Latinoamérica, una región diversa en cultura, tradiciones y poblaciones, ha vivido olas de feminismo que han impactado en distintas formas en sus sociedades. Sin embargo, el feminismo militante y el 2.0, que han ganado relevancia en otras partes del mundo, no han tenido un impacto tan profundo en esta vasta región. ¿A qué se debe este fenómeno?
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Según el Banco Mundial, en 2020, Latinoamérica era una región donde más del 50% de su población se identificaba con alguna tradición religiosa, principalmente el catolicismo. Esta profunda religiosidad ha influenciado en gran medida las percepciones y valores culturales, muchos de los cuales han sido más conservadores respecto a los roles de género. La Iglesia Católica, con sus posturas tradicionales sobre el papel de la mujer, ha tenido una influencia considerable en estas percepciones.
Feminismo militante
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señaló en un estudio de 2023 que la participación política de las mujeres en Latinoamérica era desigual con un promedio regional de 30%. Sin embargo, encontramos países como Paraguay o Brasil con una representación femenina en cargos políticos inferiores al 15%. Esta subrepresentación política limita la capacidad de las mujeres para influir en políticas públicas relacionadas con sus derechos.
Para entender este fenómeno desde una perspectiva histórica, el Dr. Eduardo González, historiador especializado en movimientos sociales en América Latina, nos da algunas luces: «Latinoamérica tiene una historia de luchas que a menudo han priorizado la cuestión racial y económica sobre la de género. Si bien las cuestiones de género no se han ignorado, a menudo han tomado un segundo plano ante desafíos como la desigualdad económica, los conflictos armados o las dictaduras». Esta perspectiva nos muestra que la región no ha sido suelo muy fértil para el feminismo militante.
Sobre el feminismo 2.0
El feminismo militante lleva siglos en la búsqueda de la igualdad. Por otro lado, el feminismo 2.0, caracterizado por el uso extensivo de las redes sociales y las plataformas digitales para la movilización, se enfrentó a retos particulares en Latinoamérica. Según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de 2023, sólo el 57% de la población latinoamericana tenía acceso a internet, limitando así la capacidad de este nuevo tipo de feminismo de llegar a amplios sectores de la población.
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María Fernanda Barreto, politóloga y especialista en género, señala: «El feminismo militante y el 2.0 han luchado por hacerse un espacio en la esfera pública latinoamericana, pero han chocado con estructuras tradicionales arraigadas y con una brecha digital que limita su alcance. Además, muchos movimientos feministas en la región han optado por un enfoque más inclusivo y contextual, reconociendo las particularidades de nuestras sociedades».
El activismo en la región
Adicionalmente, los desafíos específicos de Latinoamérica, como la violencia de género y los femicidios, que según la ONU Mujeres en 2022 reportó que 14 de los 25 países con las tasas más altas de femicidio se encuentran en América Latina, han llevado a que el activismo feminista en la región se centre más en estas urgentes problemáticas y en estrategias de respuesta inmediata.
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Sin embargo, es importante señalar que, aunque el feminismo militante y el 2.0 no hayan calado tan hondo en la región, han contribuido a crear un espacio de diálogo y han introducido nuevas narrativas que poco a poco ganan terreno en la conciencia colectiva.
Cada cual va a su paso
Silvia Torres, directora del Observatorio de Género y Sociedad de México, concluye: «Latinoamérica avanza a su propio ritmo, construyendo un feminismo que responde a sus realidades y desafíos. Si bien los modelos externos pueden no tener el mismo impacto aquí, hay una lucha constante y resiliente por la igualdad de género que continúa evolucionando y adaptándose a nuestro contexto».
El contexto único de Latinoamérica, caracterizado por su diversidad cultural, su profunda religiosidad, y sus desafíos socio-políticos, ha influido en la recepción y adaptación de las olas feministas. Aunque el feminismo militante y el 2.0 no haya tenido un impacto tan marcado como en otras regiones, la lucha por los derechos de las mujeres sigue viva y adaptándose a las necesidades y realidades de la región.