Milei hace trampa con los números. La idea desborda la creciente polémica que envuelve al presidente argentino Javier Milei en su segundo año de mandato. Desde su promesa de una transformación libertaria que despertó entusiasmo entre sus seguidores, hasta las críticas que ahora enfrentan sus resultados, la narrativa se ha desarrollado en un paisaje político y económico cargado de tensiones. Los relojes que miden su tiempo restante en el poder especial para legislar sin el Congreso no solo reflejan una cuenta regresiva literal, sino también simbólica: la prisa de Milei por mostrar avances antes de perder su ventaja legislativa parece estar repleta de números que, al ser examinados de cerca, no cuentan toda la historia.
Mary Anastasia O’Grady, autora de la columna semanal «The Americas» en The Wall Street Journal ha puesto el foco en la gestión de Milei en su artículo titulado: “Midiendo el progreso argentino de Milei”. Periodista desde 1995 y miembro del consejo editorial desde 2005, O’Grady aborda con experiencia los matices de la política y economía de la región. En este caso, desde Buenos Aires, destaca cómo el gobierno de Milei utiliza un marco de cifras infladas y tácticas de comunicación estratégica para proyectar una Argentina en un proceso de transformación económica. Sin embargo, también deja entrever que el supuesto éxito de las reformas puede ser, en parte, una ilusión sostenida por una calculada manipulación de los números.
Milei hace trampa con los números
El llamado «zar de la desregulación», Federico Sturzenegger, figura como pieza clave en este rompecabezas. A las afueras de su oficina, un reloj brillante anuncia los días que restan antes de que expire la ley especial que otorga a Milei amplios poderes legislativos. Este espectáculo visual refuerza la narrativa de urgencia, pero también puede desviar la atención de los problemas subyacentes. O’Grady subraya que, aunque las reformas han sido audaces, su impacto en la vida cotidiana de los argentinos es menos claro de lo que los datos del gobierno sugieren. Milei hace trampa con los números al presentar un panorama optimista basado en clasificaciones que podrían no resistir el escrutinio detallado.

La administración Milei ha enfrentado críticas por su enfoque en recortes presupuestarios drásticos en lugar de reformas estructurales. Un análisis reciente de los economistas Sebastián Galiani y Santiago Afonso señala que el equilibrio fiscal anunciado por el gobierno no proviene de una transformación genuina, sino de la inflación, que reduce el valor de los gastos sociales e inversiones públicas. Esta estrategia, que favorece ajustes temporales sobre cambios sostenibles, podría ser contraproducente. La frase «tic, tac, tic, tac» no solo resuena en los pasillos del gobierno, sino también en los mercados internacionales, donde los inversionistas comienzan a cuestionar si las bases de esta supuesta estabilidad son realmente sólidas.
Ni dolarización, ni lápida en el Banco Central
El propio Milei, que llegó al poder prometiendo cerrar el Banco Central y dolarizar la economía, ha moderado algunas de sus posturas iniciales. Estas concesiones han generado decepción entre los libertarios más fervientes, quienes ven estas decisiones como una traición a los principios que lo llevaron al poder. La inflación, aunque menor que en 2023, sigue siendo un problema persistente. Según las proyecciones, los precios continuarán subiendo un 30% en 2025, lo que pone en duda la sostenibilidad de su modelo económico. A pesar de esto, su aprobación pública permanece por encima del 50%, alimentada por una percepción de que, aunque imperfecta, Milei es mejor que cualquier alternativa reciente.
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«Milei hace trampa con los números», repiten críticos y opositores, señalando que las aparentes reducciones en costos de ciertos bienes y servicios no reflejan mejoras estructurales, sino ajustes cosméticos facilitados por la desregulación parcial. El proceso de simplificación burocrática liderado por Sturzenegger es, sin duda, ambicioso, pero aún está en sus primeras etapas. Por ejemplo, la importación de bienes de capital usados sigue siendo un desafío burocrático, lo que limita la capacidad de las empresas para invertir en mejoras productivas. En otros sectores, como el farmacéutico, los precios aún son hasta cinco veces más altos que en Europa debido a regulaciones que Milei aún no ha desmantelado.
Libertarios sin Congreso
El debate sobre las reformas de Milei también tiene una dimensión política significativa. Su capacidad para negociar con el Congreso es limitada, ya que su partido, Libertad Avanza, no cuenta con una mayoría. Esto complica la implementación de cambios profundos, especialmente cuando se enfrenta a una oposición encabezada por figuras como Cristina Kirchner, quien sigue siendo una fuerza política influyente. Los acuerdos con sectores opositores han sido interpretados como señales de pragmatismo por algunos, pero también han generado desconfianza entre quienes esperaban una ruptura total con el sistema político tradicional.
Por otra parte, las diferencias de precios en productos locales e importados, utilizadas por Sturzenegger para priorizar su agenda, son una evidencia clara de los problemas que persisten. O’Grady destaca que, si bien las desregulaciones han llevado a caídas significativas de precios en algunos sectores, como el textil y el logístico, estos avances son parciales y no abordan el problema de fondo: la competitividad limitada de la economía argentina. Este enfoque selectivo en la presentación de datos alimenta la percepción de que «Milei hace trampa con los números», generando expectativas que podrían no cumplirse en el mediano plazo.

Las hojas del calendario
Con 217 días restantes en su marco de poderes especiales, el tiempo apremia para que Milei convierta sus promesas en resultados tangibles. La estabilización económica, aunque valiosa, no basta para garantizar un cambio duradero. Los retos pendientes, desde la reforma del sistema bancario hasta la eliminación de privilegios sectoriales, requerirán no solo voluntad política, sino también el respaldo del Congreso y de la población. Mientras tanto, el «tic, tac, tic, tac» sigue marcando el ritmo de un gobierno que camina en la cuerda floja entre la audacia reformista y las realidades de un país complejo.
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En última instancia, el legado de Milei dependerá de si logra consolidar su visión de una Argentina libertaria más allá de los juegos numéricos y las estrategias de comunicación. A medida que los críticos continúan señalando inconsistencias y los partidarios celebran pequeños triunfos, una cosa está clara: la narrativa de Milei está lejos de ser un libro cerrado. «Milei hace trampa con los números» podría ser el eslogan de quienes dudan de su gestión, pero también un recordatorio de que las cifras, como los relojes, solo cuentan parte de la historia.

