Hayat Tahrir al-Sham, un nombre que resuena con ecos de la guerra civil siria, despierta preguntas y controversias sobre el futuro de un país devastado por más de una década de conflicto. En un panorama donde las narrativas compiten ferozmente, este grupo se ha convertido en un actor crucial y polarizante, percibido como terrorista por algunos y como defensor por otros. La percepción sobre su papel y su líder, Abu Mohammed al-Golani, parece depender del color del cristal con que se mira, un enfoque que revela las profundas divisiones en torno al destino de Siria.
El análisis de esta organización y su líder ha sido meticulosamente explorado por Sara Harmouch, candidata a doctorado en Asuntos Públicos en la American University. Invitada por The Conversation, Harmouch publicó un material titulado: “Abu Mohammed al-Golani puede convertirse en el rostro de la Siria post-Assad, pero ¿quién es él y por qué hay una recompensa de 10 millones de dólares por su cabeza?”. Este texto no solo explora los orígenes de Hayat Tahrir al-Sham, sino que también examina cómo el grupo ha intentado remodelar su imagen y sus estrategias para posicionarse en el complicado escenario político sirio.
Hayat Tahrir al-Sham
Hayat Tahrir al-Sham nació en las primeras etapas de la guerra civil siria como una extensión del Frente Nusra, la filial de Al Qaeda en Siria. Conocido por su eficacia en combate y su ideología yihadista, el grupo buscaba establecer un régimen islámico estricto en todo el mundo musulmán. Sin embargo, en 2016, el Frente Nusra anunció su ruptura con Al Qaeda y adoptó el nombre Jabhat Fateh al-Sham, un paso que marcó el inicio de su transformación hacia lo que ahora se conoce como Hayat Tahrir al-Sham. Este cambio de identidad fue diseñado para alejarse del yihadismo global y enfocarse en cuestiones locales, como la gobernanza y el desarrollo en Siria.

A pesar de este cambio estratégico, el núcleo ideológico de Hayat Tahrir al-Sham sigue profundamente arraigado en el yihadismo, lo que lo ha convertido en un actor polémico tanto a nivel local como internacional. Su líder, Abu Mohammed al-Golani, ha sido una figura central en esta evolución. Nacido en Arabia Saudita bajo el nombre de Ahmed al-Sharaa, al-Golani comenzó su carrera militante en Irak antes de establecer el Frente Nusra en Siria en 2011. Bajo su liderazgo, Hayat Tahrir al-Sham ha intentado presentarse como una organización pragmática y menos extremista, un esfuerzo por ganar legitimidad tanto dentro como fuera de Siria.
Un gobierno funcional
Desde 2017, el grupo ha consolidado su control sobre Idlib, el último bastión importante de la oposición en Siria. En esta región, Hayat Tahrir al-Sham ha funcionado como una entidad cuasi gubernamental, proporcionando servicios civiles, recaudando impuestos y supervisando asuntos locales. Sin embargo, su control no ha estado exento de críticas, ya que se han documentado abusos de derechos humanos y una gobernanza basada en la fuerza militar. Este enfoque, aunque controvertido, ha permitido al grupo mantener el poder en un entorno caótico y hostil.
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Hayat Tahrir al-Sham ha empleado una estrategia multifacética para expandir su influencia. A nivel local, se han establecido sistemas de gobernanza que buscan proporcionar estabilidad y servicios básicos a las comunidades bajo su control. A nivel internacional, ha reformado su imagen a través de campañas de relaciones públicas, trabajando con medios de comunicación y organizaciones humanitarias para negociar la entrega de ayuda en zonas de conflicto. Estas acciones han mejorado su posición entre las comunidades locales y otros grupos rebeldes, consolidando su papel como actor clave en la guerra civil siria.
Terroristas antes y ahora no
No obstante, la percepción internacional sobre Hayat Tahrir al-Sham y al-Golani sigue siendo profundamente negativa en algunos sectores. Estados Unidos ha designado al grupo como una organización terrorista y ofrece una recompensa de 10 millones de dólares por información sobre al-Golani. Sin embargo, rumores recientes sugieren que esta postura podría cambiar, ya que se considera retirar esta recompensa y revisar su estatus. Estas señales contrastantes subrayan la complejidad de lidiar con un grupo que combina elementos de gobernanza pragmática con un historial de militancia yihadista.
Para muchos analistas, el futuro de Siria después de Bashar al-Assad podría depender en gran medida del papel que juegue Hayat Tahrir al-Sham en la reconstrucción del país. Al-Golani ha intentado presentarse como un líder viable, adoptando una personalidad más moderada y participante en el servicio público. Estas acciones reflejan un esfuerzo por transformar su imagen de un líder yihadista en una figura política pragmática, capaz de negociar con actores locales e internacionales.

El reto de una Siria post-Assad
La posibilidad de que Hayat Tahrir al-Sham se convierta en una fuerza política dominante en la Siria post-Assad plantea tanto oportunidades como riesgos. Por un lado, su experiencia en gobernanza local podría ayudar a estabilizar el país y proporcionar servicios básicos a comunidades devastadas por el conflicto. Por otro lado, su historial de abusos y su ideología extremista podrían dificultar la reconciliación y la construcción de un Estado inclusivo.
En última instancia, el destino de Hayat Tahrir al-Sham y su impacto en Siria dependerán de cómo evolucione la situación política y militar en el país. Si bien el grupo ha demostrado ser adaptable y resiliente, enfrenta desafíos significativos para ganar legitimidad y apoyo tanto a nivel local como internacional. En un conflicto donde las líneas entre amigos y enemigos a menudo se difuminan, el futuro de Hayat Tahrir al-Sham seguirá siendo objeto de debate y escrutinio.
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La narrativa de Hayat Tahrir al-Sham, como sugiere el título de este reportaje, está profundamente influenciada por las perspectivas desde las cuales se analiza su papel en Siria. Para algunos, representa una amenaza persistente que encarna los peligros del extremismo. Para otros, es una organización que ha evolucionado para adaptarse a las necesidades de una población en crisis. En un país donde la verdad es a menudo una cuestión de interpretación, Hayat Tahrir al-Sham continúa siendo un enigma, un reflejo de las complejidades y contradicciones de la Siria moderna.