En la vibrante atmósfera de La Habana, donde antes la sombra del estado lo cubría todo, hoy día se percibe un renacer económico impulsado por manos cubanas. La isla de Cuba, conocida por su fuerte herencia comunista, está siendo testigo de cómo sus ciudadanos están forjando un nuevo camino hacia la prosperidad a través del sector privado. En los últimos años, tras décadas de restricciones económicas y sanciones internacionales, el gobierno cubano ha comenzado a abrir gradualmente la puerta a la iniciativa privada, permitiendo que florezcan miles de nuevas empresas.
David C. Adams, un reconocido periodista del The New York Times, ha documentado meticulosamente este cambio durante su visita a más de una docena de empresas privadas en La Habana. Adams, que ha titulado su cobertura: “En un bastión comunista, los capitalistas se convierten en un salvavidas económico”, apunta a una transformación que podría parecer impensable hace solo una década. En un espacio que antes ocupaba una monótona florería estatal, ahora se alza una moderna tienda de comestibles con estantes repletos de productos variados, desde pasta hasta vino. Este cambio es parte de una explosión de actividad empresarial que, según las cifras oficiales, incluye unas 10,200 nuevas empresas desde 2021.
Millares de emprendimientos en Cuba
En Cuba, el resurgimiento del sector privado no solo está creando empleos, sino que también está reintroduciendo a la población en la dinámica del mercado global. Alrededor de 1.5 millones de personas, casi la mitad de la fuerza laboral de la isla, ahora trabajan en el sector privado, un aumento del 30% desde 2021. Estos trabajadores, a diferencia de sus homólogos en el sector estatal, pueden ganar significativamente más. Por ejemplo, mientras un médico o un profesor en una institución estatal gana alrededor de 15 dólares al mes, un empleado en el sector privado puede ganar hasta diez veces esa cantidad.
Sin embargo, el camino no está exento de obstáculos. Las nuevas empresas enfrentan desafíos como el acceso limitado a divisas y las estrictas sanciones que aún limitan la banca directa entre Cuba y Estados Unidos. Además, el gobierno cubano mantiene un control estricto sobre sectores clave como el turismo y la minería, limitando el alcance total del sector privado en la economía. A pesar de estos desafíos, la contribución del sector privado a la economía cubana está creciendo y actualmente representa alrededor del 15% del producto interno bruto.
La fuerza de las remesas
La dependencia de las remesas del exterior también es notable, pues gran parte de las importaciones del sector privado que llegan a Cuba provienen de Estados Unidos, financiadas por cubanos que envían dinero a sus familias. Esta nueva economía no solo está cambiando la forma en que los cubanos viven y trabajan, sino que también está reformulando la percepción del país a nivel internacional.
Autoridades cubanas y observadores extranjeros debaten sobre si la apertura hacia el capitalismo es simplemente una medida de supervivencia económica o un cambio genuino en la política económica del país. Susset Rosales, directora de planificación y desarrollo del Ministerio de Economía, insiste en que la estrategia no es improvisada, sino una forma de recuperar gradualmente la economía incorporando actores económicos que complementen al sistema estatal.
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En medio de esta transformación, la comunidad cubana en el exilio ve con escepticismo la expansión del sector privado, preocupada por si representa una verdadera liberalización económica o simplemente otra maniobra del gobierno para mantener el control. Sin embargo, en las calles de La Habana, entre nuevas delis y cafés, un aire de optimismo es palpable entre los que ahora pueden emprender libremente.
El ingenio de la gente
Cuba, con todas sus complejidades y contradicciones, está en un punto de inflexión. A medida que más cubanos se involucran en el sector privado y adquieren mayor autonomía económica, el futuro de la isla parece estar escribiéndose no solo a través de políticas gubernamentales, sino también a través del ingenio y la determinación de su gente. En un país marcado por décadas de control estatal y crisis económicas, esta nueva ola empresarial ofrece una chispa de esperanza y un posible camino hacia una mayor estabilidad y prosperidad.
Las historias de éxito no son difíciles de encontrar. Diana Sainz, quien después de vivir y trabajar en Europa regresó a Cuba, es un claro ejemplo de cómo los cubanos están aprovechando las nuevas políticas para transformar su vida y la de los demás. Ella ha abierto dos mercados Home Deli en La Habana, ofreciendo productos locales e importados. Sainz celebra que, a diferencia de hace cinco años, «ahora es hermoso ver una tienda en cada esquina».
Además, la visibilidad de estas nuevas empresas está cambiando la fisonomía urbana de la ciudad. Antiguas instalaciones estatales se están convirtiendo en vibrantes centros de comercio privado. Un ejemplo es una antigua empresa de vidrio en un suburbio de La Habana, que ahora alberga una sala de exposiciones para muebles fabricados en Cuba. Estas transformaciones no solo mejoran el paisaje urbano, sino que también crean empleos y fomentan una cultura de servicio y calidad que antes era escasa.
Florecimiento en medio de la crisis
Sin embargo, a pesar del crecimiento del sector privado y la emergencia de una nueva clase empresarial, la economía cubana enfrenta desafíos significativos. La crisis financiera, exacerbada por un embargo económico que dura décadas y la mala gestión gubernamental, ha dejado a Cuba en una situación precaria. La producción nacional de bienes esenciales como carne y arroz ha caído drásticamente, provocando una inflación descontrolada y escasez de productos básicos.
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En respuesta a esta crisis, muchos cubanos han optado por emigrar en busca de mejores oportunidades. Este éxodo ha sido tan significativo que, desde 2022, aproximadamente 500,000 cubanos han dejado la isla. Este movimiento masivo destaca la urgencia de encontrar soluciones sostenibles para los problemas económicos de Cuba.
El juego de la incertidumbre
El papel del gobierno en este contexto sigue siendo ambiguo. Aunque ha permitido la expansión del sector privado, sigue habiendo dudas sobre su voluntad de ceder control significativo sobre la economía. Benjamin Ziff, encargado de negocios que encabeza la Embajada de Estados Unidos en Cuba, señaló que el crecimiento de las empresas privadas podría ser un cambio de juego, pero la cuestión es si el gobierno permitirá que este sector se expanda lo suficientemente rápido y con suficiente libertad para hacer frente a los desafíos económicos.
La situación económica en Cuba es un delicado equilibrio entre las viejas prácticas comunistas y la nueva realidad de una economía mixta. A medida que el sector privado continúa creciendo y ganando terreno, la pregunta sigue siendo si será suficiente para revitalizar la economía cubana o si simplemente servirá como un paliativo temporal en tiempos de crisis. Lo que es cierto es que el espíritu emprendedor y la resiliencia de los cubanos están jugando un papel crucial en la redefinición de su economía, ofreciendo un vislumbre de esperanza en un panorama de otra manera sombrío.
