Discriminación étnica y de género: Mal pronunciadamente crónico en Hispanoamérica

En un continente de extraordinaria riqueza cultural y geográfica como Hispanoamérica, la
discriminación étnica y de género sigue siendo un obstáculo crónico en el acceso a oportunidades económicas, educativas y sociales. Aunque los avances legales han establecido un marco normativo para la igualdad y la no discriminación, las estadísticas y la vida cotidiana cuentan una historia diferente.

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Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el 20% de la población indígena se encuentra en el estrato más bajo de ingresos, en comparación con el 6% de la población no indígena. Adicionalmente, un estudio del Banco Mundial señala que las mujeres ganan en promedio un 16% menos que los hombres por el mismo trabajo. La discriminación, en sus múltiples formas, socava los pilares fundamentales del desarrollo y contribuye al ciclo persistente de la pobreza.

Discriminación étnica y de género

«La discriminación étnica y de género no son sólo problemas morales o sociales, sino también económicos. Limitan el acceso al capital humano y social, lo que a su vez reduce la productividad y el crecimiento económico», afirma Ana María Salamanca, experta en historia latinoamericana y política social.

Los gobiernos, sin duda, han tomado medidas para combatir este flagelo. En muchos países se han creado ministerios de igualdad y se han emitido leyes para penalizar actos de discriminación. Sin embargo, estos esfuerzos a menudo no son suficientes para cambiar una cultura arraigada de prejuicio y exclusión.

Discriminación étnica y de género
Los grupos étnicos suele sufrir una fuerte discriminación en todo sentido. Ilustración MidJourney

Mujeres e indígenas

El Organismo Nacional de Mujeres en México, por ejemplo, denuncia que, aunque las leyes existen, su implementación es deficiente, lo que resulta en una impunidad generalizada para los agresores y perpetúa el ciclo de violencia y discriminación contra las mujeres. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI), 66% de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia de género en su vida, una estadística alarmante que resalta la ineficacia de las políticas actuales para abordar el problema.

En la misma línea que trata la discriminación étnica y de género, la Organización de Estados Americanos (OEA) señala que los pueblos indígenas de Hispanoamérica continúan sufriendo de exclusión social y económica, a pesar de las medidas tomadas para garantizar sus derechos. Según datos de la OEA, la tasa de alfabetización entre los pueblos indígenas es de un preocupante 40%, comparado con el 94% en la población general.

«Estamos ante un problema que se ha mantenido a lo largo de la historia, y que tiene raíces profundas en la mentalidad colectiva y en la estructura social», advierte Carlos Sandoval, politólogo y experto en asuntos latinoamericanos. «Si queremos ver cambios significativos, necesitamos un enfoque multidisciplinario  que involucre no solo a las instituciones gubernamentales, sino también a las organizaciones de la sociedad civil, al sector privado y a los medios de comunicación».

Discriminación étnica y de género
Las mujeres de todas las naciones ganan 16% menos que los hombres. Ilustración MidJourney

Combate frontal

Los organismos internacionales como la ONU y la OEA, así como organizaciones de derechos humanos, exigen una acción más firme y coordinada de los gobiernos hispanoamericanos para combatir la discriminación étnica y de género. Las recomendaciones van desde mejorar la aplicación de las leyes existentes y aumentar el financiamiento para programas de inclusión, hasta llevar a cabo campañas de sensibilización para cambiar actitudes y percepciones en la sociedad.

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Estas formas de discriminación en Hispanoamérica son un mal crónico que requiere una atención inmediata y sostenida. No se trata sólo de un problema social, sino también de un lastre económico que impide el pleno desarrollo del potencial humano del continente. Resolver este problema es crucial no solo para las minorías y las mujeres, sino para el bienestar y el progreso de toda la sociedad. La hora de actuar es ahora.

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