación no es sinónimo de debilidad, sino de sabiduría: es la capacidad de reconocer los límites del poder y actuar en función de los intereses fundamentales, en lugar de buscar la dominación global a cualquier costo.

