Israel, un país pequeño con una historia marcada por la lucha y la solidaridad, se enfrenta a una encrucijada de proporciones desgarradoras. En medio de una serie de ataques brutales perpetrados por Hamás, cientos de israelíes fueron secuestrados y se encuentran actualmente como rehenes en Gaza. Hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, niños y adultos, muchos de ellos heridos, enfrentan horas cruciales en su cautiverio, con la incertidumbre de si están recibiendo atención médica adecuada. Recuperar con vida a los rehenes se alza como una prioridad innegable, y la historia y la ética judía ofrecen una guía clara sobre por qué esta misión es esencial.
El líder de Faithful Left, Mikhael Manekin, expresó en un ensayo para The New York Times en español la urgente necesidad de recuperar a los cautivos, basándose en su propia conexión personal con uno de los afectados. Su amigo de la familia, Hersh Goldberg-Polin, con doble nacionalidad estadounidense e israelí, se encontraba en un festival de música al aire libre cuando Hamás emboscó el evento. En medio del caos, se cree que Hersh fue tomado como rehén, como muchas otras personas. La magnitud de la tragedia es insondable, y cada hora que pasa agrava la situación de aquellos que se encuentran en cautiverio.
Recuperar con vida a los rehenes
La historia de Israel nos ha enseñado que la búsqueda de la liberación de los cautivos es un principio fundamental. En su esencia está el recuperar con vida a los rehenes. En el pasado, el país ha empleado todos los medios disponibles, tanto militares como diplomáticos, para garantizar la liberación de sus ciudadanos. Un ejemplo emblemático fue la liberación de más de 1000 prisioneros en 2011 a cambio de Gilad Shalit, un soldado secuestrado en 2006 por Hamás.
También en 2004, Israel liberó a casi 450 presos para conseguir la liberación de un ciudadano israelí, Elhanan Tannenbaum, y los cuerpos de tres soldados que supuestamente habían muerto en combate y que estaban en manos de Hizbulá. Estos casos ilustran cómo Israel ha seguido un código ético arraigado en su tradición judía.
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Es un gran mandamiento
En el corazón de esta tradición se encuentra la idea de que garantizar la libertad de los prisioneros judíos es un gran mandamiento. La Amidá, la oración central recitada tres veces al día por los judíos observantes, habla de la compasión de Dios, que «cura a los enfermos y libera a los cautivos». Esta enseñanza se basa en la comprensión de que ser prisionero es una experiencia que engloba lo peor: la espada, el hambre y la muerte.
Maimónides, un destacado jurista del siglo XII, escribió que recuperar con vida a los rehenes tiene un valor moral y ético aún mayor que alimentar a los pobres, ya que el prisionero es pobre y está encadenado. El rabino Joseph Caro, conocido como el codificador de la ley judía en el siglo XVI, afirmó que aquel que retrasa el rescate del prisionero se asemeja a un asesino. Estas enseñanzas resaltan la importancia fundamental de liberar a los cautivos en la tradición judía.
Desafíos y dilemas
Sin embargo, este imperativo moral no está exento de desafíos y dilemas. La liberación de prisioneros puede plantear riesgos, como incentivar a los secuestradores. Por lo tanto, se debe calcular cuidadosamente el costo de su rescate. Pero esta consideración no anula el principio fundamental de responsabilidad comunitaria y solidaridad. Las generaciones de judíos han sido educadas en la creencia de que la prioridad debe ser la liberación de los cautivos.
Estos días son de profundo dolor para los israelíes, y recuerdan a muchos las terribles imágenes de su historia. A pesar de que Israel no enfrenta una amenaza existencial, estos ataques han dejado al descubierto su vulnerabilidad y han recordado que el poder es efímero. En medio del sufrimiento, debemos recordar la belleza de la responsabilidad comunitaria. Esta tradición nos recuerda la obligación de preocuparnos por nuestros semejantes y fortalece el vínculo comunitario. Asimismo, nos lleva a la reflexión de recuperar con vida a los rehenes como un mandamiento.
Solidaridad comunitaria
La situación actual exige un llamado urgente a la solidaridad comunitaria, tanto en Israel como en el mundo entero. Debemos reafirmar nuestra tradición de cuidado y priorizar la liberación de los prisioneros en nuestra agenda nacional. El alto número de cautivos hace que el rescate sea costoso, e Israel no querrá que su liberación sea percibida como una victoria de Hamás. Además, el dolor y la indignación se han apoderado de muchos israelíes, algunos de los cuales claman por venganza, poniendo en riesgo el recuperar con vida a los rehenes. La posibilidad de una invasión terrestre antes de negociar la liberación de los cautivos aumentaría aún más su peligro.
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En este momento crucial, la ética judía nos recuerda la importancia de la responsabilidad comunitaria. No podemos permitir que se vea socavada por consideraciones políticas o la búsqueda de venganza. Estos son días oscuros, pero deben recordarnos quiénes somos como comunidad y cómo debemos cuidarnos mutuamente. Cuando esta crisis termine, debemos ser una comunidad que recuerde sus mejores tradiciones de solidaridad y atención, una comunidad que acoja de nuevo a los prisioneros liberados, sanos y salvos en sus hogares. Ese debe ser nuestro compromiso inquebrantable.