América Latina, una región históricamente asociada a la cultura, música y recursos naturales, está emergiendo como un líder en la vanguardia de la Deep Tech. Las startups latinoamericanas están conquistando mercados globales, desafiando nociones preconcebidas y mostrando que la innovación y el ingenio pueden florecer en cualquier rincón del mundo.
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La historia de Establishment Labs es un testimonio de ello. Originaria de Costa Rica, esta startup dedicada a los implantes mamarios ha crecido hasta cotizar en el índice Nasdaq, ostentando una valoración de mercado de US$1.800 millones. Pero no es una historia aislada.
Asimismo, empresas como la chilena NotCo, que utiliza inteligencia artificial para sustituir alimentos de origen animal, o la argentina Bioceres, que está transformando la agricultura, están revolucionando sus respectivos campos.
Deep Tech en Latinoamérica
Ignacio Peña, autor del estudio ‘Deep Tech: la nueva ola’ del BID Lab, señala que estamos siendo testigos de «una explosión de innovación Big Tech en América Latina». Esta ola no tiene precedentes y, según Peña, «permite hacer cosas que antes no eran posibles», haciendo referencia al diagnóstico de enfermedades con una simple gota de sangre.
Dentro del panorama de innovación, la biotecnología encabeza la lista con más del 60% de la innovación tecnológica profunda, seguida de cerca por la inteligencia artificial con un 11%. Sin embargo, sectores como la nanotecnología, tecnologías limpias, movilidad avanzada y robótica también están encontrando su nicho en la región.
Un cuarteto vanguardista
Es destacable cómo la reducción de costos ha democratizado el acceso a estas tecnologías, permitiendo que un número creciente de startups pueda competir en el escenario mundial. Argentina, Brasil, Chile y Costa Rica están a la vanguardia, representando el 80% del total de startups de Deep Tech en la región. Argentina, en particular, ha sido un semillero de innovación, siendo hogar de 103 startups de Tecnología Profunda, es decir, el 30% del total regional. Auth0, vendida en 2021 por US$6.500 millones, es un ejemplo estelar de la potencia tecnológica argentina.
El politólogo Raúl Ortega comenta: «Lo que estamos viendo es una transformación en la forma en que América Latina se percibe a sí misma y cómo es percibida por el mundo. Ya no solo somos un continente de riquezas naturales, sino también de riquezas intelectuales y tecnológicas».
Sobre la Ley de Emprendimiento
El éxito en Argentina de las Deep Tech, en gran parte, puede atribuirse a la Ley de Emprendimiento de 2017, la cual ha propiciado un ambiente favorable para las startups. Sumado a esto, la inversión por parte de fondos de capital de riesgo ha sido fundamental para catalizar la innovación.
La historiadora Marta Álvarez opina: «Lo que estamos presenciando es un capítulo fascinante en la historia de América Latina. Es un renacimiento tecnológico, donde el pasado y el futuro convergen, mostrando que nuestra región tiene la capacidad de ser líder en la era digital».
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El reto ahora es mantener este “momentum”, continuar invirtiendo en educación, infraestructura y políticas públicas que fomenten la innovación. América Latina ha demostrado que tiene el talento y la capacidad de competir en el escenario mundial de la tecnología profunda. Es esencial ahora garantizar que esta ola no sea efímera, sino el inicio de una era dorada de innovación y progreso tecnológico para la región.
Peligros a tomar en cuenta
La importancia de fomentar la investigación y el desarrollo en la región no puede ser subestimada. Instituciones académicas y centros de investigación tienen un papel primordial en esta ecuación. La colaboración entre universidades, empresas emergentes y gobiernos puede ser el caldo de cultivo para soluciones tecnológicas que no solo posicionen a América Latina en el mapa global de la innovación, sino que también aborden desafíos específicos y urgentes de nuestra región. Desde la seguridad alimentaria hasta la gestión sostenible de nuestros vastos recursos naturales, la Deep Tech tiene el potencial de ofrecer respuestas tangibles y transformadoras.
Por otro lado, es crucial que se establezca un marco regulatorio claro y favorable para estas empresas. La burocracia y las regulaciones obsoletas pueden frenar el ritmo de innovación. Como señala José Ramírez, experto en políticas públicas tecnológicas, «Necesitamos una regulación ágil y adaptativa, que comprenda la naturaleza cambiante de la tecnología profunda y que, en lugar de ser un obstáculo, facilite y potencie el desarrollo de soluciones innovadoras en la región».
Finalmente, no podemos dejar de lado la importancia de la formación y capacitación. El capital humano es, sin duda, el recurso más valioso de América Latina. Fomentar la educación en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas desde edades tempranas garantizará no solo la continuidad, sino también la evolución de este ecosistema de innovación. Tal como la historia nos ha mostrado en otras revoluciones industriales y tecnológicas, aquellos que invierten en conocimiento y capacitación son quienes lideran el camino hacia el futuro. En esta nueva era de la tecnología profunda, América Latina tiene la oportunidad de ser no solo un jugador, sino un líder global.
