En un reciente giro de los eventos que sacude los cimientos de la historiografía española, una concejala de Madrid ha provocado una ola de controversia al negar el expolio cometido por España en la América colonial. Esta declaración, que parece ir en contra del consenso histórico establecido, ha reavivado el debate sobre el papel de España en la historia colonial y sus repercusiones en la actualidad. La declaración de la concejala no solo cuestiona la narrativa histórica aceptada, sino que también desafía el movimiento creciente hacia el reconocimiento y la reconciliación con el pasado colonial de España.
Este reportaje es una creación independiente que se inspira en las recientes publicaciones de Carmen Morán Breña, Renzo Gómez y Vegalucas Reynoso para EL PAIS bajo el título «En América y en el Congo belga: los europeos mataron, saquearon y se llevaron las riquezas coloniales». Estos periodistas, con su meticuloso trabajo, han delineado el panorama actual de la discusión sobre el colonialismo y el expolio, proporcionando un contexto crucial para comprender las recientes declaraciones de la concejala madrileña. La discrepancia en las interpretaciones de este capítulo de la historia no solo revela una división en la percepción pública, sino que también subraya la importancia de un análisis crítico y exhaustivo del pasado para informar nuestro presente y futuro.
¿Y cómo se niega un expolio?
El uso del término «expolio» por parte de la concejala Marta Rivera de la Cruz, del Partido Popular, para referirse a las acciones de España en el Nuevo Mundo, ha generado un intenso debate. Su afirmación de que en el Nuevo Mundo «no se practicó expolio ni se detecta colonialismo en los museos españoles» contrasta fuertemente con las voces de historiadores y académicos que han dedicado su vida al estudio de este periodo. Rafael Escudero, historiador peruano y doctorando en la Universidad Nacional de Florida, argumenta que la relación entre España y sus colonias fue indudablemente vertical, con las Américas sujetas a los intereses de la corona española. Esta dinámica, según Escudero, constituye la esencia del colonialismo y del expolio.
La negación del expolio en las Américas por parte de Rivera de la Cruz ha sido recibida con críticas no solo dentro de la esfera académica sino también entre aquellos que ven en esta narrativa una peligrosa revisión del pasado colonial de España. Gabriela Ramos, profesora especializada en Historia Colonial en la Universidad de Cambridge, refuta la idea de que la ausencia de piezas de la época colonial en los museos españoles se deba a una inexistencia del expolio. Ella señala que la concepción misma de «museo» y de «pieza de museo» era ajena al siglo XVI, sugiriendo que la riqueza cultural y material extraída de las Américas era considerada más bien como curiosidades o regalos para la corte española.
Al paso desde Sevilla
Los argumentos de la concejala también han encontrado oposición en María Castañeda de la Paz, doctora en Historia de América por la Universidad de Sevilla e investigadora del Instituto de Antropología de la UNAM, quien afirma que existen «múltiples evidencias» de expolio en los archivos y publicaciones. La narrativa de que las riquezas americanas se emplearon en beneficio de la metrópoli, sustentando guerras y el lujo de la nobleza, es apoyada por documentos históricos y testimonios de la época.
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La polémica no se detiene en el ámbito académico. La responsabilidad de España en la expoliación de los pueblos indígenas y la necesidad de una revisión crítica de este pasado han sido puntos de discusión entre diversos sectores de la sociedad. La perspectiva ofrecida por Isabel Arroyo, doctora en Historia de la Universidad de los Andes de Bogotá, critica la instrumentalización del pasado prehispánico por las élites republicanas y señala la responsabilidad compartida en la perpetuación del expolio.
Repatriación y rematriación
Mientras tanto, la discusión sobre la repatriación y la rematriación de piezas culturales y artefactos tomados durante el periodo colonial cobra mayor relevancia. Laura Van Broekh Broekhoven, directora del museo Pitt Rivers de Oxford, distingue entre estos dos conceptos clave en el debate actual. La repatriación implica devolver las piezas tomadas sin permiso a sus países de origen, mientras que la rematriación busca un regreso más profundo, posiblemente a la «madre tierra», respetando el contexto cultural y espiritual original de los objetos. Este enfoque refleja una creciente comprensión de la necesidad de tratar los objetos culturales con el cuidado y respeto que merecen, reconociendo los errores del pasado y trabajando hacia una reconciliación genuina.
El caso de la concejala de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, se inserta en un debate más amplio sobre cómo las naciones enfrentan su pasado colonial. En España, este debate se ha intensificado en los últimos años, con voces que piden una revisión crítica de la historia y un reconocimiento de las injusticias cometidas. La negativa de Rivera de la Cruz a reconocer el expolio en la América colonial y su intento de minimizar la naturaleza colonial de las acciones españolas han sido vistos por muchos como un intento de reescribir la historia para eludir la responsabilidad.
La reacción a sus comentarios ha sido variada, pero en gran medida crítica. Historiadores, académicos, y el público en general han expresado su preocupación por la propagación de una narrativa que parece ignorar evidencias históricas contundentes sobre el expolio y la explotación colonial. Esta controversia subraya la importancia de mantener un diálogo abierto y honesto sobre el pasado, reconociendo las sombras de la historia para poder construir un futuro más inclusivo y respetuoso.
Verdaderos colonialistas
A medida que España, al igual que muchos otros países con pasados coloniales, continúa navegando por estas aguas turbulentas, la necesidad de un compromiso serio con la verdad histórica y la justicia se hace cada vez más evidente. La discusión en torno al expolio y la repatriación de artefactos culturales robados es solo una parte de un debate más amplio sobre la reconciliación y el reconocimiento de las injusticias pasadas. Aunque la tarea no es fácil, el camino hacia la reparación y el entendimiento mutuo requiere enfrentar estas verdades incómodas y trabajar hacia soluciones que honren tanto a las víctimas como a sus descendientes.
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La polémica iniciada por las declaraciones de la concejala Rivera de la Cruz es un recordatorio de que la historia está lejos de ser un tema resuelto o cerrado. Más bien, es un campo de batalla en constante evolución, donde las narrativas compiten por la legitimidad y el reconocimiento. En este contexto, es crucial que la historia sea entendida no como un conjunto de hechos inmutables, sino como un relato vivo, sujeto a interpretaciones y reinterpretaciones en función de nuevas evidencias y perspectivas.
En última instancia, el debate sobre el expolio colonial y la manera en que España enfrenta su pasado no es solo sobre la historia. Es también una cuestión de identidad nacional, ética, y responsabilidad colectiva. La forma en que este debate se desarrolle y resuelva podría ofrecer un modelo para otros países que luchan con legados similares. Mientras tanto, la voz de la concejala Rivera de la Cruz y las respuestas que ha provocado sirven como un recordatorio de que la lucha por la memoria y la justicia histórica continúa, desafiando a las sociedades a reflexionar sobre quiénes son y qué valores quieren representar en el escenario mundial.