Brasil no confía ni en Maduro ni en María Corina Machado: Solicitan negociación

Brasil no confía en la situación política de Venezuela, donde las elecciones de 2024 han despertado un interés y preocupación sin precedentes. En su reciente artículo para The Conversation Brasil, Carolina Silva Pedroso, profesora del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo (UNIFESP), argumenta que la posición sobre las elecciones en Venezuela representa el desafío diplomático más significativo para Brasil en la actualidad. Silva Pedroso destaca que este evento ha sido objeto de una intensa cobertura mediática, no solo en Brasil sino a nivel mundial, subrayando el papel crucial que juega la diplomacia en este contexto. La dualidad de la política exterior, influenciada tanto por la visión del gobierno actual como por el interés nacional a largo plazo, se vuelve especialmente evidente en este caso.

Carolina Silva Pedroso, una destacada académica en el ámbito de las relaciones internacionales, publicó su análisis bajo el título «Posición sobre elecciones en Venezuela es el desafío diplomático más importante de Brasil hoy». En su artículo, señala que la política exterior de un gobierno debe reflejar una continuidad de las políticas de Estado establecidas, requeridas para mantener el interés nacional a largo plazo. La situación en Venezuela, con sus múltiples dimensiones de crisis y su impacto directo en Brasil a través de la migración, ha convertido a este país vecino en un tema de máxima prioridad y delicadeza diplomática. La polarización ideológica que rodea a la Revolución Bolivariana y el chavismo, incluso dentro de la izquierda brasileña, añade una capa adicional de complejidad.

Brasil no confía en Caracas

Brasil no confía en el liderazgo de Nicolás Maduro ni en las credenciales democráticas de la opositora María Corina Machado, lo que genera un costo político significativo para cualquier postura que adopte el gobierno brasileño frente a la crisis venezolana. La reciente afluencia de miles de venezolanos a Brasil es el reflejo más tangible de esta crisis para los ciudadanos brasileños. Este fenómeno migratorio ha incrementado la presión sobre el gobierno brasileño, que se encuentra en una posición delicada debido al contexto de alta tensión política que marcó el regreso de Lula al Planalto. Para superar esta situación, fue necesario construir un frente amplio que incluyera a diversos sectores bajo la consigna de fortalecer la democracia frente a la amenaza autocrática de Jair Bolsonaro.

Las críticas internas hacia el sistema de gobierno de Nicolás Maduro por parte de figuras representativas del gobierno de Lula, como Marina Silva y Randolfe Rodrigues, ilustran la división dentro del propio bloque gubernamental. A pesar del respaldo oficial del Partido de los Trabajadores a la reelección de Maduro, las opiniones dentro del partido y del gobierno varían, reflejando una complejidad interna significativa. Las protestas en el debate público brasileño, con demandas de romper relaciones con Venezuela y acusaciones de condescendencia hacia una dictadura, muestran cómo la política venezolana genera disidencia y controversia en Brasil.

Brasil no confía en el liderazgo de Nicolás Maduro ni en las credenciales democráticas de la opositora María Corina Machado, lo que genera un costo político significativo para cualquier postura que adopte el gobierno brasileño frente a la crisis venezolana. Ilustración MidJourney

Lula está en la diana de todos

Lula se ha convertido en un blanco fácil de críticas debido a sus gestos iniciales de apoyo a Maduro y sus declaraciones que relativizaron el concepto de democracia. La sociedad civil brasileña ha enfatizado que la democracia es un valor que debe ser defendido internacionalmente por Brasil, especialmente después de los ataques al sistema electoral brasileño en vísperas de las elecciones de octubre de 2022. Este escenario destaca la necesidad de un enfoque más equilibrado y coherente en la política exterior de Brasil, que respete tanto los principios democráticos como los intereses nacionales a largo plazo.

En este contexto, la diplomacia brasileña busca restablecer los principios históricos que han guiado su política exterior, principios construidos por Barão do Rio Branco a principios del siglo XX. Estos pilares incluyen el respeto a la soberanía, la autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de disputas y la no injerencia en asuntos internos. Sin embargo, la actual Brasil no confía en la política exterior actual, que en la época de Jair Bolsonaro rompió con esta tradición al reconocer a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, lo que dañó la relación bilateral y trajo pérdidas económicas a Brasil.

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Un mediador en construcción

El tercer gobierno de Lula intenta alinear la política exterior brasileña con estos principios históricos mientras busca retomar el protagonismo internacional del país. La relación bilateral con Venezuela es fundamental para esta estrategia, ya que Brasil aspira a ser un mediador en conflictos regionales y globales. Sin embargo, las diferencias entre los discursos del presidente y la postura más cautelosa del cuerpo diplomático brasileño indican la existencia de tensiones internas en la formulación de la política exterior.

Brasil no confía plenamente en ninguna de las facciones políticas en Venezuela, considerando que ambas representan obstáculos significativos para sus intereses nacionales. La escalada de violencia en Venezuela y su impacto en la estabilidad regional son preocupaciones centrales para Brasil. Este desafío también pone a prueba la capacidad de Brasil para ser un líder regional y un articulador geopolítico respetado a nivel global. La situación en Venezuela, aunque compleja, ofrece una oportunidad para que Brasil reflexione sobre la necesidad de un diálogo entre la política exterior del gobierno y la sociedad civil.

El tercer gobierno de Lula intenta alinear la política exterior brasileña con estos principios históricos mientras busca retomar el protagonismo internacional del país. La relación bilateral con Venezuela es fundamental para esta estrategia, ya que Brasil aspira a ser un mediador en conflictos regionales y globales. Ilustración MidJourney.

Primero es el interés nacional

Es esencial repensar el interés nacional equilibrando las demandas democráticas con los principios que aportan coherencia y estabilidad a la acción internacional de Brasil. No existe una solución fácil, pero es necesario afrontar la realidad con racionalidad para que este desafío madure el debate sobre la política exterior como una política pública y de Estado en Brasil.

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La posición de Brasil respecto a Venezuela, marcada por la desconfianza hacia ambos líderes, subraya la necesidad de una negociación que pueda conducir a una solución pacífica y duradera para la crisis venezolana. En este proceso, Brasil deberá mantener su compromiso con los principios democráticos mientras protege sus propios intereses nacionales a largo plazo. Con puntos suspensivos, Brasil no confía en los actores venezolanos y busca dar oxígeno a espacios de diálogo para encontrar una salida negociada a la crisis de Caracas.

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