En un giro significativo en el panorama político europeo, los partidos nacionalistas y antiinmigrantes han logrado avances notables en las recientes elecciones al Parlamento de la Unión Europea. Este fenómeno desafía a los líderes de las potencias tradicionales como Alemania y Francia, y plantea una serie de incógnitas sobre el futuro del bloque. La votación, que abarcó los 27 países miembros, muestra un electorado fragmentado donde, si bien los centristas mantienen una mayoría, la fuerza disruptiva de la extrema derecha se ha fortalecido considerablemente.
Matina Stevis-Gridneff, jefe de la oficina de Bruselas del New York Times, informó sobre estos eventos en su artículo titulado «En las elecciones de la UE, el centro resiste, pero la extrema derecha sigue causando estragos». Con su vasta experiencia cubriendo la Unión Europea y temas de migración, Stevis-Gridneff destaca cómo los votantes europeos, en su mayoría, respaldaron a los partidos centristas, aunque la extrema derecha consiguió importantes victorias, especialmente en Francia y Alemania. Su análisis refleja las profundas inquietudes del establishment político ante este ascenso de fuerzas nacionalistas.
Una Unión Europea es ascuas
En los resultados preliminares, los partidos centristas estaban en camino de perder algunos escaños, pero aún conservaban una mayoría significativa en el Parlamento Europeo de 720 escaños. Sin embargo, el avance de la extrema derecha es innegable. En Francia, la reacción fue inmediata: el presidente Emmanuel Macron anunció la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria a nuevas elecciones legislativas, una medida drástica ante la amenaza percibida de los nacionalistas y demagogos, como advirtió en su discurso televisivo.
El partido de extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD), catalogado oficialmente como un grupo extremista por las autoridades alemanas, también tuvo un desempeño destacado, obteniendo alrededor del 16 por ciento de los votos. Esto lo posiciona como el segundo partido del país, justo detrás de la Unión Demócrata Cristiana y por delante de los Socialdemócratas, lo que subraya un cambio significativo en el panorama político alemán. Este resultado sitúa a los grupos nacionalistas y antiinmigrantes con aproximadamente 130 escaños en el Parlamento de la Unión Europea, una mejora considerable respecto a las elecciones de 2019.
Fantasma del nacionalismo
La tendencia hacia el nacionalismo y la identidad se ha visto reforzada por factores como la migración y las políticas de guerra cultural, similar a las observadas en Estados Unidos. Esta creciente inclinación ha generado un clima político más polarizado, afectando tanto a la política interna de los países miembros de la Unión Europea como a su postura en el escenario global. Además, la persistente ira por las políticas de la era Covid y la inflación post-pandemia, exacerbada por la guerra en Ucrania y la consiguiente desvinculación de la energía rusa barata, han contribuido al fortalecimiento de estos movimientos.
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Las elecciones expusieron debilidades significativas en los gobiernos de Francia y Alemania, históricamente los principales líderes dentro de la Unión Europea. Esta vulnerabilidad plantea preguntas serias sobre la capacidad del bloque para enfrentar amenazas externas y mantener la estabilidad interna. Mujtaba Rahman, director para Europa de la Consultoría del Grupo Eurasia, señaló que la debilidad de estos dos países clave podría comprometer la respuesta de la Unión Europea a desafíos globales, especialmente con la posibilidad de un regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y la continua guerra en Europa.
Cautela en los movimientos
Los líderes de la Unión Europea ya han comenzado a suavizar algunas de sus políticas ambientales y migratorias en un intento por apaciguar a los votantes conservadores y de derecha. No obstante, el éxito de los partidos de extrema derecha podría llevar a políticas aún más restrictivas en términos de migración y a una disminución en las ambiciones climáticas del bloque. A pesar de estos avances, el Partido Popular Europeo, el principal grupo conservador, sigue siendo la fuerza dominante en el Parlamento, con 189 escaños, un aumento de 13 respecto a las elecciones anteriores. Sin embargo, otros partidos centristas han sufrido pérdidas, lo que erosiona el centro político a nivel europeo.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, celebró los resultados de su partido y enfatizó la responsabilidad de los centristas en mantener la estabilidad del bloque. Con 135 escaños, la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas se mantuvo como la segunda fuerza, aunque con una leve pérdida de cuatro escaños. El grupo Renew, de orientación liberal, también enfrentó pérdidas significativas, quedándose con 83 escaños, una disminución de uno de cada cinco escaños respecto a la elección anterior.
Unidad entre los centristas
Von der Leyen hizo un llamado a la unidad entre los partidos centristas para garantizar una «Europa fuerte y eficaz». Aunque los Verdes sufrieron una disminución en su apoyo, con una pérdida de un cuarto de sus escaños, su papel sigue siendo crucial para reforzar las mayorías centristas y ofrecer una alternativa a la extrema derecha. Los resultados finales, que se esperaban temprano el lunes, confirmarían la configuración del nuevo Parlamento Europeo y el equilibrio de poder dentro del bloque.
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El Parlamento Europeo, encargado de aprobar la legislación y el presupuesto del bloque, además de nombrar a los líderes clave, se enfrentará a su primera prueba importante con la elección del presidente de la Comisión Europea en julio. Ursula von der Leyen, quien fue aprobada para su primer mandato por un estrecho margen, probablemente buscará un segundo término. Esta vez, necesitará maniobrar cuidadosamente para asegurar los votos necesarios, evitando la dependencia de los partidos de extrema derecha y negociando compromisos con los socialistas y liberales, especialmente en áreas como la política climática.
La dinámica política dentro de la Unión Europea está cambiando, y los recientes resultados electorales son un claro indicativo de que las fuerzas nacionalistas y antiinmigrantes están ganando terreno. Esta realidad obligará a los líderes del bloque a reconsiderar sus estrategias y políticas para mantener la cohesión y estabilidad de la Unión. La creciente polarización y el avance de la extrema derecha representan un desafío significativo para el futuro de la Unión Europea, que deberá encontrar un equilibrio entre las diversas fuerzas políticas para seguir adelante en un mundo cada vez más complejo y dividido.