Papa Francisco: Esclavitud y el colonialismo tienen una macabra dualidad en África

La declaración del Papa Francisco durante una reciente audiencia general en la Plaza de San Pedro es un llamado a la reflexión mundial sobre un asunto que, lamentablemente, sigue latente: la esclavitud y el colonialismo económico en África. El líder de la Iglesia Católica ha remarcado que estos males no pertenecen solo al pasado, sino que, de manera subyugante, todavía prevalecen en el continente africano, asfixiando a sus pueblos y privándolos de su autodeterminación.

De acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se estima que en el continente africano al menos 9.2 millones de personas viven en condiciones de trabajo forzoso, muchas de las cuales pueden clasificarse como formas modernas de esclavitud. Estas cifras resultan alarmantes, más aún cuando organismos como Amnistía Internacional han denunciado cómo grupos armados y bandas delictivas han recurrido a la trata de personas, en especial niños, para su explotación en conflictos armados o como mano de obra en industrias ilegales.

Esclavitud y el colonialismo
El colonialismo como relación de la nación más poderosa contra la débil persiste. Ilustración MidJourney

Esclavitud y el colonialismo

El Dr. Ayo Ojebode, historiador y experto en historia africana de la Universidad de Ibadán en Nigeria, señala: «África ha sido históricamente vista como un territorio de explotación. Primero fue el comercio de esclavos, luego la colonización y ahora el neocolonialismo económico. Las potencias mundiales han extraído recursos sin preocuparse por el bienestar de sus habitantes. Esto ha dejado cicatrices profundas que se manifiestan en conflictos y una profunda desigualdad».

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La esclavitud y el colonialismo económico al que se refiere el Papa Francisco no es un término nuevo. Instituciones como el Banco Mundial han alertado sobre cómo empresas extranjeras, a menudo con el apoyo tácito de sus gobiernos, han llevado a cabo prácticas depredadoras, obteniendo recursos naturales a precios ínfimos y dejando a las comunidades locales con poco o nada. Estas acciones, que perpetúan la pobreza y la dependencia, han sido denunciadas también por líderes africanos.

Un asunto de maltrato

La Ministra de Asuntos Exteriores de Kenia, Amina Mohamed, ha expresado en diversas ocasiones la necesidad de un trato justo y equitativo: «Nuestros recursos naturales y nuestra gente son nuestra mayor riqueza. No pueden ser tratados como simples mercancías en un mercado global sin rostro. Es hora de que África tome las riendas de su destino y se le permita hacerlo».

La voz del Papa Francisco se suma a un coro creciente que exige justicia y equidad para un continente que ha sido explotado durante siglos. La esclavitud y el colonialismo económico ni siquiera usan camuflaje o guardan las formas. Sin embargo, no es solo un asunto de reclamo; es un llamado a la acción. El mundo debe reconocer y rectificar las injusticias cometidas y trabajar conjuntamente para asegurar que África sea, como mencionó el pontífice, «protagonista de su propio destino». La tarea es ardua, pero es imperativa para lograr un mundo más justo y equitativo para todos.

Esclavitud y el colonialismo
La pobreza de los africanos es otra variable que no cambia entre los actores. Ilustración MidJourney

Un pueblo que ha resistido

En medio de este sombrío panorama, surgen voces que resaltan la resiliencia y fortaleza del pueblo africano. Iniciativas locales, muchas de ellas lideradas por jóvenes emprendedores, buscan revertir las décadas de explotación y establecer un camino hacia un futuro sostenible y autónomo. Estos esfuerzos, que abarcan desde la agricultura sostenible hasta la tecnología de vanguardia, representan el espíritu indomable del continente. Así, a pesar de los desafíos, existe una esperanza palpable que se desborda en las calles de Nairobi, Lagos, Johannesburgo y muchas otras ciudades donde la juventud africana se está movilizando para tomar control de su destino.

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Sin embargo, es esencial que la comunidad internacional no se limite a ser un mero espectador. Es imprescindible apoyar activamente estas iniciativas, creando alianzas genuinas basadas en el respeto mutuo y el beneficio compartido. La historia de África no puede continuar escribiéndose con las tintas de la explotación y el despojo, ni sobre el papel de la esclavitud y el colonialismo. Como bien puntualizó el Papa Francisco, el mundo no puede seguir cerrando los ojos ante la realidad africana. Es un deber moral y ético trabajar de la mano con el continente, para que sus naciones florezcan y su gente viva con la dignidad y prosperidad que merecen.

 

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